La obra maestra del pintor renacentista Piero della Francesca recobra su color y transparencias
El escritor británico Aldous Huxley la definió como “la pintura más bella del mundo”. En vísperas de Pascua, ha sido restaurada “La Resurrección”, obra maestra del Piero della Francesca, uno de los artistas más importantes del Renacimiento.
La restauración permite redescubrir la potencia de Jesús, que sale del sepulcro en el momento de la Resurrección, mientras los cuatro soldados que montaban la guardia junto a la tumba todavía permanecen dormidos.
“Resurrección” de Piero della Francesca
La pintura —realizada en una fecha imprecisa, entre 1450 y 1463— nos sitúa ante el evento que parte en dos la historia de la humanidad. A la izquierda del cuadro, se puede ver la naturaleza deshojada, muerta; a la derecha los árboles cobran vida, al igual que el futuro del hombre redimido. El pecado ha sido superado, se ha cumplido la promesa de la salvación.
La geometría de la composición pictórica es perfecta.
El soldado sin casco es el autorretrato del autor, Piero della Francesca, artista profundamente creyente, que de este modo ha querido testimoniar personalmente su fe en el acontecimiento histórico de la Resurrección de Cristo, evento que no sólo cambia la historia, sino la vida de cada persona.
Autorretrato di Piero della Francesca.
El sueño de los soldados es símbolo de ese sueño en el que viven tantas personas, indiferentes u olvidadas de la promesa de Dios de la vida eterna. Por este motivo, de manera paradójica, el cuadro comunica una cierta tristeza.
Cristo no mira a los soldados, mira adelante, hacia todos los hombres y mujeres: a quien ahora puede contemplar el cuadro, respetando la libertad de quien quiere reconocer el inmenso don de la Resurrección. Aquí se esconde la fuerza de este cuadro.
Restauradora en pleno trabajo.
Cecilia Frosinini, la historiadora del arte que ha dirigido la restauración, explica: “Finalmente el fresco del Renacimiento ha recuperado la espléndida transparencia de los colores, típica de una bellísima técnica, que provocaba la admiración incluso de Miguel Ángel”.
De hecho, el gran genio se negó a pintar con óleo la Capilla Sixtina, escogiendo la luminosidad del fresco, que hizo famoso a Piero della Francesca.
La potencia de este cuadro ha tenido efectos incluso muchos siglos después, salvando a la localidad de Sansepolcro del bombardeo de la artillería aliada durante la Segunda Guerra Mundial.
Según algunas fuentes, el capitán británico Anthony Clarke ordenó el bombardeo de esa ciudad, pero poco después, cuando los enemigos se habían retirado, dio un imprevisto cambio de orden, pues se acordó de las palabras de Huxley sobre el cuadro (“La pintura más bella del mundo”), evitando así su destrucción bajo las bombas.
Ahora, en toda su luz y color, la obra puede ser de nuevo admirada en el Museo Cívico de Sansepolcro, pequeña localidad en Toscana.