Sus declaraciones publicadas en un periódico local sobre el trato indigno que recibió en la meca del cine vuelven a estar hoy de actualidad.Tan solo imagina lo diferentes que podrían haber sido las cosas si la gente hubiera prestado atención de verdad hace 72 años a la magnífica, valiente y hermosa Marueen O’Hara.
El extendido comportamiento deleznable de los poderosos y el sufrimiento que ese comportamiento causó no habría desaparecido de un plumazo, por supuesto, pero quizás habría contribuido en gran medida a mitigarlo.
[Traducción de la noticia]
Huelga de amor de una estrella
La estrella de cine irlandesa Maureen O’Hara acusó hoy a productores y directores de Hollywood de llamarla ‘una patata fría sin atractivo sexual’ por negarse a permitirles hacer el amor con ella, informa el corresponsal del Mirror en Nueva York.‘Estoy tan harta que estoy dispuesta a marcharme de Hollywood’, dice Maureen. ‘Se ha vuelto tan insoportable que odio venir a trabajar cada mañana’.
‘Soy una víctima indefensa de una campaña difamatoria en Hollywood. Por no haber permitido que el productor y el director me besen cada mañana o me soben, han ido contando por toda la ciudad que no soy una mujer, sino una fría estatua de mármol.
Supongo que Hollywood seguirá sin considerarme otra cosa que no sea un frío trozo de mármol, hasta que me divorcie de mi marido, abandone a mi bebé y ponga mi nombre y fotografía en todos los periódicos. Si esa es la idea que Hollywood tiene de lo que es una mujer, estoy preparada para marcharme ahora”.
Este pequeño fragmento de noticia que ha estado viajando por todos los medios sociales en estos días es parte una pieza mayor publicada en The Ironwood Daily Globe (Míchigan, EE.UU.) en mayo de 1945, y preservada aquí (H/T).
Sin duda alguna, suena a la actriz O’Hara, conocida porque no tener pelos en la lengua ni permitir que su descontento pasara desapercibido.
Aunque la actriz irlandesa, que falleció hace tan solo dos años a la edad de 95, fuera acosada por algunos hombres (algunos, porque no todos los hombres son unos bestias, diga lo que diga la narrativa predominante), su actitud franca y sincera quizás fuera destacada por el apoyo de personajes poderosos que la defendían, incluyendo el director John Ford y su gran amigo John Wayne.
Por desgracia, no todo el mundo tenía o tiene unos protectores así.
O’Hara está enterrada en el Cementerio Nacional de Arlington junto a su marido Charles Blair, general de brigada de las Fuerzas Aéreas de EE.UU.
Si Hollywood o sus clientes de pago o la prensa se hubieran tomado en serio las acusaciones de O’Hara (y el titular de “Huelga de amor” sugiere que no fue así), seguramente no habría purificado de repente a Hollywood, pero quizás habría cambiado algunas cosas.
Y hablando de todo un poco, esta noticia me recuerda (una vez más) aquella perfecta definición de pecado que escribió el genial Terry Pratchett a través de la voz de su personaje Yaya Ceravieja, quien —ahora que lo pienso— podría haber sido interpretada perfectamente por una Maureen O’Hara más anciana, de haberse llevado al cine hace diez años el libro Carpe Jugulum.
– En la actualidad hay un debate acalorado y muy interesante sobre la naturaleza del pecado, por ejemplo. [Dice Avena]
—¿Y qué es lo que piensan? Están en contra, ¿verdad? [Pregunta Yaya]
—No es tan sencillo. No es una cuestión de blanco y negro. Hay muchísimos matices de gris.
—Pues no.
—¿Cómo dice?
—No hay grises, solamente blanco que se ha enguarrado. Me extraña que no sepas eso. Y el pecado, joven, es cuando uno trata a la gente como si fueran cosas. Incluyéndose uno mismo. Eso es el pecado.
—Es mucho más complicado que eso…
—No, no lo es. Cuando la gente dice que algo es mucho más complicado, significa que les preocupa que no les vaya a gustar la verdad. Tratar a la gente como si fueran cosas, ahí es donde empieza todo.
—Oh, estoy seguro de que hay crímenes peores…
—Pero se empieza pensando en la gente como si fueran cosas…
En efecto, así es como empieza todo, cuando se permite que el instinto humano más maligno y roto piense en otras personas como cosas, como rostros, como cuerpos, como unidades sancionables, como productos, como elementos desechables. Y la ruina desparramada por toda nuestra sociedad es un signo de adónde nos lleva.
En este día frío y gris, levantemos una taza caliente y tonificante por la memoria de O’Hara y por la de Pratchett, e intentemos mejorar para combatir esa cosa del pecado y esa cosificación.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición inglesa de Aleteia , y ha sido traducido y / o adaptado aquí para lectores de habla española.