Audiencia a los participantes de la reunión del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización El papa Francisco pidió nuevos bríos para evangelizar en el mundo de hoy ante los desafíos de la tecnología. La tarea es hacer descubrir el deseo de Dios en esos corazones inquietos que han caído en el “abismo de la indiferencia” y que ya no les permite “disfrutar de la vida”.
Invitación que hizo el papa Francisco este viernes 29 de septiembre de 2017 a los participantes de la Plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización (27 al 29 septiembre) acompañados por el presidente del dicasterio, monseñor Rino Fisichella, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico del Vaticano.
Francisco deseó buen trabajo al dicasterio que tiene la tarea de preparar el Primer Día Mundial de los Pobres, que se celebrará el próximo 19 de noviembre. Así, les aseguró su cercanía y apoyo. Una Jornada muy importante para el pontificado.
De hecho, el Obispo de Roma recordó que hay una parte del pueblo de Dios sumido en la pobreza debido al egoísmo.
Así, explicó que las relaciones entre las personas, la historia, la cultura de los pueblos hacen parte del plan divino por donde pasa la evangelización para tocar los corazones.
Patrimonio de la Misericordia
Tras el Año Santo de la Misericordia, vivido como un “tiempo de gracia para la Iglesia entera” con gran “fe e intensa espiritualidad”, el papa Francisco sostuvo que es importante mantener ese “entusiasmo” vivido por millones de fieles que participaron en el pasado Jubileo.
El Sucesor de Pedro que confesó en plaza de San Pedro a varios jóvenes para dar ejemplo a sus sacerdotes al final de ese magno evento de la fe, destacó la importancia de no olvidar la confesión y la búsqueda del perdón de Dios.
“El Pueblo de Dios sintió fuertemente el don de la misericordia y vivió el Jubileo, redescubriendo en particular el Sacramento de la Reconciliación como un lugar privilegiado para experimentar la bondad, la ternura de Dios y su perdón que no tiene límites”.
Así, la Iglesia “tiene la grande responsabilidad de continuar sin descanso a ser instrumento de misericordia”. Destacó la ‘salvación’ como el sentido pleno y definitivo para la vida personal y social.
Estilo de vida coherente
Instó a anunciar la misericordia, pero con un estilo de vida visible y concreto. A los evangelizadores pidió un estilo de vida a la luz de las múltiplex obras de la misericordia.
Recordó las palabras del Apóstol Pablo: “Jesucristo ha venido al mundo para salvar a los pecadores, el primero de los cuales soy yo” (1 TM, 1, 12-16).
El Papa ha reiterado que la evangelización por su naturaleza es cosa del pueblo de Dios. Por ello subrayó los siguientes aspectos:
El aporte de cada pueblo y sus respectivas culturas ofrecen al camino evangelizador. De ahí, que el Papa recuerde el segundo documento dogmático del Concilio Vaticano II – Lumen Gentium – para establecer que Jesús es la luz de su pueblo.
En este sentido, habló de “unidad” de la Iglesia y “crecimiento de la comunión” para salvar la “semilla de la salvación”, preludio de paz y de dialogo.
Ser Pueblo evangelizador hace parte de la consciencia de la llamada personal para integrarse a la “compleja forma de las relaciones interpersonales, que permite de experimentar la profunda unidad y humanidad de la Comunidad de creyentes”, sostuvo.
Y esto indicó que “vale también de manera particular en tiempos como los nuestros en los que se asoma con fuerza una nueva cultura, producto de la tecnología”, que asimismo evidencia “las faltas de una verdadera” relación entre las personas y el “interés por los otros”.
Francisco destacó que la Iglesia como ninguna otra institución ha podido valorizar el patrimonio “cultural, moral y religioso” que constituye la “identidad de enteras generaciones”.
Dios es amor y confianza ante pobreza y egoísmo de pocos
Por ello, aseguró es “importante que sepamos penetrar en el corazón de nuestra gente, para descubrir el sentido de Dios y de su amor que ofrece la confianza y la esperanza de mirar hacía adelante con serenidad, a pesar de las graves dificultades y de la pobreza que se sucumbe debido a la avidez de pocos”.
“Si todavía somos capaces de mirar profundamente, podemos volver a descubrir el auténtico deseo de Dios que hace que los corazones inquietos de muchas personas que han caído, a pesar suyo, en el abismo de la indiferencia, que ya no les permite disfrutar de la vida y de construir en paz su futuro. La alegría de la evangelización puede llegar a ellos y darles la fuerza para la conversión”, constató.
Por último, exhortó a seguir adelante en esta nueva “etapa de evangelización” que “es sin duda el trabajo de toda la Iglesia en el camino hacia Dios” (ibíd.)”.
“El redescubrimiento de este horizonte de sentido y la práctica pastoral concreto facilitará el impulso para la evangelización misma, por no mencionar el valor social que pertenece a un auténtico desarrollo humano integral (cf. ibíd., 178)”, concluyó.