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El Louvre: 8 siglos de historia

L’œuvre de JR à la Pyramide du Louvre © Dina Morin

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Dolors Massot - publicado el 08/11/17
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Visitar el Louvre es emprender un viaje en el tiempo: desde que fue fortaleza militar en la Edad Media hasta la Pirámide de cristal, de 1989. Un imprescindible del viaje a París es la visita al Museo del Louvre. Y no una visita sino varias: se necesitan días para contemplar las obras de arte que alberga. Sin embargo, pocos reparan en que también las piedras de este museo, junto al Sena, guardan una historia de 8 siglos.

En la edad Media, durante el reinado de Felipe Augusto (1165-1223), este monarca hizo construir una fortaleza a orillas del Sena. París era ya entonces la capital (desde tiempos de los romanos era una ciudad importante en el Imperio). Felipe Augusto quería proteger la urbe y se proveyó de una arquitectura sólida y austera que dotaba al edificio de planta cuadrangular y torreón para avistar al enemigo. El visitante puede hacerse todavía hoy una idea muy clara de cómo era esa fortaleza gracias a las fosas, que todavía pueden contemplarse en la galería del Carrusel del Louvre.

Al encontrarse esta zona en un largo período de paz, entre los años 1364 y 1380, Carlos V(1338-1380) ordenó los trabajos de reforma para que el Louvre se convirtiera en un castillo. Así, se conjugaba la finalidad defensiva con la de convertirse en residencia de reyes. Ese proyecto fue llevado a cabo por el arquitecto Raymond Du Temple. La aduat fortaleza dispuso a partir de entonces de apartamentos (habitaciones amplias y acondicionadas), lugares de entretenimiento, salones… Se instaló una biblioteca para el rey, que era amante de la cultura.

Los volúmenes de esta biblioteca constituyen el germen del que nacerá más tarde la Biblioteca Nacional de Francia (situada hoy en otro edificio, creado por Jean Nouvel).

Sin embargo, la paz no fue una constante y los continuos enfrentamientos de Francia con otros reinos hicieron que la nobleza decidiera alejarse del Louvre y prefiriera instalar los castillos en el área del Loira (hoy también visitables en su mayoría). Solo hace falta recordar que la Guerra de los Cien años se prolongó desde 1337 hasta 1453.

 La Gioconda y el cuarto de baño del Rey

¿Quién no ha oído hablar de la Gioconda? Tal es su poder de atracción entre el público que el museo dispone de una cola independiente para visitarla.

Francisco I (1494-1547) es conocido como el soberano del Renacimiento. En su época se desarrollaron los castillos del Loira, pero la gran aportación cultural de la época llegaría de una forma curiosa.

Leonardo da Vinci se había convertido en un gran pintor y la esposa de un mercader florentino le encargó el cuadro “La Monna Lisa” (o lo que es lo mismo, la Gioconda). Sin embargo, ella consideró que el pintor se demoraba y decidió rehusar la compra. Finalmente, fue el rey Francisco el que prestó atención al óleo y decidió adquirirlo (por 4.000 escudos de oro, una fortuna), pero nada menos que con destino a su cuarto de baño del palacio de Fontainebleau. Quién iba a decir que aquel cuadro será siglos después el más visitado del mundo.

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La Gioconda puede visitarse por separado, aunque las colas son infinitas y la aglomeración ante la imagen se ha convertido en un serio inconveniente

En época de Francisco I, el Castillo del Louvre se demolió y se reconstruyó. El rey quiso que la arquitectura proclamara la grandeza de Francia y su esplendor. Hizo instalar espacios lujosos para la recepción y despachos para reuniones. Posteriormente, Catalina de Médici (1519-1589) también hizo levantar el Palacio de las Tullerías. El rey Enrique IV (1553-1610) hizo construir una gran galería entre el Palacio del Louvre y el Palacio de las Tullerías para circular entre el lugar de poder y sus apartamentos. Su nieto Luis XIV se encargó de redondear aquellas obras de modernización de los edificios y, de hecho, los jardines sirven como obra de experimentación para André el Nôtre, a quien le encargaría Versalles.

Esta es la época de mayor esplendor para el Louvre en tanto que edificio. La infraestructura hacía que en todas las cortes europeas se hablara de ella como de un gran escaparate del poder.

¿Cuándo el Louvre deja de tener función política y se convierte en museo?

Luis XIV, llamado el Rey Sol, llevó al máximo esplendor la corte francesa, pero consideró que el Louvre no aportaba el suficiente lujo, por lo que quiso trasladarse a Versalles.

En el Louvre quedaron nobles, intelectuales y artistas de la corte, que residían allí. La mudanza del monarca le hizo pensar en dotar esas estancias de una nueva utilidad que a su vez contribuyera a la “grandeur”.

La Revolución Francesa precipitó la inauguración de la Gran Galería para el público. Allí se exponían las obras de las colecciones reales, que desde aquel momento quedaban expoliadas a la monarquía y la nobleza. Las colecciones crecieron con los años a partir de confiscaciones (entre otras instituciones a la Iglesia Católica), victorias militares y donaciones privadas que se ofrecían también al Louvre para la adquisición de nuevas piezas.

Mientras vivía en el palacio de las Tullerías, el emperador Napoleón Bonaparte (1769-1821) convirtió al Louvre en un gran museo con la ayuda de su primer director, Dominique Vivant Denon (1747-1825). Vivant fue quien verdaderamente organizó las colecciones de lo que en la actualidad visitamos.

Parte del Louvre se abrió por primera vez al público como museo el 8 de noviembre de 1793.

Carlos X (1757-1836) hizo construir una nueva galería a lo largo de Rivoli, paralela a la construida por iniciativa de Enrique IV. Allí se crearon los departamentos de antigüedades griegas y egipcias.

Durante el Segundo Imperio, el Louvre adquirió la forma que conocemos hoy. Se hizo construir dos cuerpos de edificios que rodean al Patio Napoleón, donde hoy se encuentra la Pirámide del Louvre. Se acondicionaron nuevas salas para el Museo del Louvre, que tenía oficinas para los ministerios, y se instalaron establos.

El Gran Louvre

En 1981, François Mitterrand fue elegido presidente de la República Francesa. La renovación del Museo del Louvre y su reacondicionamiento se confiaron al arquitecto Ieoh Ming Pei, que llevó el edificio a la ingrecaión en la arquitectuura contemporánea. Esos trabajos se centraron en la construcción de las pirámides y la ampliación de la entrada principal con el Carrusel del Louvre.

Los últimos grandes trabajos de reforma del Louvre fueron los del acondicionamiento del Patio Visconti para instalar allí el departamento de Artes del Islam.

En 2014, el Museo del Louvre recibió a más de 9 millones de visitantes, de los cuales tres cuartas partes eran extranjeros. Se convertía en el Museo más visitado del mundo y lo fue también al año siguiente. Sin embargo, los atentados terroristas acaecidos en París, perjudicaron el turismo y en 2016 el museo más visitado del mundo fue el Nacional de China, con 7.700.000 visitantes (200.000 que el francés). El Louvre, sin embargo, sabe que alberga, una de las mejores colecciones de arte del mundo, así que es un corredor de fondo. Después de 8 siglos de guerras, incendios, revoluciones y decisiones políticas, sabe bien que el público ama lo que alberga en su interior y lo que explican sus piedras, que es mucho más que la sola historia de un edificio.

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