Vocación de médico que no se acaba tras cumplir la edad de la jubilaciónUna foto que encierra muchas historias. Luis Schapira tiene 91 años. Es médico desde hace 65 años, aunque se jubiló hace 27. Todas las mañanas asiste ad honorem al Hospital Fernández, hospital público de la Ciudad de Buenos Aires.
Cuando una usuaria de Twitter le sacó una fotografía esperando el ascensor apoyado con su bastón él probablemente no se dio cuenta.
“Cuando te preguntes qué es la vocación, acordate de este médico jubilado que sigue viniendo ad honorem al hospital”, escribió @VayaAspirina.
Sí lo advirtió su nieta, que al ver la fotografía en Twitter respondió “Mi abuelo. 91 años. La mejor persona del mundo sin lugar a dudas”.
La historia se difundió y hasta un diario le dedicó una nota y lo entrevistó.
“Sigo yendo porque amo a la medicina y al hospital público. Me gusta aprender aunque sé que me quedan pocos años para ejercer, sigo estudiando y me gusta escuchar a los jóvenes a los que dirigí cuando hicieron la residencia. Las mañanas son los momentos más lindos de mis días”, le dijo Luis a La Nación.
La historia de Luis evocó rápidamente otras en la red social. “Mi papá que es psiquiatra con casi 86 años sigue yendo todas las semanas ad honorem al Hosp. Penna para atender a los pacientes. Dejó de ir 2 meses o menos post neurocirugía de urgencia. Vocación pura”, escribió una usuaria identificada con el nombre de Silvina.
Otra, Mónica, recordó que su papá ya fallecido tenía la misma actitud: “Mi viejo también era psiquiatra. De los de antes. Murió en 1985 a los 82 años. El hospital era su vida”.
Médicos enamorados del hospital, que aún tras la jubilación deciden seguir concurriendo a dar una mano porque saben que tantos años de conocimiento y experiencia aún pueden seguir dando fruto, se ven por toda la Argentina.
Dicho “en criollo”, lo llevan en el alma; no hay otra explicación a eso tan bendito que es la vocación, que en muchos casos trasciende los años de remuneración que permita la profesión.
Otros, con la misma vocación, han hecho de su propia vida un hospital.
Es el caso de Abel Albino, un médico pediatra argentino de 71 años que se dedica al tratamiento de la desnutrición infantil a partir de la Fundación Cooperadora para la Nutrición Infantil y recorre el país promoviendo centros que dan esperanzas a miles de niños y familias.
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La historia de estos médicos argentinos, y de tantos otros en todo el mundo cuyas historias nunca llegarán a nuestros ojos u oídos, evoca la de Inés Dorronsoro, Ramón Díaz y Antonio Medarde, médicos españoles de Navarra que tras su retiro decidieron ir hace algunos años a colaborar gratuitamente con su granito de arena a un hospital… en el Congo.
Pero la vocación por servir al otro del médico no se comunicó en esa asistencia internacional para el Dr. Medarde. Este médico ostenta uno de los récords más nobles que se puedan ostentar. Hasta el año pasado, había donado más de 160 litros de sangre en más de 300 donaciones voluntarias.