El cultivo de cáñamo podría frenar el impacto medioambiental del petróleo aplicado a la moda, gracias a las fibras textiles que aporta. Pero en algunos países está prohibido por su relación con la marihuana.El sector textil es uno de los que mayor influencia tiene sobre el medio ambiente y lamentablemente su impacto es negativo.
En el caso de las fibras sintéticas (acrílico, poliéster, nylon, spandex, lycra…), el impacto medioambiental es grande puesto que se trata de productos generados a partir del petróleo y que produce gran cantidad de dióxido de carbono en su creación y tratamiento.
Pero también las fibras naturales (algodón, seda, lino…) son una causa de descuido y agresión a la casa común. Por los cultivos intensivos que se hacen más allá de lo que aporta la tierra en sus procesos naturales. O por el consumo disparatado de agua que se utiliza para procesos como el tintado. Para fabricar un pantalón vaquero (uno solo) se necesita entre 2.130 y 3.078 litros de agua. La huella hídrica empieza a ser terrible.
Tanto los usuarios como distintas voces dentro del propio sector reclaman una reconversión “eco” ante el agotamiento de los recursos naturales (agua y materias primas), que a su vez contribuiría a cuestionar las condiciones laborales de los trabajadores de este mercado.
Si bien hay muchas vías para mejorar la situación, la ingeniería textil ha aportado en los últimos años descubrimientos que podrían dar un giro de 180 grados al sistema actual. Se trata del uso de seis materias primas como alternativa a las actuales, con cualidades que mejorarían el medio ambiente al trabajar con ellas. Son el cáñamo, el café, la piña, el loto, el banano y la ortiga.
La fibra de cáñamo, la otra cara de la marihuana
El cáñamo es una planta de gran versatilidad y con grandes propiedades como el hecho de que sus fibras son antibacterianas. Crece en territorios de muy diverso clima y las fibras son diferentes en función del hábitat en que se ha desarrollado. La fibra puede ser dura y resistente cuando ha crecido en territorio seco y en temperaturas extremas, y así hacer posible tejidos de tipo arpillera o saco, a partir de la estopa. En cambio, puede llegar a ser suave como el algodón si ha podido desenvolverse en un clima húmedo y temperaturas templadas.
El cultivo del cáñamo es fácil. Requiere muy poca agua y no necesita fertilizantes, pesticidas o uso de semillas transgénicas. Hay que decir que el cannabis industrial, que es el empleado para el sector textil, tiene un bajo contenido en tetrahidrocannabinol (THC), la sustancia que actúa como droga.
En la actualidad, marcas como Adidas, Quicksilver o Woolrich emplean el cáñamo en algunos de sus productos.
A modo de curiosidad histórica, se sabe que las velas de navegación que empleó Cristóbal Colón y la primera bandera norteamericana estaban hechas de este tejido, así como -en el sector de las artes gráficas- muchos de los billetes de curso legal en Estados Unidos a lo largo del siglo. Esto último se debe a que el cáñamo también ofrece salidas en la industria papelera ya que de él se obtiene celulosa, lo que frenaría la deforestación.
China y Corea del Norte, a la cabeza
En China, el cáñamo forma parte de los cultivos tradicionales desde hace 8.000 años. De hecho, el 50 por ciento de la producción mundial se lleva a cabo en este país, que también posee más de la mitad de las 600 patentes de fibras de cáñamo que existen hoy. ¿A qué se debe esto? A que el cáñamo (Cannabis sativa) es la planta de la que se obtiene la marihuana. Esto hace que, debido a la vinculación con la droga, en muchos países esté prohibido su cultivo o que esté semiprohibido: en estados como Holanda o Uruguay es legal solo hasta 6 plantas por persona, en España es legal siempre que no sea en lugar visible al público.
La clave de la ampliación para este tipo de fibra dependerá de la importancia que cada país conceda al desarrollo textil en combinación con la salud pública. En este sentido, Corea del Norte es abierta como su socia China y permite totalmente el cultivo.