En horas muy bajas la relación de México y Estados Unidos tras la orden de militarizar la frontera comúnLas relaciones entre el gobierno de Estados Unidos y el de México entraron ayer jueves en una fase que no tenía precedentes en la historia moderna entre las dos naciones vecinas.
Luego que el presidente Donald Trump firmara el miércoles por la noche el decreto con la que ordena a los departamentos de Defensa y Seguridad Nacional que trabajen con los estados del suroeste para desplegar a la Guardia Nacional en la frontera con México, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, respondió con un mensaje en cadena nacional diciendo, en pocas palabras, que era una falta de respeto y un atentado a la buena vecindad.
“Presidente Trump, dijo Peña Nieto,“si usted quiere llegar a acuerdos con México, estamos listos. Como lo hemos demostrado hasta ahora, siempre dispuestos a dialogar con seriedad, de buena fe y con espíritu constructivo. Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos. No vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones”.
Sin definir cuándo se movilizará la Guardia Nacional hacia la frontera (Trump tomó como pretexto la marcha de 1,100 hondureños, nicaragüenses, guatemaltecos y salvadoreños que llevan a cabo en México el “Viacrucis del Migrante”), el mandatario estadounidense pidió Defensa y Seguridad Nacional coordinen el entrenamiento del personal militar y vean qué otras acciones podrían ser necesarias para proteger el límite entre ambos países.
Ayer jueves, el presidente Trump dijo a la prensa que estaba pensando mandar “entre 2,000 y 4,000 elementos de la Guardia Nacional a la frontera con México, aunque tampoco dijo cuándo iba a suceder esto. Sin embargo, el proyecto, según el diario The Washington Post, establece que en 30 días deberán presentarle un reporte detallado al magnate con el plan de acción. Mientras
tanto la secretaria de Seguridad Interna, Kirstje Nielsen, subrayó que el despliegue, para apoyar las tareas de la Patrulla Fronteriza, sería inmediato.
El gobierno mexicano y los cuatro candidatos presidenciales reaccionaron de manera unánime, junto con el Senado y todos los sectores del país, condenando la medida de Trump, coincidiendo que se trataba de un desquite en contra del Congreso estadounidense, quien ha negado el dinero que pide Trump para construir el muro fronterizo de poco más de 3,000 kilómetros de largo (costaría unos 20,000 millones de dólares).
Aunque la secretaria Nielsen desestimó que la acción vaya a tener un efecto en la relación con el gobierno de México pues, según dijo, “ellos entienden el deseo de la administración para controlar los cruces ilegales”, lo cierto es que el presidente de México enfatizó lo contrario en su mensaje de ayer en cadena nacional: “Estamos convencidos de que, poniéndonos de acuerdo, como amigos, socios y buenos vecinos, a ambos países nos va a ir mucho mejor que confrontándonos”, subrayó Peña Nieto.
En opinión de la Unión para la Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU), el presidente Trump está creando una crisis donde no la hay y atenta contra las normas civiles. “El presidente Trump está tratando de crear una crisis donde no la hay”, afirmó Astrid Domínguez, directora del Centro de Derechos Fronterizos de ACLU.
Por su parte, los gobernadores Doug Ducey, de Arizona, y Greg Abbott, de Texas, respaldaron la decisión. Ambos dijeron que se trata de una medida “necesaria” para detener el flujo “masivo” de inmigrantes hacia el país, con la intención exclusivamente de mantener la seguridad de sus comunidades.