Muchos dicen que el cardenal y arzobispo de Chicago, Blase J. Cupich, es un nombramiento muy al estilo de Francisco. En un artículo extraído por la revista jesuita “America” -del libro “A Pope Francis Lexicon”, que será publicado por Liturgical Press el 15 de febrero- lo confirma.Tras recordar que el actual papa Francisco necesitó “solo unos minutos” para reorientar radicalmente a la Iglesia Católica en los días previos al cónclave, tras la renuncia de Benedicto XVI, Cupich señala que el cardenal Bergoglio, delimitó la Iglesia de hoy –la que él encabeza—como un movimiento que debe salir a las periferias, a encontrarse con los necesitados.
“Esto es evangelización. Esta es la misión confiada a la Iglesia por Jesucristo, y fue precisamente en este momento que presagió su programa para la Iglesia Católica como un hospital de campaña para los heridos, una imagen profunda e impresionante que entregaría en una sorprendente entrevista con Antonio Spadaro, SJ, poco después de convertirse en Papa”, escribe Cupich.
Dar prioridad a los heridos
Pero, ¿qué quiere decir el Papa al llamar a la Iglesia como un “hospital de campaña”? Al hacer eso, piensa el arzobispo de Chicago, el Papa Francisco llama a reconsiderar radicalmente la vida eclesial. “Nos desafía a todos a dar prioridad a los heridos. Esto significa ubicar las necesidades de los demás antes que las nuestras”.
Cierto es que tomar a la Iglesia como “hospital de campaña” es la antítesis de la “iglesia autorreferencial”. Es un término, subraya el cardenal de Chicago, “que desencadena la imaginación y nos obliga a repensar nuestra identidad, misión y nuestra vida en común como discípulos de Jesucristo”.
La misericordia siempre es radical
Llevando al extremo la metáfora del Papa Francisco, que atraviesa los ya pronto cinco años de su pontificado –y que le viene desde su labor en Buenos Aires—Cupich lanza una crítica muy en el tono de Francisco contra los médicos que, en la guerra, son inútiles si los heridos no pueden alcanzarlos. “Aquellos que tienen las vendas van hacia aquellos con las heridas. No se sientan en sus oficinas esperando que los necesitados vayan a ellos. El hospital de campaña coordina todos sus recursos institucionales para servir a aquellos que más necesitan ayuda ahora”.
Cuando la Iglesia se convierte en un hospital de campaña, también -expresa Cupich- puede cambiar radicalmente la manera en que vemos nuestra vida comunitaria. “En lugar de definirse como un grupo de personas que viven en el mismo vecindario, tienen un patrimonio étnico o un estatus social común, asisten regularmente a la Misa o son feligreses registrados, nos entendemos a nosotros mismos como aquellos que se dedican al trabajo de curación compartiendo los sufrimientos de los demás”.
Desde esta perspectiva, ciertamente revolucionaria, los que pertenecemos a la Iglesia nos volvemos una comunidad que aprovecha y comparte sus talentos para encontrar formas creativas de ayudar a los más necesitados.
De vuelta a nuestras raíces cristianas
Finalmente, el purpurado remarca que este es el desafío de Cristo para la Iglesia de hoy: ser un hospital de campo para los necesitados. Para traerles buenas nuevas, no sentarse y esperar que pregunten aquellos que necesitan ayuda. “Salir, viajar a las periferias donde residen los oprimidos. Estar con los heridos en el campo de batalla. Esto es lo que es aceptable para el Señor. Es radical. La misericordia siempre lo es. Y a medida que el Papa Francisco continúa recordándonos esta verdad, nos lleva de vuelta a nuestras raíces cristianas, ayudándonos a darnos cuenta de que este desafío ha estado con nosotros todo el tiempo”.