Obispo de Honolulu: “Lo primero que pensé fue en la disposición espiritual de las personas a las que sirvo”El 13 de enero pasado, en Hawái, se vivieron momentos de angustia por una alerta de emergencia, disparada en el sistema de teléfonos celulares, que decía que un misil balístico se dirigía a la isla.
Con la escalada del conflicto entre Corea del Norte y Estados Unidos, en ese momento en su cumbre (Hawái es territorio estadounidense), a los ciudadanos se les había advertido sobre un remota posibilidad de que eso sucediera.
Y a las 8 de la mañana de ese día, parecía que estaba sucediendo.
Tras del anuncio de “No hay amenaza”, la calma volvió a los hawaianos, sin embargo, poco a poco, han ido saliendo historias de fe que se dieron durante esos minutos y que indican que los católicos enfrentan estos actos sin el terror que podrían desatar.
Nada de carreras frenéticas
Una de ellas es la que narra Michelle Martin en Our Sunday Visitor (OSV), que sucedió durante la celebración de la Misa en la capilla del Centro Diocesano de San Esteban en Kaneohe; liturgia que se celebraba con los miembros en formación de diaconado, junto con sus esposas.
Casi al final de la Eucaristía, ingresó el obispo de Honolulu, Larry R. Silva, quien había visto, en su habitación del Centro Diocesano, la alerta en su teléfono.
“Cuando lo miré, me dio un vuelco el corazón, porque la peor situación que nos dijeron que podría suceder, pero era muy poco probable que sucediera, estaba sucediendo en ese momento”.
Acto seguido, recordó la Misa de los diáconos y decidió ir a verlos.
“Dejé que el sacerdote que estaba celebrando la Misa terminara con la bendición, pensando: ‘¿Qué mejor manera de estar preparados para un posible desastre que celebrar la Eucaristía?'”, comentó el obispo Silva a OSV.
“Tan pronto como terminó, unos dos minutos después de mi llegada, anuncié la alerta y les dije que les daría la absolución general”. La mayor parte de los fieles ahí reunidos permaneció en calma.
“No hubo nada de la carrera frenética que ves en las películas”, aseveró el obispo de Honolulu. Después de que se dio la absolución, “había una paz y tranquilidad en la capilla”, añadió.
Un momento crucial
El obispo Silva prescindió de gran parte del ritual que normalmente acompaña a la absolución general, debido a la urgencia y porque el grupo acababa de terminar la Misa.
“El momento fue crítico”, dijo el obispo Silva. “Ni siquiera me puse vestimenta, y de hecho no tuve tiempo de ponerme una camisa de oficina, así que me puse mi camiseta”.
Mientras los eventos se desarrollaban rápidamente, el obispo había pensado de antemano sobre la decisión.
“Con todas las noticias en los últimos meses del deseo de Corea del Norte de desarrollar armas nucleares y los misiles que podrían entregarlos a los Estados Unidos, en Hawái especialmente hemos sido conscientes de nuestra vulnerabilidad”, subrayó el prelado a OSV.
“Esto me llevó a pensar qué haría si hubiera una alerta, y lo primero que pensé fue en la disposición espiritual de las personas a las que sirvo”.
La absolución general es rara, pero está contemplada para momentos como éste, cuando es prácticamente imposible la confesión individual y cuando hay peligro inminente de que un grupo numeroso de personas puedan perder la vida.
Como en esos minutos cruciales en los que una falsa alarma hizo que muchos confirmaran su fe en Dios.