Tener un bebé es, con frecuencia, un acontecimiento nacido del deseo; otras veces, es una sorpresa de la vida, pero siempre es algo que genera dudas. La primera de las dudas suele ser la de “¿estoy preparado para tener un hijo?”.Si hay un momento en la vida en que las cosas cambian con carácter irreversible, es cuando llega un hijo.
Nueva organización, nuevas responsabilidades, nuevo ritmo, nuevas prioridades… Esto implica inevitablemente dudas, miedos, interrogantes.
¿Estamos preparados para vivir estos cambios? ¿Existen signos reveladores que puedan ayudarnos a definir mejor nuestro deseo de tener hijos?
Son reflexiones legítimas porque es una decisión exclusivamente personal. Aquí tenéis algunas ideas que podrían ayudaros a ver la cuestión con más claridad, gracias a la experiencia de algunos padres y profesionales.
Hay deseo y voluntad… por las dos partes
Algunas personas dicen que la concepción de un niño nace a partir del momento en que surge el deseo.
Cuando germina la idea de tener un niño, solamente el pensar en ello y empezar a expresarlo constituye una señal de que uno se está preparando para esta posibilidad y de que el deseo está ahí.
Sin embargo, Jean-Mary Jackono, un osteópata que también estudió hipnosis médica y sexología en París, señala que es bueno hacerse una pregunta: “¿Por qué motivos se quiere un hijo?”.
De hecho, es esencial que no sea debido al peso de las “normas” de la sociedad, bajo la presión del reloj biológico, etc., sino motivado por un deseo profundo.
Lucie Schaffner, auxiliar de puericultura en una guardería, insiste en que es mejor que “el otro cónyuge también tenga ganas de concebir”. De hecho, es un proyecto que inician dos personas, luego tres, cuatro… pero que siempre se refleja inicialmente en la pareja, en un primer acuerdo común.
El proyecto te entusiasma…
¿Solo con pensar en ello ya te pone de buen humor? ¡Excelente señal!
Si no puedes evitar sonreír al pensar en tener un hijo, si te motiva, alegra e ilusiona el proyecto, es que es el momento.
A pesar de las dificultades y obstáculos que pueda haber, económicamente, logísticamente, médicamente, la idea de tener un hijo es un pensamiento que te procura bienestar y, aunque tengas que esperar un poco, ya puedes considerarte preparado mentalmente.
No obstante, ten cuidado con diferenciar entre sueño y proyecto. En un sueño, las cosas no son muy concretas y quizás incluso imposibles, mientras que en un proyecto se tienen en cuenta diferentes puntos cruciales, conoces bien los riesgos, las dificultades, las consecuencias y los beneficios.
Cuando te sientas con confianza y pienses que puedes ofrecer a un hijo todo lo que necesite, cuando sientas que estás con la persona adecuada, ya tienes algunas de las condiciones principales para estar lista.
…pero también te causa temor
La idea de tener un hijo tal vez también te dé un poco de miedo. Hay muchas dudas, preguntas, temores: ¿lo haré bien? ¿Y si no estoy a la altura?
Seguramente, tanto a ti como a tu cónyuge os invaden una multitud de preguntas. ¡Es del todo normal!
Eso demuestra un mínimo de voluntad de querer hacerlo bien.
El simple hecho de preguntarse si se estás listo es algo que causa temor, así que intenta identificar los miedos concretos, busca soluciones y si, por el momento, no ves remedio, date algo de tiempo y sigue tu instinto.
Lo cierto es que no existe un momento perfecto, aunque sí hay momentos más oportunos que otros.
Para concebir y recibir la llegada de un hijo, también hay que tener una disposición de espíritu positiva. Los temores sobre el cambio o la novedad que esto traerá a tu vida son totalmente legítimos y justificados, tanto más si se trata de un proyecto que lleva ya un tiempo en mente.
Tienes amor para dar
No hay que olvidar que, ante todo, los hijos son una bendición de Dios: “Los hijos son un regalo del Señor, el fruto del vientre es una recompensa” (Salmos 127,3).
Cuando sientas en el fondo de tu corazón que serás capaz de valorar, cuidar y amar a un niño, este sentimiento podrá ayudarte a sentirte preparada para esta aventura.
Además, si los que te rodean ya te ven como una persona amorosa que sería una buena madre, confía en su criterio.
Un niño necesita, sobre todo, amor, y si te sientes preparada para dárselo, ¡eso ya es un requisito magnífico!
Ya tengo un hijo (o varios), ¿estoy lista para otro?
Los profesionales entrevistados coinciden por unanimidad en que el pensamiento de base es el mismo tanto si ya se tienen hijos como si no.
María, madre desde hace 3 años, añade que el cambio más grande es de 0 a 1 hijo, no tanto cuando se amplía la familia.
Las dudas también van dirigidas a menudo a los aspectos organizativo y económico. Sin embargo, plantearse tener otro niño a veces puede causar menos temor que cuando todavía no se tiene ninguno, porque los padres ya saben a qué atenerse.
Como se suele decir: “Donde caben dos, ¡caben tres!”. Sin embargo, obviamente, eso es algo que hay que considerar dependiendo de la situación de cada persona.