Pablo Ernesto se fue como tantos venezolanos, buscando otros horizontes y mejores condiciones de vida.“Es muy triste que producto de la diáspora de venezolanos uno tenga que perder lo que más quiere en el mundo: los hijos, que son el alma de uno, el corazón de uno. En esos países no hay autoridades, no hay embajadas, no hay consulados, son tierras arrasadas. Esto es muy lamentable porque Afganistán fue un gran país”.
Su consuelo es precario: “Allá degüellan a todo el mundo, le advertía. Esos países son muy peligrosos. En este caso no fue degollado sino fusilado, aparentemente”.
Los Chiossone son una apreciada familia venezolana, viviendo por generaciones en un país al que muchos de sus miembros han servido desde distintas posiciones. Tal vez el más destacado de ellos haya sido Don Tulio Chiossone, destacado jurista y penalista, humanista, académico, magistrado, legislador, político, historiador, literato y escritor. Destacado luchador por el mejoramiento y progreso de las condiciones sociales de los venezolanos.
Su mayor interés estuvo marcado por la erradicación de la pobreza, la protección ecológica, la vida rural, la problemática carcelaria, la niñez abandonada y la alimentación escolar. Fue Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua. Es considerado como el primer propulsor de la humanización y modernización del sistema penitenciario venezolano, asimismo, precursor de la Bioética y fundador de la Criminología en Venezuela.
Yuyita Ríos Carmona de Chiossone es una respetada dama de la provincia venezolana, vinculada al mundo de periodismo por su apellido, ya legendario en el centro occidente del país. Los Carmona fundaron y han logrado mantener el diario El Impulso de Barquisimeto –Estado Lara) por más de una centuria: hoy, es el periódico más antiguo del país y ha sorteado terribles dificultades haciendo frente a los gobiernos de Chávez y Maduro los cuales, restringiendo el papel, varias veces los han colocado al borde del cierre.
Yutita es ahora la afligida madre del piloto venezolano Pablo Ernesto Chiossone, quien es una de las 18 víctimas del ataque terrorista ocurrido el pasado sábado a las 9:00 de la noche en el Hotel Intercontinental de Kabul. Adelsis Ramos murió junto con Chiossone, ambos pilotos de KamAir. Los terroristas persiguieron con sana a los extranjeros dentro del hotel y les dispararon sin piedad.
Sus cuerpos fueron identificados por otro piloto venezolano en un hospital de Kabul.
No había manera de saber cómo lograrían repatriar los cuerpos debido a que el gobierno venezolano no tiene consulado en Kabul. Las autoridades venezolanas no habían ofrecido comentarios sobre el caso hasta que, hace pocas horas fuentes, de la Cancillería venezolana informaron que el Estado venezolano inició los primeros contactos con Kabul y están llevando a cabo los trámites administrativos tomando en consideración que para Afganistan se cuenta con un embajador de Concurrencia.
Yuyita, quien desde un principio sintió temor del papel de su hijo como piloto en el Medio Oriente. Se fue como tantos venezolanos, buscando otros horizontes y mejores condiciones de vida.
“Debía educar y levantar a su hijo por lo que decidió irse al exterior en búsqueda de mejores oportunidades para él y su familia, asumiendo que estos países son de alto riesgo. Sin embargo, nadie nunca imaginó una tragedia de este tipo”.
Ni siquiera se plantearon que sufriría un accidente en vuelo, tan seguros estaban de su responsabilidad y destrezas en vuelo.
“No es porque se trate de mi hijo, pero Pablo Ernesto era un piloto excelente. Tanto Ramos como mi hijo eran dos venezolanos muy valiosos, relató la madre. Su profesionalismo y responsabilidad lo caracterizaban. “Estaba segura que al volar nunca tendría problemas”.
Se inició en la escuela de pilotos a los 17 años, apenas salió de bachillerato. “Desde chiquito su locura eran los aviones –dice Yuyita-. Mi suegro fue fundador del aeroclub de Barquisimeto, del que Pablo Ernesto fue presidente. Siendo niño le encantaba pulir los aviones, como si fueran carros, se subía a las avionetas sin que los pilotos lo sospecharan y así se la pasaba volando. Toda su vida fue un apasionado de la aviación, fue su vocación real”.
Pablo Ernesto, hijo menor de los Chiossone, se fue del país en mayo de 2017 debido a que en Venezuela prácticamente no hay campo laboral para pilotos profesionales. El poco empleo que hay en ese ámbito es remunerado en bolívares que no valen nada. Primero trabajó a destajo con la aerolínea (KamAir); luego, en el mes de noviembre y tras presentar una serie de exámenes, quedó fijo.
Fue muy duro para ellos informar a su nieto, el hijo de 10 anos del piloto. Su padre, el doctor Pablo Chiossone, no está al tanto de lo ocurrido. Hace un año sufrió un Accidente Cerebro Vascular (ACV) que lo mantiene en cama y en delicado estado de salud.
“Pero él intuye que algo pasa. Antes de conocerse la noticia estaba con un desasosiego enorme, preguntando por todas las cosas del hijo, él lo presiente. El lazo afectivo entre los dos era inmenso. Los médicos nos dirán qué hacer al respecto”, concluye la señora Chiossone.
Aún les queda un trago amargo: su familia directa cree que lo más considerado es cremar los restos del piloto ya que, hasta en los camposantos, la inseguridad hace de las suyas. “Luego de esta tragedia, lo último que queremos para nuestro muchacho es que su parcela sea saqueada”.-
