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El refugiado sirio que da comida a pobres en Alemania

REFUGEE
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Dolors Massot - publicado el 20/11/17
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Alex Assali decidió agradecer la acogida que Alemania le dio cuando huía de la guerra. Su acción ha provocado un efecto dominó, una cadena de favores“No me puedo imaginar lo que ha debido experimentar, pero estoy muy feliz de haberlo conocido y ver lo que está haciendo”. Escribió estas palabras Tabea Bü, una joven berlinesa que se cruzó con Alex un sábado en el metro de la capital alemana y decidió compartir el momento en Facebook.

Alex Assali es sirio y tiene hoy 41 años. A causa de la guerra en su país, se vio obligado a dejar a su familia ya que Estado Islámico quería asesinarlo. Salió del país y, una vez en Europa, fue acogido en Alemania. No pasó mucho tiempo hasta que el joven decidiera agradecer con obras el favor inmenso que le había dado la tierra alemana por haberle acogido. Y pensó en “devolver el favor a la gente alemana”. Así es como se organizó para salir cada sábado a la calle y repartir comida a los indigentes.

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Tabea Bü – Facebook

Alex dejó que le ayudaran otras personas y así se multiplica la cadena de favores. Tabea fue una de ellas. “Ayer me permitió ir con él y ayudarlo”, escribió la muchacha en noviembre de 2015. “Dios lo bendiga de parte de tantas personas. Gracias, Alex”, concluyó. Desde entonces Tabea estuvo un año ayudando a Alex como voluntaria para preparar las comidas y servirlas.

Hasta aquí la versión corta de la historia. ¿Quieren leer la versión larga?

Nieto de un antiguo primer ministro

Para comenzar, solo dos datos. Uno, Alex Assali es ingeniero de telecomunicaciones. Dos, su abuelo fue primer ministro de Siria entre 1952 y 1958. Alex es nacido en Siria pero cursó la Universidad en el Líbano entre 1997 y 2003. Al regresar a su país, se encontró con que Bashar Al Assad controlaba el poder desde el año 2000 y decidió publicar escritos en contra del régimen: “Él asumió el control a los 36 años, a pesar de que la ley del país decía que había que ser mayor de 40 años para optar a la Presidencia. Cambiaron la ley en una hora y El Assad era presidente sin que nadie lo hubiera votado. Aquello era una dictadura”. Aquella crítica le valió la defenestración: en 2006 se dictó orden de arresto contra él en Damasco.

El 2006 fue para Assali el año de un largo viaje. Sin documentación se marchó a Líbano, Chipre, Egipto (donde trabajó ocho meses en el servicio de habitaciones de un hotel), Sudán y Libia.

Una vez en Libia, consiguió documentación falsa y en 2008 pudo comenzar a trabajar en la Universidad de Trípoli como técnico de telecomunicaciones y más tarde en la African University de Zawiya. En esa época se casó.

En 2012 los partidarios de la revolución en Siria aceptaron el uso de las armas. Para Alex Assali, a pesar de que su lucha política buscaba derrotar a El Assad, esto iba contra su conciencia y decidió manifestarse abiertamente en contra. Había creado una oficina desde la que se trabajaba la oposición a El Assad, pero fue expulsado de ella y se dio la orden de que no le estaba permitido trabajar en política desde aquel momento. Poco después es arrestado en la misma Libia. La condena es de 3 meses,  pero al acabar “perdí el trabajo y la familia”.

ALEX ASSALI

Archivo personal Alex Assali

Torturado en la cárcel

En 2013, casi por libre, crea una página en Facebook contra el régimen sirio y publica artículos contra El Assad y Estado Islámico (ISIS). Por esta razón fue arrestado y se produjo lo que él llama “los meses más duros de mi vida”, medio año de cárcel en el que sufrió tortura y estuvo a punto de morir varias veces. Le rompieron toda la dentadura y en varias ocasiones lo amenazaron con un cuchillo al cuello. “No me mataron porque lo que les interesaba de mí era la información, que les dijera qué otras personas actuaban contra el ISIS. Por aquella época el director de la cárcel era de Dinamarca y era el líder de Estado Islámico en Zawiya”. Fue ese mismo director quien dio la orden de no acabar con su vida. Lo motivaban otras razones.

Alex Assali enseguida descubrió que, además del fundamentalismo, al director de la cárcel lo movía la corrupción: “Me dijo que me dejaba marchar si escribía en un documento que le daba mi piso, y así fue. Me sacó de la cárcel y me condujo hasta Sabratah, una ciudad portuaria a 60 kilómetros de Libia. Allí me llevó a una pequeña embarcación y por mi plaza pagó 500 dólares“. Alex recuerda que pidió que viajaran con él su mujer, embarazada, y su primer hijo, pero “me dijo que no había tiempo para eso y que me olvidara”.

Travesía por el Mediterráneo, llegada a las costas de Italia y viaje hasta Verona. Era octubre de 2014. De allí, Alex Assali partió a Munich, luego a Frankfurt, Dortmund y finalmente Berlín, donde se estableció.

Mi mujer cree que lucho contra sus hermanos

“Perdí a mi familia y mis posesiones”, explica. Su mujer, cuando él contactó con ella desde Europa, le dijo que quería divorciarse porque yo estaba luchando contra sus hermanos. No quiso atender a razones. A su primer hijo lo asesinaron y a su segundo hijo “no he podido verlo”, lamenta.

A pesar de todo el camino de sufrimiento, Alex asegura que “es mucho” lo que le ha dado la gente en aquel país. Por eso su lema ahora es “Devolver algo a la gente alemana”. Se puso manos a la obra no cuando encontró un trabajo fijo sino a las pocas semanas de llegar a Berlín. “Aquí me sentí tratado bien, acogido desde el primer momento. En la estación de Munich, yo iba con otros dos refugiados y al comprar el billete en la máquina expendedora, necesitábamos 303 euros, pero sólo teníamos 300 en total. Un policía se acercó y yo creí que iba a detenernos; miró qué nos ocurría y puso él 3 euros de su bolsillo”.

Eres un extranjero y ponen los medios para ayudarte

Algo similar ocurrió en Berlín: “Al llegar a la estación debía dirigirme a un hotel, pero resultó que estaba a una hora de allí. Una anciana me acompañó, buscó un supermercado para comprar algo de comida y como ya estaba todo cerrado porque era la medianoche, me invitó a tomar algo en un bar. Tuvo el detalle de preguntarme si tomaba halal y le dije que no era musulmán”.

“Lo que veo en los alemanes -explica- es que es gente que no espera a que le pidas algo. Solo te miran y si ven que buscas algo, acuden en tu ayuda. Eres un auslander (extranjero) y ponen los medios para ayudarte. A la anciana le pedí el número de teléfono y le dije: ¿cómo podré agradecérselo? Ella respondió: No espero que me des nada. Quién sabe si volveremos a vernos. No me quiso dar el número y dejó 50 euros para mí en la recepción del hotel”.

ALEX ASSALI

Archivo personal Alex Assali

“Me quedé en shock al ver a los homeless”

Alex acudió al día siguiente al centro de servicios para refugiados para pedir asilo. Se lo concedieron y todo este tiempo ha podido pagar un alojamiento digno además de recibir 350 euros cada mes para su manutención. “Yo no podía quedarme de brazos cruzados ante tanta bondad. Al mismo tiempo, al conocer un poco Berlín me quedé en shock al ver a los homeless. ¿Cómo es posible que haya personas sin techo en una capital como Berlín? Yo debía hacer algo. Fui a la cocina de que yo disponía en el hotel y preparé comida. Así de sencillo. Cociné sopa de lentejas.”

Unos 100 platos cada sábado en el metro

Desde junio de 2015, cada sábado Alex acude a una estación de metro importante de Berlín y reparte los platos de lentejas. Alexanderplatz, Kottbuser Tor… Nunca está solo. “Siempre hay personas que se quieren unir y hacen voluntariado conmigo. Al principio fue una amiga y una chica de 16 años con su padre. Después llegaron dos estudiantes de un máster de Trabajo Social. “No puedo esperar a tener los papeles en regla para ayudar”, les dijo. De sus 350 euros mensuales, calculó que con 200 puede vivir y el resto lo gasta en el reparto de comidas: ” Cada semana sirvo entre 75 y 100 platos”.

En noviembre de 2015 llegó Tabea Bü. A esta muchacha le conmovió la situación y el primer dio puso la foto en su Facebook. Se leía el lema de la acción de Alex y el mail de contacto. “Al día siguiente el inbox de mi mail estaba saturado, con más de 1.000 mails por leer. El primero de ellos de la cadena de televisión alemana ZDF TV, que quería entrevistarme”. Más de 5.000 personas compartieron el post de Tabea y esto hizo que llegara a todo el mundo.

“Muchos están dispuestos -afirma- a mandarme dinero, pero yo he rechazado los ofrecimientos”. Lo agradece pero prefiere seguir con las dimensiones del comienzo: siempre le ayudan algunas personas y eso es suficiente. Lo que sí le alegra saber es que otros ponen en marcha este sistema de ayuda en otro lugar.

Técnico informático a los fogones

En la actualidad, Alex trabaja como técnico en la empresa de tecnologías de la información Szabries desde diciembre de 2016. Se encarga de instalar sistemas de telefonía y en el momento de la entrevista con Aleteia por videollamada de whatsapp luce la sudadera de la empresa. Es viernes y ya cierra la semana laboral: “Ahora ya a pensar en mañana”, dice sonriente. Cada sábado sigue poniéndose el delantal para cocinar las lentejas de los pobres.

Este periplo vital también ha hecho que Alex se replanteara sus creencias. “Yo era ateo. Mis raíces son judías, y parte de mi familia en la actualidad es musulmana mientras que otra parte es cristiana. Con el tiempo, he ido acercándome a Jesús y ahora estoy en una pequeña comunidad cristiana. Estudiamos la Biblia y recibí el bautismo hace un año en la Kreuzbergprojekt Kirche”, dice. Algunas veces su grupo acude a la celebración eucarística de una iglesia católica en Berlín.

La decisión de Alex de dar las gracias de algún modo a los alemanes lleva ya 12.000 platos de comida distribuidos entre los pobres de Berlín. A eso se suma lo que no queda reflejado en los números: la atención a las personas, la conversación, la ayuda… y el efecto dominó que ha producido en otras personas que ahora ya son también voluntarias.

 

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