Por unos días, le ha sido asignado a la patrona de Venezuela el lugar que ocupa la Virgen de Guadalupe en la catedral francesa
Desde 1949, la catedral Notre-Dame de París, posee una capilla enteramente consagrada a la Virgen de la Guadalupe, patrona de México, venerada no sólo en ese país sino en todo el mundo. Se dice que fue solicitada desde la década anterior, pero las gestiones quedaron interrumpidas por el estallido de la II Guerra Mundial.
Es la patrona de América donde sus milagros han proliferado a lo largo de los siglos desde su Aparición, en el Tepeyac mexicano el 12 de diciembre de 1531, al indígena Juan Diego, hoy santo de la Iglesia católica.
Cada 12 de diciembre se oficia una gran misa que es considerada Patrimonio Inmaterial en Francia. Las únicas dos apariciones que han dejado constancia física en Latinoamérica son, justamente, las de Guadalupe en México y Coromoto en Venezuela: la tilma de Juan Diego y la reliquia del cacique Coromoto de la tribu de los cospes en el Llano venezolano.
Sucede que la emblemática Catedral de Nuestra Señora de París colocó por todo el mes de diciembre a nuestra Virgen de Coromoto en la capilla que ocupa permanentemente la Virgen de Guadalupe. El hermoso gesto de solidaridad para con Venezuela, al ceder esa capilla, denota la comunión del pueblo católico de Francia con la terrible situación que atravesamos los venezolanos y las oraciones que por nuestro destino se elevan desde ese hermoso templo de la capital francesa.
Notre Dame de Paris es la más famosa y antigua catedral gótica en el mundo. Además de su majestuosa arquitectura, historia y secretos, es célebre por la figura del jorobado Quasimodo. A pesar de su caracterización de ficción, un documento rescatado del archivo de la galería Tate de Londres parece apuntar a la identidad del Quasimodo, el personaje central de la obra del francés Victor Hugo “El jorobado de Notre Dame”, publicada en 1831, que correspondería a un escultor que trabajaba para el gobierno francés.
Más recientemente, la muy visitada catedral fue escenario de dos sonados suicidios. El 11 de febrero de 1931, al pie del altar mayor de Notre-Dame, se suicidó de un tiro en el corazón una de las mujeres mexicanas que más se había destacado en el ámbito cultural durante el primer tercio del siglo XX. Su nombre, Antonieta Rivas-Mercado Castellanos, ha incentivado desde aquel fatídico día el imaginario colectivo mexicano ya sea por su vida díscola, por sus amores frustrados, por su muerte trágica o porque su condición femenina le impidió trasgredir las convenciones y normas sociales de su tiempo.
Heredera de una fortuna colosal, se había enamorado de José Vasconcelos, financiando completamente su campaña presidencial. Mujeriego empedernido, pronto la traiciona. Abandonada, roba de la habitación del hotel en que él se alojaba su revólver, el mismo con que se disparará un tiro frente al altar mayor de la reina de las catedrales de Francia.
Para ese momento, aún la capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe no había sido llevada a Notre Dame, hecho que ocurrió en 1949, cuando fue encargada a la fábrica de mosaicos del Vaticano y bendecida por el Papa Pío XII antes de que viajara a París.
En el 2013, de nuevo Notre Dame salta a los primeros planos de la noticia, cuando un escritor y ensayista de extrema derecha llamado Dominique Venner, se presenta ante el altar decidido a terminar con su vida. Se dio un tiro. Era antiguo miembro del grupo de extrema derecha llamado Organización Armada Secreta (OAS), y había llamado recientemente a manifestarse contra la legalización del matrimonio homosexual en Francia.
En una entrada de su blog, publicada el mismo día en que se quitó la vida, el suicida había escrito: “Sin duda, serán necesarios nuevos gestos, espectaculares y simbólicos, para sacudir las somnolencias”.
Hay varias iglesias en París dedicadas a devociones latinoamericanas. La Virgen de Coromoto tendrá, por unos días, un lugar preferencial en Notre Dame, que esperamos se convierta en oportunidad para oración y comunión de la diáspora venezolana en la ciudad.