Mensaje de Francisco para la Jornada Mundial de la Oración por las Vocaciones“Escuchar, discernir, vivir la llamada del Señor”, es el titulo del mensaje del papa Francisco para la 55a Jornada Mundial de la Oración por las Vocaciones que se celebrará el próximo 22 de abril de 2018.
“El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos”, escribió Francisco en el mensaje firmado en el Primer Domingo de Adviento y publicado este lunes 4 de diciembre de 2017.
La vocación del cristiano es aquí y ahora. No espera. “Este «hoy» proclamado por Jesús nos da la seguridad de que Dios, en efecto, sigue «bajando» para salvar a esta humanidad nuestra y hacernos partícipes de su misión”.
El Señor nos sigue llamando y no “debemos tener miedo. Es hermoso —y es una gracia inmensa— estar consagrados a Dios y al servicio de los hermanos, totalmente y para siempre”.
En este sentido, “todo cristiano debería desarrollar la capacidad de «leer desde dentro» la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión”, escribe el Papa sobre el discernimiento.
Además, la Jornada coincide con la celebración de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que estará dedicada a los jóvenes en el mes de octubre próximo. Ocasión para reflexionar sobre “los jóvenes, la fe y la vocación”.
Llamada a la alegría
Ante estos eventos, Francisco indicó que es una oportunidad para “profundizar sobre cómo la llamada a la alegría que Dios nos dirige es el centro de nuestra vida y cómo esto es el «proyecto de Dios para los hombres y las mujeres de todo tiempo»”.
Un llamado de Dios para todos. Porque – sostuvo – “no vivimos inmersos en la casualidad, ni somos arrastrados por una serie de acontecimientos desordenados, sino que nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina”.
En el mensaje para la 55a Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, Francisco habla de un Dios que está entre su gente y que conoce “nuestra ardiente nostalgia de amor y felicidad, nos llama a la alegría”.
El Papa explica que existen diversas y específicas vocaciones y en cada una, personal y eclesial, se necesita “escuchar, discernir y vivir”. Lo que conlleva relacionarse con la palabra de Dios “que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos”.
Llama a las vocaciones para ser “instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad”.
“Estos tres aspectos —escucha, discernimiento y vida— encuadran también el comienzo de la misión de Jesús (cf. Lc 4,16-21)”, escribió.
Escuchar
Francisco asegura que la “llamada del Señor —cabe decir— no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana”.
“Dios” – agregó – “viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad.
Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón”.
El Papa invitó a “prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu”.
Exhortó a no permanecer “encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo”,
Soñar “a lo grande” para ser “protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros”.
El modelo es Jesús, quien hace silencio, escucha, lee la Palabra, “con la luz y la fuerza del Espíritu Santo”. Él pudo “descubrir plenamente su significado, referido a su propia persona y a la historia del pueblo de Israel”.
En este sentido, indicó que “actitud es hoy cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas”.
“Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior, que no nos permite detenernos”.
El Papa propone de “saborear el gusto de la contemplación, reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros”. S
Señaló que “el Reino de Dios llega sin hacer ruido y sin llamar la atención (cf. Lc 17,21)”.
Discernir
Francisco presenta a Jesús que lee “en la sinagoga de Nazaret”, discierne “el contenido de la misión para la que fue enviado”.
Del mismo modo, “cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual, un «proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida».
“Descubrimos, en particular, que la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética”. El profeta – escribe el Papa – “sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor”, y “ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia”.
“También hoy tenemos mucha necesidad del discernimiento y de la profecía; de superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales él nos llama.
Vivir
Por último, “Jesús anuncia la novedad del momento presente, que entusiasmará a muchos y endurecerá a otros”.
El Pontífice reiteró “la alegría del Evangelio”, que nos abre al “encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección”.
“¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora”.
“El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso «aquí estoy», ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da”.
Al final del mensaje, Francisco recordó que “María Santísima”, fue una “joven muchacha de periferia que escuchó, acogió y vivió la Palabra de Dios hecha carne”. Y este sentido pidió que ella “nos proteja y nos acompañe siempre en nuestro camino”.