A veces sólo hace falta que uno hable para que los demás comiencen a hacerloEl escándalo del productor hollywoodense Harvey Weinstein ha traído consecuencias más allá de la industria del cine, demostrando que, en general, el mundo del espectáculo esconde muchos “secretos” (a voces o no).
En el caso de la moda, esta vez el señalado es el famoso fotógrafo Terry Richardson, quien ya no será contratado ni publicado por el grupo editorial Condé Nast (Vogue, Vanity Fair, GQ, Glamour, entre otras publicaciones) luego de que el diario The Sunday Times publicara un artículo donde cuestionaba que Richardson (a quien llamaron “el Harvey Weinstein de la moda”) también tiene varias acusaciones de abuso sexual desde hace años y, aún así, sigue siendo contratado y celebrado por diseñadores, marcas y revistas.
El trabajo de este fotógrafo data de los años 90 y siempre se ha caracterizado por su alto contenido sexual (para muestra, el video Wrecking Ball de Miley Cyrus). Sin embargo, algunas modelos que han participado en sus sesiones fotográficas lo han acusado de cruzar la línea y de ser todo un “depredador con cámara”, alegando que tenía comportamientos sexuales inapropiados y se aprovechaba de las modelos jóvenes y de su posición de poder para participar u obtener ciertos actos sexuales.
Estas acusaciones se remontan al año 2001 y cuentan con voces poderosas como Coco Rocha, Rie Rasmussen y hasta Bimba Bosé. En su momento, Richardson alegó, al igual que ahora y como también lo hizo Weinstein, que no hizo nada con lo que esas modelos no estuvieran de acuerdo y que todo acto fue consensuado.
“Trabajé con él una vez y no lo haré de nuevo. Me hizo sentir como si fuera una prostituta”, confesó la modelo Liskula Cohen al Huffington Post en 2014. Asimismo, una antigua modelo que hoy en día es periodista, Jamie Peck, le dijo en una ocasión al diario británico The Telegraph que Richardson la presionó en 2004 (a sus 19 años) para que le practicara un acto sexual.
Por ahora, sólo el grupo Condé Nast se ha pronunciado. Ninguna otra revista o de las grandes firmas de lujo para las que Richardson ha trabajado (Marc Jacobs, Yves Saint Laurent, Tom Ford, entre otras) ha dicho algo al respecto; por el contrario, siguen elogiando su trabajo artístico, como es el caso de la reciente campaña Resort 2018 de Valentino, la cual sí ha sido criticada por el público, no por su contenido (son modelos en una cancha de tenis, nada provocador) pero sí por su realizador, invitando incluso a hacerle un boicot a la firma italiana.
El arte tampoco se ha quedado atrás. El diario británico The Guardian compartió una carta firmada por unas 2.000 mujeres, entre artistas, galeristas, escritoras, curadoras, directoras, editoras, asistentes, administradoras y pasantes donde aseguraban que habían sido víctimas de amenazas e intimidaciones por parte de personas de poder chantajeándolas con su acceso a recursos y posibles ascensos profesionales a cambio de ciertos “favores”.
La carta es una respuesta al escándalo del editor de la revista Artforum, Knight Landesman, quien tuvo que renunciar a su cargo luego de que una de sus empleadas, Amanda Schmitt, lo acusara de acoso sexual.
Es interesante que la nota la hayan titulado “No es sorpresa” y justamente hablen de que nada de eso es nuevo en el mundo del arte (como por ejemplo, que un curador se ofrezca a hacer una exhibición a cambio de sexo o que una cita con un coleccionista se vuelva una proposición indecorosa) pero que ahora son demasiadas como para seguir quedándose calladas: “Tampoco es sorpresa que se nos critique por no haberlo denunciado antes”, concluye la carta.
Asimismo, la actriz Jane Fonda ha señalado un detalle que también ha puesto a muchos a reflexionar… y es que el 95% (o más) de estas víctimas son mujeres blancas y rara vez se considera que las de raza negra han sufrido estos abusos por siglos y se pregunta: ¿Hubieran obtenido la misma cantidad de atención?
Sin duda, el caso de Weinstein ha sido tan grande que ahora se están desempolvando muchas viejas acusaciones y se está aprovechando para hablar y profundizar en todo lo relacionado con el acoso y abuso sexual. Lo triste es que, ciertamente, todos los casos apuntan a que “todos sabían y nadie hizo nada”. Quizá ese es el gran problema de nuestra era… no tanto la cantidad de personas que hacen daño, sino las que no hacen nada al respecto.
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