“A un grupo de hombres y mujeres valerosos que no tienen miedo, que no se rinden”Andréi Dmítrievich Sájarov fue un eminente físico nuclear soviético, socialista y activista en favor de los derechos humanos y las libertades. Fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1975. Desarrolló la bomba de hidrógeno que la URSS consiguió en 1953. A finales de los cincuenta, comenzó a publicar artículos sobre el uso de la energía nuclear para fines pacíficos. Se transformó en un ferviente pacifista.
Cuando pidió que fueran prohibidas todas las armas nucleares, fue cesado en todos sus cargos. En 1970 fundó el Comité de Derechos Humanos y se convirtió en un activo luchador por las libertades políticas en la URSS.
Se le concedió en 1975 el Premio Nobel de la Paz, aunque el gobierno soviético no le permitió acudir a Noruega para recogerlo. Tras haber denunciado la invasión de Afganistán fue exiliado a Gorki en 1980.
El glasnot le permitió ser elegido para el nuevo Congreso de Diputados del Pueblo en abril de 1989. Andréi Sajárov falleció en Moscú el 14 de diciembre de 1989. Su cerebro fue enviado al Instituto Cerebral de la Academia de Ciencias de la URSS para ser estudiado.
El “Premio Sájarov para la Libertad de Conciencia”, bautizado así en honor de este científico y disidente soviético, fue establecido en 1988 por el Parlamento Europeo como un medio para homenajear a personas u organizaciones que han dedicado sus vidas o acciones a la defensa de los derechos humanos y las libertades. Ha sido otorgado a personalidades como el líder sudafricano Nelson Madela y Guillermo Fariñas de la disidencia cubana; a los activistas durante la primavera árabe y a organizaciones como las Damas de Blanco y Reporteros Sin Fronteras.
Es la historia detrás del reconocimiento que hoy se anuncia para la disidencia venezolana, decisión que constituye un gesto de alto valor simbólico que “contribuirá a restaurar la libertad, la democracia, la paz y los derechos humanos en Venezuela”, según expresó el eurodiputado del PP José Ignacio Salafranca al conocer la decisión.
En la candidatura, a propuesta del Partido Popular Europeo (PPE) y el grupo de los liberales (ALDE), figuran dirigentes como Daniel Ceballos, Yon Goicoechea, Lorent Saleh, Alfredo Ramos y Andrea González, considerados presos políticos por la Eurocámara.
La decisión -conocida hoy- del Parlamento Europeo (PE) es entregar el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia a la oposición venezolana, representada por la Asamblea Nacional y su presidente, Julio Borges, así como por los dirigentes opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma, este último, alcalde metropolitano de Caracas quien cumple casa por cárcel, detenido por expresa orden presidencial el 19 de febrero del 2015.
La oposición venezolana, confirmaron fuentes de la Eurocámara, se impuso a los otros dos finalistas, la activista guatemalteca por los derechos humanos Aura Lolita Chávez Ixcaquic y el periodista Dawit Isaak, encarcelado en 2001 en Eritrea.
El comunicado informa, en relación a Venezuela, que se ha premiado “a un grupo de hombres y mujeres valerosos que no tienen miedo, que no se rinden, que hostigados, golpeados, encarcelados o inhabilitados luchan por su libertad y por su dignidad”. Esperan que “este reconocimiento animará a los venezolanos a continuar con su defensa pacífica y ejemplar de la libertad y el Estado de derecho” frente a los abusos del presidente Nicolás Maduro.
Hay quienes ven al Sájarov como “una herramienta de activismo político”. De allí, que comentaristas europeos han insistido en que “ahora es más importante que nunca que permanezcan unidos y que no se rindan a las manipulaciones y abusos del dictador Maduro”.
El premio se entregará en una ceremonia en Estrasburgo el próximo 13 de diciembre.
Como precedente, en abril de este año, comenzó una ola de protestas en Venezuela que culminó cuatro meses después, crisis que se produjo por la “ruptura del hilo constitucional” en el país, a raíz de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) dictara la decisión 156 mediante la cual se atribuye a sí mismo las funciones de la Asamblea Nacional (AN) y extendiera los poderes del presidente Nicolás Maduro, lo cual originó esta nueva oleada de protestas a lo largo y ancho del territorio nacional conocidas como “Primavera venezolana” o “Rebelión de abril”. El dramático saldo es más de 100 jóvenes asesinados durante la represión, entre otras consecuencias.
El 27 de abril del 2017 el gobierno de Nicolás Maduro ordena el retiro de Venezuela de la OEA, y las relaciones diplomáticas de Venezuela con los demás países caen a un punto crítico, en medio de la más pavorosa inflación, acompañada de escasez de alimentos y medicamentos cuyas consecuencias están debidamente registradas en un patético informe de Cáritas Venezuela el cual revela la desastrosa situación de los servicios de salud y los índices de desnutrición infantil, sin precedentes en el país (alrededor de 300.000 niños podrían morir por desnutrición).
Al punto que, de no solicitarse y distribuirse ayuda internacional -punto en que tanto ha insistido la Iglesia Católica- para esta emergencia, podría ser, según analistas, la causa de una reactivación de las protestas, esta vez acicateadas por el hambre y la desatención que castiga a los sectores más vulnerables de la población.