La Iglesia católica defiende el derecho de los migrantesEn medio del debate sobre la nueva política migratoria que ha impuesto el gobierno federal de Estados Unidos, han surgido voces de la Iglesia católica en defensa del derecho de los migrantes y de sus familias de buscar un mejor destino para ellos y para los suyos.
Según ha escrito Shannon Levitt, en la revista Crux del pasado 13 de octubre, el obispo auxiliar de Denver, Jorge Rodríguez, dirigió recientemente una Misa especial para trabajadores agrícolas del Estado de Colorado, la mayor parte de ellos de origen mexicano.
El obispo Rodríguez, quien nació en la ciudad de Mérida, Estado de Yucatán (México) en 1955, pidió, durante su homilía compasión por las personas que emigran en busca de trabajo, subrayando que “migrar es un destino, no una elección”.
La Misa especial para trabajadores agrícolas migrantes, fue organizada por el Ministerio Migrante del Espíritu de Cristo, una parte de la Comunidad Católica Espíritu de Cristo de Arvada, un grupo que visita, recolecta y distribuye donaciones a trabajadores migrantes y sus familias en el norte del Estado de Colorado.
“Los migrantes no son una raza, sino un estatus social cuyos problemas son compartidos por todos los hombres y mujeres, nuestros hermanos y hermanas, que viven fuera de sus países de origen en busca de un futuro para sus familias a través del trabajo duro y muchas veces en condiciones difíciles “, dijo el obispo Rodríguez.
“Los agricultores migrantes esparcidos por el norte de Colorado y a lo largo de sus llanuras orientales, son un grupo diverso, que trabaja largas horas en condiciones difíciles y, a veces, en condiciones climáticas extremas”, dice Levitt en su reportaje de Crux.
Dios en medio de la pobreza
El tema de los migrantes no es cercano al obispo Rodríguez por su nacimiento en México, sino porque antes de ser nombrado obispo auxiliar de Denver, ejerció su ministerio sacerdotal en las parroquias de Santa Teresa, Reina de la Paz y San Miguel Arcángel (en Aurora), Santiago, Sagrada Familia, Cristo Rey y la Ascensión (en Denver) y la Santa Cruz (en Thornton).
Además de en su ministerio sacerdotal, monseñor Rodríguez, quien fue nombrado obispo auxiliar por el Papa Francisco apenas en agosto de 2016, conoce el esfuerzo de los migrantes en las granjas que se extienden de Brighton a Evans. En sus visitas, junto con el grupo de voluntarios del Ministerio del Migrante, pudo observar –y vivir– los enormes desafíos personales que enfrentan ellos y sus familias.
El contacto del obispo auxiliar de Denver con los migrantes ha sido constante. A través de la casa de acogida San Juan Diego se ha interiorizado con sus problemas, hoy exacerbados por el fin del programa conocido como DACA (Acción Diferida para Llegadas en la Infancia) y por la deportación y la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos.
En Colorado, el problema central es que seis de cada diez trabajadores agrícolas –quienes llevan a cabo jornadas de más de 12 horas de trabajo, aislados, sin poder salir a ningún lado por temor a que los atrapen y los deporten—son trabajadores indocumentados.
En su experiencia in situ con los trabajadores agrícolas, según narra Levitt, el obispo Rodríguez tiene recuerdos muy vivos: “Los vi volver del trabajo (cosechar cebollas). Sus rostros muy cansados, ansiosos por bañarse, cocinar algo para comer, irse a la cama y prepararse para el próximo día laboral. Me saludaron y me pidieron que bendijera la casa”, cuenta el obispo Rodríguez a Crux.
Lo que más le llamó la atención, termina diciendo el reportaje de la revista estadounidense, fue la comprensión de que “en medio de esta situación de pobreza y trabajo duro, Dios estaba con ellos y querían sentirse bendecidos por Él”