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La arqueología nos enseña el oculto mensaje en la elección de Mateo

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Daniel Esparza - publicado el 18/03/18
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Lo explica el padre Charles K. Samson autor de “Vengan y vean: Guía católica para la Tierra Santa”

El padre Charles K. Samson es sacerdote en la archidiócesis de San Luis, Misuri, y autor de lo que describe como una “guía portátil que mezcla arqueología, la Escritura, historia cristiana antigua, teología, oración” y su propia experiencia en Tierra Santa. “Vengan y vean: Guía católica para la Tierra Santa”.

Aleteia: ¿Cómo puede la arqueología bíblica cambiar nuestro entendimiento de los textos bíblicos? ¿Ofrece claves hermenéuticas que desvelen algún significado “contextual” en el texto?

Padre Samson: Ciertamente, la arqueología bíblica ofrece un contexto concreto que ayuda a explicar el texto bíblico con más frescura y, por ello, de forma muy esclarecedora. Ofreceré un ejemplo, relacionado con la vocación de Mateo (Mt 9,9-13).

No hace mucho, el nivel del agua del mar de Galilea retrocedió una distancia significativa y allí en Cafarnaúm se descubrió una estructura larga y bastante ancha parecida a un banco o mesa de trabajo. Los eruditos lo identificaron como una caseta arancelaria, donde probablemente se recaudaba, allí a la orilla del mar, un impuesto a los pescadores por sus capturas en aquellas aguas.

Este descubrimiento arroja una nueva luz sobre el drama del relato de la vocación de Mateo, a quien Jesús invitó a seguirle mientras Mateo estaba sentado en su mesa de recaudación de impuestos en Cafarnaúm. Pensemos en ello un segundo.

Todos sabemos que los recaudadores de impuestos eran objeto del desprecio de la mayoría de judíos no solo porque trabajaban para Roma (y, por ello, era recordatorios visibles a los judíos de su sumisión societal a un pueblo y poder extranjero —ergo, impuro—) en la recaudación a sus compatriotas judíos (nacionalidad compartida que hacía de sal en la herida) de un dinero que contribuía al mantenimiento del Imperio, sino también porque se les conocía por ser unos tramposos con el dinero, que aumentarían la cantidad oficial imponible para disponer para ellos mismos de esa parte adicional.

Ahora, cuando combinamos este bagaje societal de los recaudadores de impuestos con el descubrimiento arqueológico del puesto aduanero de pesca en Cafarnaúm, podemos apreciar un poco mejor el drama de la escena; concretamente, entre otras cosas, se nos presenta una ventana nueva y refrescante sobre la reacción que debió de haber suscitado en los corazones de los otros discípulos el llamamiento de Jesús a Mateo en esta cabina de impuestos a la pesca.

Pónganse en la cabeza y en los corazones de 11 discípulos que eran, todos, pescadores: no solo es bastante chocante que Jesús llame a un recaudador de impuestos para que sea un discípulo cercano, sino que impacta aún más el hecho de que Jesús estaba llamando a unirse a su grupo íntimo y selecto de discípulos al mismísimo hombre que personalmente había estafado a quienes ya eran discípulos de Jesús, que tuvieron que pagar impuestos al Mateo pre-conversión por todas sus pescas pasadas.

¡Casi nada! Podemos imaginar que no solo los fariseos se indignaron por la elección de Jesús (Mt 9,11), sino que también a algunos apóstoles les sentó regular que Jesús llamara a Mateo, recaudador de impuestos a pescadores. Debió de haber sido muy duro para los discípulos evitar la ofensa contra la caridad en sus corazones, por ira (Mt 5,21-26) o por juicio (Lc 6,27-37) hacia su reciente compañero discípulo, que antes era visto y considerado prácticamente como un enemigo personal.

De este modo, podemos ver que el acto de Jesús de llamar a Mateo no iba con la intención de tener un efecto transformador y de conversión solamente en el corazón de Mateo; también iba dirigido a expandir los corazones de sus discípulos, a quienes no hacía mucho exhortaba e inspiraba a “amar a sus enemigos”, no “solamente a quienes los aman” (ya que “hacen lo mismo los publicanos”), y así aspirar a ser “perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5,43-48).

La misericordia de Jesús al escoger y llamar a Mateo —un tema comentado por san Beda el Venerable y que el papa Francisco escogió como su propio lema papal: miserando atque eligendo—, en luz de este contexto arqueológico recientemente encontrado para el pasaje de Mateo 9,9-13, no tenía intención de transformar el corazón del antiguo recaudador, sino también el corazón de los otros discípulos de Jesús.

Esta última perspectiva, aunque ciertamente podía encontrarse (de forma general, recurriendo al desdén extendido hacia los recaudadores de impuestos en general) en el mismo pasaje de la vocación de Mateo, se ve fortalecida al estar personalizada a través de la consideración de este pasaje bajo la luz del descubrimiento arqueológico de la oficina de impuestos a la pesca en Cafernaúm. De esta manera, la arqueología puede cambiar nuestro entendimiento de los textos bíblicos, ofreciendo claves hermenéuticas que desvelan un significado oculto bajo el contexto cultural y escritural de un determinado pasaje de la Biblia

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