La poeta se dirigía a Dios, manifestaba abiertamente su fe y su esperanza en Jesucristo, y se mostraba sensible a los problemas de la Humanidad, sobre todo de los pobres y los que sufren“Dios no es una paloma. / Dios no es un señor con barba. / Dios es una energía / es una benéfica corriente eléctrica. / Dios es un amor inmensurable… // Y me interrumpió / el frío intelectual de moda. // -Gloria, Dios es un supuesto. / -Mira, no sé si será un supuesto, / lo que sí sé es que está en su puesto”.
Toda una generación de niños aprendimos la rima y los versos en la voz gruesa y rota de Gloria Fuertes. Era una señora de grandes dimensiones, una mujerona, que aparecía en un programa infantil de la Televisión Española (cuando solo había dos canales) de los años 60 y 70, y tenía embobados a los pequeños con sus palabras.
Siempre sorprendía nuestra merienda con alguna historia imposible: “la pata le dijo a la rata ‘no me des la lata’…”. Y nosotros tratábamos luego de emularla encadenando más sílabas. Para muchos, fue el primer contacto con la poesía.
Aquella señora que envolvía los poemas con un manto de niñez y de ingenuidad, transmitía en realidad ideas sobre los grandes temas de la vida: el amor, el dolor, la fraternidad humana… Era muy sensible a los problemas del “otro”. Y también era consciente de que no todos la tomaban en serio: “Yo soy así como me estáis viendo … / con nariz pinochil, / flequillo y entrecejo/ acusado … / Vestida de soltera,/ mi moda es no ir a la moda,/ mi guerra es no ir a la guerra./ Soy más pacifista que artista/ más humanista que feminista,/ más alta que baja … // Soy tímida y no lo parece,/ soy poeta y sí lo parece,/ soy gorda y sí lo parece … /soy una niña y no lo parece. // Soy así…/ Como me estáis leyendo”.
La definición de Dios de Gloria Fuertes
Vale la pena leer el número especial que le dedicó recientemente la revista literaria “El cobaya”. En él, Jacqueline Alencar, evangélica, propone una lectura de la poesía de Gloria Fuertes en relación con Dios, un tema poco estudiado y sin embargo presente en la autora.
Alencar rescata versos como el siguiente poema, en el que Fuertes trata de la definición de Dios de una forma sencilla pero a la vez aludiendo a la necesidad de estar por encima de las divisiones políticas cuando hablamos de religión (nos encontramos en una España que en aquellos años tiende a encasillar la religión en una sola opción política:
“Dios es humor / y sobre todo Dios (y nunca mejor dicho) / es Amor. // Dios nos llena la despensa / Dios nos sonríe sin esperar recompensa. / Quiere que hagamos el bien. // Si en vez de un tiro en la sien / damos un beso en la sien / Dios nos guiña un ojo, / lo mismo a un azul que a un rojo. // Dios ama todos los colores: / Blanco, negro, amarillo… / porque Dios fue monaguillo”.
Lo mismo que en otra ocasión: “Mi partido es la paz / Mi partido es la Paz. / Yo soy su líder. /No pido votos, /pido botas para los descalzos /-que todavía hay muchos-“.
“Los poetas son absolutamente imperfectos”
La sencillez en Gloria Fuertes era humildad. Léase cómo se considera a sí misma:
“El poeta es un místico imperfecto porque lo que le caracteriza es la locuacidad. Un buen místico está encantado con el silencio, no tiene motivos para escribir. Los poetas son absolutamente imperfectos, necesitan publicar su obra”.
Y en su obra aparecen momentos de diálogo con Dios:
“Poderoso quien seas: / Por tu Hijo Jesús Hermano nuestro / hágase lo que Tú quieras. // ¡Ojalá lo que Tú quieras / sea lo que yo quiero! / Amén”.
Habla de aspectos sociales y de la naturaleza, con una preocupación ecológica que trata de poner en su justa medida al hombre entre las criaturas: “La tierra no es un regalo de nuestros padres,/ es un préstamo de nuestros hijos./ Curar la tierra sí -está enferma-/ pero antes, curar la pobreza/ curar al hombre.// Ecología sí/ pero antes el niño que el árbol,/ el niño antes que el río,/ el hombre antes que el mar./ Cometemos falta,/ si muere un árbol sin agua./ Cometemos crimen,/ si muere un niño sin pan … “.
El artículo de Alencar ofrece un camino para descubrir más pistas sobre la autora y su trato con Dios. La mayoría de los versos seleccionados en él pertenecen al libro “Oración” de 1996, pero sin duda es una cuestión que Gloria Fuertes abordaba desde lo más íntimo; de ahí que haya rastros de esta mirada trascendental a lo largo de toda su producción.