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Colombia: Iglesia al ELN: ¡Cesen ya el terror y la violencia!

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Carlos Zapata - Aleteia Colombia - publicado el 12/02/18
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Los obispos advierten que la conquista de la paz es “tarea que no da tregua”, la cual exige el apoyo de todos. Piden al gobierno de Santos buscar una salida negociada al conflicto que se traduzca en erradicación de la violencia para alegría de todos los colombianos

El mensaje es claro y contundente: ¡Qué cesen ya las amenazas y las acciones violentas! Lo envía la Iglesia católica al Ejército de Liberación Nacional (ELN) en su más reciente documento al cierre de la 105 Asamblea Plenaria de los obispos en Bogotá.

Sin embargo, en las últimas 72 horas ha habido al menos 5 atentados por parte del grupo guerrillero, que en un intento por dinamitar una vía entre Cúcuta y Pamplona perdió a dos de sus integrantes cuando explotaron “antes de tiempo” más de 40 kilos de explosivos.

El grupo terrorista –segunda organización guerrillera más importante de Colombia, luego de las FARC- inició su combate en 1964 con principios marxistas-leninistas, y dedica buena parte de su accionar a los secuestros y la extorsión en todo el país.

Por ello, los prelados reiteraron su llamado a que tengan en cuenta “los clamores del pueblo, cese ya amenazas y acciones violentas, para que aparezca la verdad y la buena voluntad (…) y haya condiciones favorables para continuar conversaciones en busca de paz”.

La Iglesia también pidió al gobierno de Juan Manuel Santos que continúe en su empeño de seguir buscando una “salida negociada al conflicto”, como un aporte “indispensable a un proyecto integral de paz para todo el pueblo colombiano”.

La paz, sostienen, es “una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos”. Por ello, en su mensaje pastoral manifestaron preocupación por la presencia de “nuevas formas de violencia y de terrorismo, en las ciudades y en los campos”, así como de “cruel asesinato de líderes sociales, indígenas, mujeres y menores de edad”.

En la víspera, el mandatario visitó las zonas de frontera, desde donde anunció el despliegue de funcionarios de seguridad para responder al ingreso masivo de venezolanos, quienes en cantidad descomunal huyen de una crisis humanitaria sin precedentes consecuencia del sistema de gobierno iniciado por Chávez y endurecido por Nicolás Maduro.

Desde el Arauca, donde encabezó un consejo de seguridad, reclamó a los insurgentes el haber iniciado un “paro armado” mientras al mismo tiempo afirmaron tener voluntad de paz. “Nuevamente el ELN hace un acto de total incoherencia cuando dice permanentemente que quiere que busquemos la paz, pero esas palabras se contradicen con los hechos”, dijo Santos en declaraciones retransmitidas por la Cancillería.

“Nada más contrario a la voluntad de paz que un paro armado. Por eso, mientras no exista esa mínima coherencia por parte del ELN, reanudar los diálogos va a ser muy difícil”, advirtió desde una de las zonas más afectadas por la presencia de los terroristas.

El presidente neogranadino ordenó a los organismos de seguridad del Estado emplear todo su potencial para responder a las amenazas del llamado “paro armado” que acumula la explosión de al menos 4 vías en las últimas horas y que se extenderá hasta el cierre de los carnavales, el martes 13 de febrero.

Sin embargo, al menos un centenar de sus integrantes han sido neutralizados en la semana que recién culmina; desmovilizados, capturados o dados de baja. La cuarta parte de esa cifra justamente en Arauca, según estadísticas presentadas por el mandatario.

Los problemas derivados del ELN no son los únicos, pero sí de los más significativos y complejos, toda vez que las negociaciones en busca de paz duradera no dejan de extenderse en el tiempo y cargarse de complicaciones que se traducen en la pérdida de vidas humanas.

Por otra parte, en los más de 50 años de conflicto armado, al menos 16.000 niños, niñas y adolescentes han sido reclutados por ese grupo insurgente, de acuerdo con el más reciente informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), lo que ha encendido las alarmas internacionales.

Recientemente, la guerrilla y la fuerza pública pactaron un cese en sus mutuas ofensivas, tras un lento y complicado proceso de negociaciones en que el gobierno de Santos pidió al ELN el compromiso de parar sus hostilidades, en alusión directa a la explosión de oleoductos, los secuestros y la recluta de menores.

Mientras que los rebeldes exigieron al Estado brindarle garantías a los movimientos sociales y populares, reconocer el asesinato de líderes sociales, mejorar las condiciones de presos en las cárceles y suscribir un acuerdo de lucha contra el paramilitarismo. Un proceso en el que la visita del Papa Francisco habría sido clave para impulsar los proceso de paz, que se detienen nuevamente.

De momento, la guerrilla sigue impidiendo el tránsito hacia las regiones donde tiene control, en un intento por forzar el regreso del Gobierno a la mesa de negociaciones en Quito (Ecuador). La acción implica que quienes no cumplan el “toque de queda” durante el período anunciado se arriesga a perder la vida, la libertad o sufrir agresiones. Por ahora, el departamento del Cesar ha llevado la peor parte con cuatro atentados en vías principales.

Con esa estrategia, el ELN pretende sentar al equipo de Santos en la mesa de negociación adonde ambos llegaron en febrero de 2017 para un acuerdo de paz. Pero el pasado 18 de enero los diálogos se suspendieron tras la orden del mandatario de retirarse como respuesta a los atentados de la guerrilla contra infraestructuras, policías y militares.

En este marco, los obispos insisten en que no se debe detener el esfuerzo por lograr “la unidad de la nación, ni permitir que el odio y la venganza (…) sigan truncando la vida de los colombianos”. Al respecto, son enfáticos al afirmar: “¡No dejemos que cualquier tipo de violencia acabe con una vida más!”.

Para lograr este propósito, sostienen, “es necesario que todos sembremos y cultivemos en el corazón el mismo amor por la patria, que construyamos un proyecto nacional, que no perdamos la esperanza, que nos comprometamos todos con valentía, y que no dejemos a la improvisación o a la decisión de unos pocos el futuro”.

Por esto, a la luz del Evangelio, los obispos hacen un apremiante llamado a quienes “persisten en las vías de la violencia”, a que “de una vez por todas se den cuenta que la venganza, la mentira, la prepotencia y el terrorismo no resuelven nada; y que todo se puede conseguir por los caminos del respeto de la vida humana, del diálogo, de la fraternidad y del perdón”.

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