A pesar de las carencias, tres congregaciones religiosas se unen mediante el programa “Camino de Emaús”, buscando la reinserción de personas que “viven al margen de la sociedad” en el país bolivariano
José Manuel Mavares tiene actualmente 53 años de edad, de ellos vivió 25 sumergido en el “submundo” de las drogas y el alcohol en las más peligrosas calles de Caracas. La muerte de su progenitora lo indujo a una profunda tristeza que no podía manejar, dejándose llevar “por las emociones de rabia y desesperación”.
Un día conoció a las religiosas y laicos que trabajan en la “Casa de Acogida y Rehabilitación Padre Machado” quienes “le tendieron una mano amiga”. Ahora dice con orgullo: “¡soy un hombre nuevo!”, según narró para Aleteia, dando a conocer lo que “El Camino de Emaús” hizo en él desde que fue rescatado de las calles hace dos años.
“Después de la muerte de mi madre comencé a comportarme muy mal con mis seres queridos cuando vivía en San Agustín del Sur”, en Caracas. “Perdí a mi esposa y mis dos hijos, un varón y una hembra que ahora tienen 33 y 28 años”, narró Mavares.
En proceso de reconciliación familiar
La Casa de Acogida “Padre Machado” funciona desde 2014 en El Valle, en Caracas. El Camino de Emaús es su programa social bandera, porque está dirigido al rescate de hombres que viven en situación de calle. Es implementado por las Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, las Hermanas Compasionistas y de las Hermanas de Cristo Jesús quienes lo viven en comunidad. Un ejercicio de vida cristiana intercongregacional.
José Manuel dijo que desde su ingreso al centro fue sometido, como los demás internos, a las variadas e intensas terapias psíquicas, sociales y médicas que un equipo multidisciplinario les practica para superar sus patologías, miedos e inseguridades.
El propósito es reinsertarlos nuevamente a la sociedad, a los quehaceres cotidianos y en muchos casos reencontrarlos con sus familiares. “Reconozco que me siento un hombre nuevo, he aprendido a manejar mis emociones y la ansiedad. He logrado superar el consumo de los dos vicios que me estaban matando”, dijo José Manuel.
El trabajo y la responsabilidad también caracterizan el proceso de reinserción social de este programa; por eso, dentro del establecimiento intercongregacional ejerce labores de portero, cargo obtenido por su buen comportamiento, y luego de superar las dificultades más notorias. Paralelo a ello, estudia 2° año de bachillerato, pero además, recibe clases de teatro, deportes, clases bíblicas y de valores humanos.
Tal vez, la corona de este proceso que vive el señor Mavares sea el reencuentro familiar. “Actualmente estoy en proceso de reconciliación con mi esposa y mis hijos. Cada fin de semana me traslado hasta la que ha sido mi verdadera casa para compartir con ellos”.
Otra historia, otro rescate
El caso de Román Salinas, de 45 años de edad, es otra de las experiencias recogidas en la visita que Aleteia hizo al centro de acogida. Román fue víctima del consumo de estupefacientes, entre ellos el crack y la cocaína desde los 14 años, situación que lo obligó a tomar las calles por su “mal vivir”. Comentó que en reiteradas oportunidades estuvo privado de libertad en varios centros de reclusión del país, como Caracas, Margarita y el Rodeo en Guatire, por su adicción a las drogas. También apostaba a los caballos y era un empedernido jugador de envite y azar.
Ahora tiene 5 meses recluido en el centro, y siente que ha ido superando su dependencia a las sustancias psicotrópicas y al juego. Está encargado de preparar los alimentos a sus compañeros, y está convencido de que ha crecido como ser humano.
Román afirmó que aprovecha al máximo las oportunidades que le brinda el centro de acogida para salir adelante y recuperar también a su esposa y sus tres hijos. Está estudiando 1° y 2° año de bachillerato y los abogados adelantan sus presentaciones en los tribunales. “Doy gracias al Altísimo por mi recuperación como individuo”, indicó.
¿Qué es el Camino de Emaús?
La hermana María de los Ángeles Perdomo (Hermanitas de los Pobres de Maiquetía), regente de la casa de acogida y rehabilitación, precisó que quieren ser un proyecto trascendente y carismático afincado en la gratuidad. Además del proyecto interno en la casa, salen a las calles y plazas semanalmente para contactar a través de un poco de comida, ropa y esperanza a los pobres. Luego invitan al centro a los más necesitados.
“El Camino de Emaús está basado en la idea de renovar la vida de las personas desde su corazón interno, para que experimenten una vida llena de amor a Dios, de esperanza, de perdón, de servicio a los demás, de sanación física y emocional”, detalló. Tiene varias etapas que se pueden resumir así: el “camino de iniciación”, en la que reciben atención especializada durante tres o cuatro meses; el “camino de la transformación”, en el que asumen varias responsabilidades; y el “camino de la culminación”.
Para su ingreso indagan quién es la persona que llega al centro, si tiene familia o no, porque “la gran mayoría afirma que no tienen a nadie”. Luego, entre los días lunes, miércoles y viernes realizan atención básica a por lo menos 80 hombres que llegan a la institución en busca de ayuda, en edades entre los 17 hasta los 60 años.
“Los internos -10 en total- que tenemos actualmente se encargan de lavarles la ropa, bañarlos, vestirlos y darles el almuerzo”, informó la Madre Perdomo.
Con dolor en su voz, la religiosa confesó que también están llegando niños entre los 8 y 12 años que viven en la calle, abandonados por sus padres y comiendo de la basura. “Llegan al centro con cuadros de diarrea, fiebre, todos sucios y hambriento”, dijo.
Destacó que a estas personas les brindan atención médica, psiquiátrica y espiritual. También cuentan con la asesoría de un grupo de profesionales del derecho que se encargan de su situación legal en la presentación de los tribunales, especialmente con aquellos que han consumido estupefacientes o tienen en su haber otros delitos.
Como parte del programa, en cada terapia se les exige más compromiso de cara a una actitud de responsabilidad para dejar el pasado y transformar su existencia. A los familiares de los internos también se les ofrece herramientas de orientación para que sepan cómo actuar a la hora de ayudar al afectado en caso de que tenga una recaída.
¿Quieres Colaborar? La Madre Perdomo lamentó que la institución no tenga capacidad económica para responder a tanto prójimo abandonado que toca sus puertas, ante ello pide a quienes deseen convertirse en benefactores, “ir directamente a la institución y llevar sus donaciones o contactar a través del +58 212 6711722”.