El poder insuperable de la sonrisaMás allá de la medicina o las terapias alternativas, existe un elemento casi mágico que ayuda a curar enfermedades. Todos podemos utilizarlo y está a nuestro alcance: es la sonrisa.
Numerosos son los estudios que demuestran que el estado de ánimo de las personas influye claramente en su recuperación de algunas enfermedades. Como terapia, la sonrisa tiene múltiples beneficios.
“El humor es un poderoso recurso para superar y crecer en la adversidad porque nos permite relativizar y rebajar su carga de dramatismo”, explica Angie Rosales, fundadora de la organización Pallapupas, entidad de payasos de hospital. Su tarea, llevar el humor a las habitaciones de los centros sanitarios, tanto a pequeños como a mayores.
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El médico que aprendió a curar el sufrimiento con la sonrisa
Los elementos que hacen que la sonrisa tenga magia no son sólo psicológicos, también físicos. La publicación Claror detalla que sonreír hace que el organismo libere sustancias que ayudan a vencer la tristeza, la depresión y la ansiedad, como la adrenalina, el cortisol, la dopamina, las endorfinas y la serotonina.
La sonrisa, además, aumenta el riego sanguíneo y la frecuencia cardíaca, contribuyendo pues a reducir el riesgo de hipertensión. Una carcajada también puede duplicar la capacidad pulmonar. Además, ayuda a quemar calorías y aumenta el nivel de inmunoglobinas, de forma que ayuda a mejorar las defensas.
Algunos dicen que sonreír provoca arrugas; se trata de un mito, pues la sonrisa tonifica los músculos de la cara, el tórax y el abdomen.
Un día sin sonrerír, un día perdido
Así, pues, como dijo Charles Chaplin, “un día sin sonreír es un día perdido”. Sabiendo esto, los payasos van más allá del hospital.
De hecho, la organización Payasos sin Fronteras lleva más de 20 años llevando sonrisas a las zonas de conflicto de todo el mundo. Desde la guerra de Yugoslavia esta organización lleva más de 325 expediciones repartiendo sonrisas por zonas de conflicto de todo el mundo.
“Cuando llegamos Sri Lanka, pocos días después del tsunami, hicimos un espectáculo para una escuela de 700 niños. El director me dijo que después de todas las provisiones que habían recibido, lo que nosotros les habíamos llevado era vida”, explica Jaume Mateu, conocido también como el payaso Tortell Poltrona, creador de la entidad, en una entrevista en la publicación Vicolot.
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Ser payaso es mucho más que hacer reír
En organizaciones como las mencionadas, las personas dedicadas a provocar sonrisas deben estar motivados por la carga emocional y social de estos proyectos. Así lo detalla Rosales, quien asegura que, más allá de ser actor, se debe “saber improvisar y comprender la profundidad de esta tarea, en su sentido más trascendente. Con el tiempo, conciliar la muerte y la frustración y hacerlos aliados”. Para ella, un buen payaso debe tener compromiso, humanidad, pasión, valentía y respeto.
Estos son los ingredientes para crear una magia que, según la presidenta de Pallapupas, sólo nos puede transmitir relatando su primera experiencia regalando sonrisas.
“Entramos en la UCI, uff, aquello eran palabras mayores…luz tenue, silencio, mucho silencio, pip, pip, pip, pip, personal sanitario trabajando, muy eficaces, muy correctos pero asombraba lo aparentemente ajenos que vivían a aquellas realidades. Y los padres. Padres y madres al lado de sus hijos, tristes, asustados… Y por supuesto, los niños. Niños y niñas de todas las edades, en estado grave, algunos en estado inconsciente o semiinconsciente pero luchando por sus vidas”.
Absorbiendo toda esta información estaba cuando, de repente, apareció la pareja de payasos a la que habíamos ido a observar y lo que sucedió fue mágico. El lugar se iluminó, literalmente, de verdad. El silencio se convirtió en música y la música se coló en el corazón de los padres y madres. Su mirada se tiñó de esperanza pero, sobre todo, de consuelo. El personal sanitario se sumó a la actuación de los payasos y, de repente, se volvieron más humanos, más personas.