Cuatro décadas y media más tarde, Eli Roth recupera al personaje más mítico de Charles Bronson, ahora interpretado por Bruce WillisCuando se califica El justiciero de la ciudad como una fantasía fascistoide sobre la venganza y una apología de la autodefensa ciudadana, en general se acostumbra a confundirla con las secuelas, progresivamente más enloquecidas y más burras, que produjo Cannon Films a partir del inesperado éxito de Yo soy la justicia –corramos un tupido velo sobre la caótica titulación española de la franquicia–.
En realidad, lo que Michael Winner y Charles Bronson hicieron fue permitirle a los espectadores de mediados de los 70 –una época de crisis en la que los niveles de delincuencia se dispararon– verse reflejados, con la incomodidad que ello provocaba, en la psique fracturada de un hombre profundamente traumatizado por lo ocurrido a su familia, que utiliza la violencia como vehículo de expresión del dolor que siente… No en vano, tras su primera incursión como vigilante, vomita en una papelera de su casa, ofuscado, confuso y desorientado.
Aproximarse de nuevo a un material así de delicado y que, además, ha sido imitado y requeteimitado en innumerables ocasiones, requería de una valentía y de una personalidad muy marcadas. Virtudes que Joe Carnahan desmostró en el guión que escribió en la época en la que estuvo implicado en el proyecto de El justiciero (Death Wish), y en el que convertía a Paul Kersey en un auténtico monstruo, una persona desequilibrada y paranoica –no sólo por el dolor personal, sino también por las heridas físicas recibidas– que perdía el sentido de la realidad hasta prácticamente anularse como persona.
https://www.youtube.com/watch?v=P9Mf9NO9epc
Una apuesta, es evidente, demasiado arriesgada para ese Hollywood que se resiste a darle el protagonismo a personajes moralmente complejos que, de alguna manera, puedan soliviantar los ánimos de sus espectadores potenciales… Sobre todo si van a ser interpretados por estrellas como Bruce Willis, que no están dispuestos a abandonar una cierta imagen personal, incluso si el papel que han aceptado lo demanda.
De ahí que se encargaran innumerables reescrituras del guión de Carnahan para suavizar sus aristas, hacerlo más convencional –y encajarlo de forma más natural dentro del tipo de actioner que suele protagonizar Willis–, y se le dieran las riendas del proyecto a un director procedente del terror, y con ansias de demostrar su valía dentro del cine comercial, como Eli Roth.
El resultado de que tantas manos hayan pasado por un proyecto, inicialmente, tan personal, es una película que nada entre dos aguas y jamás llega a decidirse por ninguna. Es decir, se aproxima a una temática que, a día de hoy, sigue siendo igual de incómoda que cuando se estrenó El justiciero de la ciudad, pero lo hace de forma blanda, timorata, sin esa ambientación incómoda, hiperrealista, que Winner supo darle al original –y que le llevó incluso a inspirarse en La naranja mecánica para el ataque a la familia de su protagonista–.
No basta con que Roth filme los tiroteos con eficacia, y cuele algún detalle gore pasado de vueltas, para que la versión de la novela original de Brian Garfield que ha rodado resulte subversiva y remueva conciencias: a la hora de abordar un tema tan delicado como el de la venganza, hay que tener muy clara la carga moral de la misma para ser capaz de transmitírsela al espectador sin caer en soluciones facilonas.
Ficha Técnica
Título original: Death Wish
Año: 2018
País: Estados Unidos
Género: Acción
Director: Eli Roth
Intérpretes: Bruce Willis, Vincent D’Onofrio, Dean Norris, Kimberly Elise, Elisabeth Shue, Camila Morrone