Quizá los mexicanos, más que otros, han aprendido a desconfiar de relatos oficialesEl analista, historiador y politólogo alemán Georg Eickhoff, en su columna semanal “Agenda Internacional” del periódico mexicano *El Observador,* se ha tomado una pausa en sus artículos de actualidad global para referirse “a otro tipo de actualidad”.
Eickhoff se enfoca a responder una pregunta curiosa y alarmante que una y otra, dice, le vienen haciendo jóvenes mexicanos. “Después de conocer jóvenes de muchos países, estoy viendo que son sobre todo los mexicanos los que están fascinados por la pregunta: ¿sobrevivió Hitler?”
Más allá de la respuesta que puede dar este historiador que se doctoró en Berlín, lugar donde Hitler se suicidó el 30 de abril de 1945, que es la versión de la historia a la cual, personalmente, él da crédito, se pregunta por qué son los jóvenes mexicanos, más que otros, los que insisten en cuestionar el relato oficial.
“Me da la impresión de que podría ser precisamente por esto: porque lo perciben como un relato oficial y porque los mexicanos, más que otros, han aprendido a desconfiar de relatos oficiales”.
En efecto, en México “es obligatorio desconfiar de los relatos de poder de la Revolución Mexicana, sobre todo si uno se identifica con sus víctimas entre los cuales cuentan los católicos”.
Pero hay más que esto, dice el articulista en El Observador: más que la desconfianza contra los relatos oficiales la inquietud de jóvenes mexicanos sobre si Hitler sobrevivió, Eickhoff ve “una rebelión contra la modernidad en el querer creer que Hitler, el gran enemigo de la modernidad, el gran rebelde contra el capitalismo supuestamente judío y contra el comunismo supuestamente judío, se haya salido con la suya escapando a la dominación compartida del capitalismo gringo y del comunismo ruso sobre el territorio de Berlín donde se pierde su rastro”.
El articulista dice estar “convencido de que Hitler se suicidó precisamente porque era un rebelde contra la modernidad y que no quería vivir derrotado, en un mundo donde mandaba la modernidad representada por los Estados Unidos y la Unión Soviética”.
Y añade: “También estoy convencido de que hay que hablar más con los jóvenes mexicanos sobre cómo canalizar mejor su legítima rebeldía contra una modernidad en ruinas, mejor que refugiarse en mitos del pasado”.
Mitos que han resurgido, ciertamente, entre la juventud mexicana tras la actuación de las autoridades y de los partidos políticos en los recientes sismos.