¿Te sientes impotente ante un problema que parece no tener solución? ¿Estás pasando por un momento difícil o se cierne sobre ti un futuro que te parece insoportable? Si no encuentras salida, haz esta oración:
Dios de bondad, alabado sea tu Santo Nombre.
Eres el Dios de lo imposible. Cuando todo parece estar perdido y sin solución, la esperanza renace y el milagro sucede.
Cuando pienso que no me queda nada, que no tiene solución y que no soy merecedor de atención, Tú me miras y me garantizas que soy amado, digno de salvación, me garantizas que viniste a este mundo para mostrarme que soy amado por el Padre eterno, que quiere hacerme hijo suyo y que el cielo es para mí.
Gracias, Dios mío. Sólo me queda agradecer, diciendo cada día: "El Señor me miró y me salvó".
Hoy puedo decir: soy Hijo de Dios, por la gracia divina, por su misericordia, por su amor. Soy eterno y eterna será mi felicidad: "He aquí lo que el Señor ha hecho por mí".
Siempre hay esperanza
Si te alejas un poco de la situación negativa que te está agobiando, si la miras con una perspectiva amplia, si nombras el problema y lo presentas ante la mirada amorosa de Dios (por ejemplo rezándole esta oración), verás como sí hay salida.
Su amor por ti es más poderoso que cualquier miseria tuya. Su fuerza que te eleva, mayor que cualquier presión que trata de hundirte. Encuentra en los maravillosos planes de futuro que Él tiene para ti la esperanza para soportar cualquier dificultad que surja en tu camino.