Tener un vínculo emocional con un compañero o compañera de trabajo podría tener efectos secundarios no deseados“¡Anda! Lo de este informe tengo que contárselo a Mark, ¡le va a parecer increíble!”.
Mark era la primera persona a la que Trish le contaba todo lo que sucedía en la oficina. Si había algún cotilleo jugoso, rumores de recortes o una conversación positiva con la jefa, siempre tan puntillosa, ella acudía a él de inmediato. Poco a poco, Mark se convirtió en su “marido de trabajo” sin que Trish se diera cuenta siquiera.
La relación era totalmente platónica… al principio. Él era un poco más antiguo en la oficina, pero tenían la misma función. Compartían algunas tareas en la oficina y él le había ayudado en situaciones difíciles de cara a clientes, colegas y superiores, a menudo difíciles de contentar.
Empezaron a pasar más tiempo juntos durante horas de trabajo, a menudo almorzaban juntos o acudían corriendo al escritorio del otro con las últimas novedades de la oficina. Era fantástico tener siempre alguien con quien compartir y contrastar ideas, y Mark siempre le guardaba las espaldas cuando había que presentar alguna propuesta a la jefa. Tenían una alianza, una poderosa herramienta en un entorno de trabajo que a menudo era despiadado y difícil de gobernar.
De vez en cuando, se enviaban mensajes cortos o correos electrónicos después del trabajo. Sin embargo, a medida que su relación avanzó de debatir únicamente sobre asuntos de trabajo a desahogarse o pedir consejo sobre las relaciones románticas de cada uno, Trish empezó a tener la sensación de que aquello no estaba del todo bien. Pasaban bastante tiempo hablando sobre el matrimonio de él y de que él era infeliz en ciertos aspectos, así que ella intentó ser una buena y atenta confidente.
Una noche, después de una reunión alargada, la situación se volvió física. Trish había estado percatándose de que Mark tenía sentimientos más profundos que iban mucho más allá del ámbito de lo profesional, pero como él era técnicamente más antiguo que ella y estaba casado, Trish decidió ignorar las señales de advertencia. Aquella noche, cuando él hizo su gesto de acercamiento, ella se dio cuenta de que había que poner un límite.
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El límite entre relaciones profesionales e íntimas
Los estudios sobre “cónyuges laborales” están bastante revueltos. Una investigación, realizada por Office Max en 2011, descubrió que el 50 por ciento de los encuestados informaron tener un “esposo/a de trabajo”. Tener un buen aliado en el trabajo —alguien que de verdad se preocupe por ti— puede ser un valor excelente para el desarrollo profesional. Puede haber beneficios seguros en tener a alguien en la oficina que te conoce bien y que es una persona digna de tu confianza. Estas relaciones pueden ayudarte a crecer profesionalmente y ayudarte a gestionar el estrés. El apoyo mutuo que ofrece esa persona no tiene precio.
El problema aparece cuando empieza a sustituir tu relación íntima de la vida real. Aunque casi siempre empiezan de manera inocente, muchas de estas amistades evolucionan a algo mucho mayor. Frank Gunzburg, asesor matrimonial en Baltimore (EE.UU.), se opone firmemente a las relaciones estrechas en la oficina. Según escribe, estas relaciones “podrían ser platónicas, supongo, pero la situación invita al peligro. Uno de los escenarios comunes que escucho es que la relación es platónica, incluso durante años, y luego algún acontecimiento hace que uno, o ambos, cruce la línea y su afecto se descontrola rápidamente”.
Incluso si las cosas no se vuelven físicamente inapropiadas, todavía puede haber problemas relacionados con la intimidad emocional y entonces la relación puede reemplazar a una relación romántica. El consejero familiar Tim Dakin, de Sacramento, también advierte sobre los peligros del “cónyuge laboral”: “Creo que todo esto del esposo/a de trabajo desdibuja muy peligrosamente los límites y crea mucha confusión sobre las reglas de la relación”, afirmó Dakin en una entrevista con The Huffington Post.
“Los compañeros de trabajo quizás crean estar fuera de peligro porque no han cruzado la línea física (…). Desarrollan un vínculo emocional con esta persona”, explicó. “Quizás confíen en que su cónyuge sea físicamente fiel, pero no se dan cuenta de qué sucederá si se crea un vínculo emocional”.
Cómo proceder con cautela
A Trish no le sorprendió especialmente que Mark intentara llevar su relación al nivel físico, pero estaba angustiada e inquieta. Logró desviar sus acercamientos, pero la relación había quedado dañada permanentemente. Después del incidente, Trish lo confrontó y le hizo saber que su relación había terminado. Fue algo doloroso e incómodo, pero fue loable de su parte el hacerle saber que no participaría de nada que pudiera dañar su matrimonio.
Continuaron trabajando juntos, pero con unos límites mucho más diferentes. Ya no había mensajes ni emails personales, ni comidas chismorreando sobre los dramas de oficina. Aunque Trish lamentaba la pérdida definitiva de aquella camaradería, era un precio pequeño para mantener ambas relaciones… y su propia dignidad.
Para asegurar que tus relaciones con tus compañeros y compañeras de trabajo son del todo sinceras y profesionales, plantéate presentar a tu cónyuge real a tus confidentes de oficina. En vez de llamar a casa para decir que volverás cuando termine la happy hour, invita a tu pareja a que se una y que conozca a tus amigos y amigas de trabajo.
Por último, asegúrate de dejar en casa los “dramas hogareños”. Nada crea más rápido un vínculo emocional inapropiado que airear tus trapos sucios sobre tu cónyuge a un colega de trabajo. Si estás en una relación fuera del trabajo (o si tu colega lo está), asegúrate de mantener claros los límites en la oficina y sé firme en su defensa. A fin de cuentas, aunque tener un “cónyuge laboral” pueda tener beneficios, nunca merece el sacrificio de tu compromiso en tu relación amorosa.