La Cisterna Basílica fue descubierta en el siglo XVI después de que un académico francés escuchara historias de locales que extraían agua del subsuelo.En 1545, Petrus Gyllius, un erudito francés de visita en Estambul, escuchó extrañas historias sobre personas que extraían agua –y a veces incluso peces– del subsuelo.
Después de explorar con más detalle, Gyllios descubrió algo increíble: una enorme cisterna subterránea bajo lo que en su día fue una basílica.
La “Cisterna Basílica” fue construida en el 532 por el emperador bizantino Justiniano I, en Constantinopla, para almacenar agua fresca para el palacio imperial y los edificios del entorno. La mayor de varios cientos de cisternas antiguas en Estambul, tenía el tamaño de dos campos de fútbol y hubo un tiempo en que albergó 80.000 metros cúbicos de agua (suficiente para llenar 27 piscinas olímpicas).
Los visitantes de hoy en día pueden descender los 52 escalones de piedra para llegar al entorno sembrado de 335 columnas de mármol de 9 metros de alto, reutilizadas de las ruinas romanas. En el pasado, los turistas podían pasear por la cisterna en botes de remos, pero desde que fuera dragada a finales de 1980, los visitantes pueden caminar por una pasarela con vistas al agua poco profunda.
Todavía hay peces en su interior, de los que se dice que en un principio se usaron como medida de seguridad, como un canario en una mina de carbón: si el agua estaba intoxicada, los peces flotarían en la superficie.
Dos cabezas gigantes de Medusa sostienen sendas columnas en uno de los extremos de la cisterna; el motivo de su presencia sigue siendo un misterio. En la mitología griega, Perseo fue capaz de matar a la gorgona Medusa cortándole la cabeza llena de serpientes, que luego la diosa Atenea utilizó como protección en su coraza, la égida. (Todavía se conserva en la expresión ‘estar bajo la égida’ de alguien o algo para designar su cualidad protectora).
En la cisterna, una de las cabezas de Medusa está de lado y la otra boca abajo. Algunos creen que las piedras, recuperadas de ruinas romanas, podrían haber resultado ser del tamaño y forma apropiados para servir de apoyo a las columnas. Otros historiadores teorizan que los primeros cristianos que construyeron la cisterna quizás colocaran a propósito las estatuas paganas boca abajo como directa declaración de fe.