La isla ha quedado a merced de la ayuda internacional El éxodo de los habitantes de Puerto Rico a Estados Unidos se ha intensificado en las últimas semanas, tras el paso devastador del huracán María el 20 de septiembre y, antes, de Irma.
Ya en años anteriores, debido a la bancarrota en la que se encuentran las finanzas del gobierno de Puerto Rico, la ausencia de empleos, y de empleos bien remunerados y la presión de una deuda externa impagable, que ronda los 80,000 millones de dólares, había motivado que 400,000 personas se fueran de la isla.
Si bien es cierto que desde fines del siglo XIX los boricuas han emigrado constantemente (casi es parte de su identidad), también lo es que dos ciclones categorías 5 y 4 en la escala Saffir-Simpson aceleraron este proceso, al grado tal que entre los artículos de lujo más peleados están los boletos de avión.
La isla ha quedado a merced de la ayuda internacional, sobre todo de Estados Unidos, de los apoyos dados y conseguidos por puertorriqueños notables como la actriz y cantante Jeniffer López y de la reconstrucción que lidera el gobierno.
Hay poca electricidad, alimentos, hielo, muy mala calidad del agua potable y casi nada de gasolina. Los hospitales están sufriendo enorme escasez de medicinas y ha habido casos de personas que mueren por no tener corriente eléctrica conectada a sus aparatos de asistencia.
Primero los enfermos graves están abandonando la isla. Más adelante, todo aquel que puede conseguir uno de los preciados boletos de avión para irse, principalmente, a Miami o a Nueva York, los dos sitios donde la colonia puertorriqueña.
Hay que recordar que Puerto Rico es, oficialmente, un Estado Libre Asociado a Estados Unidos y, por tanto, es un territorio no incorporado estadounidense con estatus de autogobierno por lo que sus ciudadanos pueden ir a vivir al país del norte sin pasar por todos los vericuetos migratorios de la actual administración federal.
Cualquier cosa que se pueda vender –casa, automóvil, propiedades que antes podrían haber sido planeadas para desarrollos hoteleros—se pone en venta con tal de poder abandonar la isla. Casi nadie piensa volver. Lo han perdido todo. Y prefieren reahecer sus vidas en otros lugares de Estados Unidos.
La “ventaja” es que existen muchas asociaciones de puertorriqueños en Estados Unidos, mismas que están trabajando arduamente para recibir a sus compatriotas y darles cobijo mientras se establecen y generan un modelo de vida que les permita sacar adelante a su familia.
También hay casi 5 millones de puertorriqueños en Estados Unidos, lo que hace posible que muchas familias tengan parientes en el territorio continental, lo que facilita que puedan mandarles temporalmente –mientras pasa la crisis humanitaria—a esposas, madres, hijos, abuelos.
Se calcula que la isla, con 3.4 millones de habitantes podría enfrentar una sangría poblacional de hasta el diez por ciento de sus ciudadanos. De ellos, según han informado medios estadounidenses, cerca de 100,000 podrían ir a vivir a Florida, concretamente a la zona entre Orlando y Tampa.
“Todos se van”, es el comentario que se escucha en las inmensas colas de hasta ocho horas para conseguir un poco de gasolina. Los que se quedan lo hacen porque no tienen otra salida. La normalidad tardará mucho tiempo.
Puerto Rico, la “perla de los mares”, está en serios problemas. Devastada y cada vez más sola.