La Virgen de la Cueva Santa: Seis siglos de prodigios y milagros
En una cueva de la montaña de Montemayor (Montmajor), en la Sierra de Calderona, en Castellón (España) se apareció en el año 1516 una Virgen. Cuenta la leyenda que uno de los pastores que se refugiaba en la cueva debió dejar una imagen atribuida a Fray Bonifacio Ferrer, prior general de la cercana Cartuja de Vall de Cristo y hermano del dominico San Vicente Ferrer. Un siglo más tarde otro pastor se refugió en la cueva y la Virgen se le apareció para decirle donde se encontraba la imagen.
La talla encontrada tiene 20 cm de alto y 10 cm de ancho. Es un bajorrelieve de yeso y como característica fundamental es representada como una virgen anciana con traje de viuda. Lo más increíble es que pese a la humedad del lugar la imagen no se ha deteriorado.
Durante el reinado de Felipe II la devoción a la Virgen de la Cueva Santa crecerá y será conocida en todo el reino. Comienzan a conocerse distintos prodigios atribuidos a sus aguas cercanas y comenzó a pedírsele su intervención pidiendo lluvia en momentos de sequía. Se realiza una pequeña reforma en el siglo XVI para cerrar el lugar, colocar un pequeño altar y una reja. Se inicia así el culto y la celebración en el lugar.
Algunos milagros
En el siglo XVI comienzan a producirse los milagros. Juan Roca de Jérica se lavó con el agua de la Cueva y curó “de un mal aire” que le había tocado en el campo y Luis Talamantes de la misma villa curó de la rotura de uno de sus huesos. La curación más famosa sería la de un vecino del lugar. Se hallaba enfermo, cubierto de llagas y lepra. Le llevaron agua de la Cueva y curó. En 1579 y debido a una gran sequía los lugareños peregrinarían a la Cueva Santa y rápidamente llegó la lluvia, con tanto volumen que lo vieron como un milagro.
Actualmente el Santuario de la Bienaventurada Virgen de la Cueva Santa es un centro de peregrinaciones populares muy conocido en la Comunidad Valenciana con edificaciones destinadas a fines religiosos y hospedería. Desde el año 1955 es la Patrona de los espeleólogos españoles, y desde 1961 patrona de la diócesis de Segorbe-Castellón juntamente con San Pascual Bailón.