Pelé es el futbolista considerado, por muchos, el mejor de toda la historia de ese deporte. El Comité Olímpico Internacional lo definió “el mejor futbolista del siglo XX”.
"Dios me dio el fútbol y sólo Él me lo puede quitar", decía cuando se atrevían a vaticinar el fin de su reinado futbolístico. Desde 1962 dijeron que ese reinado había terminado: luego lo repitieron en 1966... "El hecho es que aquí estoy, dispuesto a jugar otra Copa del Mundo. Lo que Dios da, sólo Dios lo quita".
Decía que Edson Arantes do Nascimiento, mejor conocido como Pelé, hablaba con la tranquilidad de un clérigo medieval.
"- ¿No se siente en ocasiones prisionero de su propia fama? - le preguntó un periodista en 2015-
Él contestó:
- Bueno, algunas veces, pero Dios sabe a quién da las cosas y si Él me dio la fama, el cariño de millones de personas, la curiosidad de centenares de periodistas, el dinero, el don de saber jugar fútbol, también me dio la paciencia para soportar lo desagradable que esas circunstancias pudieran traer. Soy Pelé. Lo sé. Pelé es un conjunto de cosas y nada valdría aceptar las gratas y rechazar aquellas que no son".
Pelé, uno de los más admirados y poderosos astros del balompié es ícono y modelo para sus fanáticos y un "dios" para los brasileros. Pero él tenía al suyo, al verdadero y único Dios. No tenía el menor interés en disimularlo. Era uno de esos ídolos de este mundo que parecía dispuesto a involucrarlo en su día a día cada vez que viniera a cuento, de manera sencilla y muy natural. Tal vez por ello ha llevado su carrera sin divismo, sin la prepotencia y hasta los escándalos que acompañan la trayectoria de algunos famosos de las canchas.
Cuando se comentaba que sus habilidades parecían declinar, dijo: "Dios me dio el fútbol y sólo Él me lo puede quitar – repuso Pelé -. Desde 1962 dijeron que ese reinado había terminado; luego lo repitieron en 1966... el hecho es que aquí estoy dispuesto a jugar otra Copa del Mundo. Lo que Dios da, sólo Dios lo quita". Era la víspera del Mundial de México 1970 y Pelé seguía siendo la figura indiscutible de la selección de Brasil.
Confesó que ganaba menos que muchos otros futbolistas, sin embargo, colocaba al dinero en el puesto correcto: "Yo tengo dinero, pero ese dinero no me servirá de nada si no tuviera la conciencia tranquila y la certeza de que si lo tengo es porque lo he ganado con un gran esfuerzo y en forma totalmente honesta".
Consideraba su actuación en las canchas deportivas un producto, más que de sus habilidades y cualidades, "un don del cielo, algo que me dio Dios".