El pingüino de Magallanes habita durante el verano el extremo sur de SudaméricaUna de las postales turísticas más maravillosas de Sudamérica, en lo que a fauna se refiere, es Punta Tombo, en Chubut, Argentina. En esta playa, a cien kilómetros de Rawson, la capital del Chubut, llegan un millón de pingüinos magallánicos anualmente. Ya el año pasado la playa había sido noticia por la cantidad de pingüinos, pero los datos de este año prometen nuevas cifras extraordinarias.
Según advierten quienes siguen de cerca esta colonia, la más grande de esta clase de pingüinos en el mundo, este año se dio una alta tasa de supervivencia de los dos pichones criados por cada pareja de pingüinos adultos, cuando normalmente lo que ocurre es una mayor supervivencia de una sola de las aves.
Ocurre que en temporada de bajo volumen de comida en la zona de la playa, los adultos, que llevan la comida a los pichones, terminan por priorizar al más fuerte y el débil tiende a morir. Pero este año volvieron a verse grandes cantidades de anchoítas en la zona de la costa.
El pingüino de Magallanes habita durante el verano el extremo sur de Sudamérica, y emigra hacia aguas más cálidas en busca de alimento durante el período invernal. El que habita desde septiembre hasta abril en las costas argentinas suele nadar 8 mil kilómetros hasta aguas del Brasil.
De plumaje negro grisáceo en el dorso y blanco en el frente, se caracteriza por su torpe caminar pero veloz nadar. Suele medir hasta 45 centímetros de alto, vive cerca de 25 años, y suele ser conocido por su fidelidad, ya que conserva su pareja hasta la muerte.
En Punta Tombo, las parejas llegan en septiembre, en números, en general, de 150.000. Lo lógico con la supervivencia de uno de los dos pichones es que se alcance a medio millón para el mes de diciembre. Sobre el cierre del año la colonia se revitaliza con la llegada de los pingüinos juveniles, para alcanzar el millón. Con la creciente tasa de supervivencia de la segunda cría, que el subsecretario de Chubut confirmó al diario Clarín, los números a verse antes de la emigración en marzo pueden volver a ser récord.
Caminar entre los pingüinos es posible, acercarse hasta centímetros de ellos caminando por los senderos de la reserva también. Lo difícil es no caer en la tentación de querer acariciarlos o tocarlos, algo absolutamente contraindicado. Aunque parezcan afables, su pico puede llegar a dejar una marca si se sienten amenazados.
El paseo por Punta Tombo ofrece en los distintos meses de la primavera y el verano maravillas distintas. La primera llegada de los pingüinos, la puesta de huevos y el cuidado en los nidos, el nacimiento, el primer “chapuzón” de los pichones en el agua, la llegada de los pingüinos jóvenes en diciembre, y luego el inicio de la migración.
Caminar entre los pingüinos de Punta Tombo puede suponer una travesía de todo el día, que los turistas en general emprenden desde Rawson o Puerto Madryn, ciudad conocida por el avistaje de la ballena Franca Austral. Para los amantes de la fauna, sin duda, una excursión a realizar.