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Teodoro Abu Qurra: el teólogo cristiano que confrontó la Ley islámica

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María Angeles Corpas - publicado el 26/11/17
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“Nos habéis despertado del sueño de nuestra negligencia, para que no hagamos de Su sangre, del precio con el que Él nos rescató, algo inútil”

Teodoro Abu Qurra (755-830): monje en el desierto de Judea, obispo de Harrán. Nacido en Edesa. Educado en un ambiente intelectual griego y siríaco. Un teólogo que sigue la estela de Juan Damasceno… ¿Dónde radica una de sus mayores originalidades?: Abu Qurra fue el primer teólogo cristiano que escribió sobre la fe ortodoxa en árabe. Y lo hizo en un momento donde la mayoría lo hacía en griego, siríaco y copto.

Sin pretender realizar paralelismos históricos fáciles, la publicación de esta obra resulta importante para obtener valiosas referencias en el contexto actual. No sólo porque nos revela las figuras de cristianos en tierras del Corán, como lo fue Teodoro Abu Qurra. Sino porque son parte de nuestra Tradición. Ejemplo de vocación misionera en un contexto convulso de islamización. Inspiración para nuestro mundo, en el que sentimos la frecuente tentación de encerrarnos en nuestros propios guetos.

La profesora de la Universidad de Munich, Rocío Daga Portillo, autora de la traducción y estudio del Tratado sobre la Veneración de los iconos de Abu Qurra, define su trayectoria fascinante en un mundo convulso, de debate teológico y de un nuevo equilibrio de fuerzas entre identidades político-religiosas.

En un contexto de rápida islamización de los patriarcados de Alejandría, Antioquía y Jerusalén, Abu Qurra recorrerá lugares “removiendo conciencias” entre paganos y musulmanes. Y esto resulta crucial, ya que, en estos momentos, el sunismo islámico estaba inmerso en un debate sobre qué era la Ley, si debía identificarse plenamente con la Sunna (Tradición viva) y no con la Sharía (código legal).

De modo simultáneo, Abu Qurra defenderá la fe cristiana del Concilio de Calcedonia -la del obispo de Roma- frente a sirios, armenios y orientales. También frente a aquellos musulmanes que consideraban que los concilios ecuménicos tergiversaban la fe, pues ésta sólo se encontraba en las Escrituras.

Sus planteamientos influyeron en los teólogos musulmanes sunnitas y chiítas sobre la transmisión de la Ley. Para los primeros, basada en la transmisión del Hadiz (Tradición viva, dichos y hechos del Profeta). Para los segundos, con un perfil más racionalista y filosófico (Mutazila).

A petición de Anba Yannah, el Tratado fue escrito alrededor del 810, ante la continua presión ejercida por los musulmanes sobre las comunidades cristianas de abandonar su costumbre de veneración de los iconos. Una presión que venía ejerciéndose en el mundo bizantino, al menos desde el 721 cuando el califa al-Yazid II (687-724) ordenó a los cristianos la destrucción de los iconos.

Tal y como expresa la profesora Rocío Daga en su estudio introductorio: “el tema central de la obra es la defensa de una tradición viviente frente a la letra de la ley (…) una fe y una religión como experiencia anclada en lo personal y en la vida de una comunidad” (cfr. p. 42 y 47). Esta identificación de la Ley como experiencia viviente, le enfrentaba a aquellos colectivos (musulmanes y judíos caraítas) que se aferraban a la Ley como sinónimo de Ley Escrita, que excluye la experiencia de la comunidad.

En este sentido, Abu Qurra confrontará la Ley islámica, no sólo en lo referido a la veneración de imágenes sagradas, sino a una fe que se sustentaba en un concepto reducido de la Ley, entendida como normativa desarrollada para la organización de un imperio. Una Ley que se confundía e imponía a la Fe. Es decir, más que abandonar una costumbre, Abu Qurra subraya el abandono de la fe en Jesucristo “verdadera Imagen o Icono del Dios invisible”. Una expresión pública y comunitaria, prohibida a los súbditos no musulmanes, con el fin de reducirla a práctica privada. La prueba palpable de una Ley religiosa impuesta y controlada por el Estado.

REFERENCIA:

ABU QURRA, Teodoro, Tratado sobre la veneración de los iconos. Traducción y estudio de Rocío Daga Portillo, Editorial Nuevo Inicio, Granada 2017.

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