En el día de ‘San Jorge’, el Pontífice enseña una vez más el gusto dulce de compartir El papa Francisco para festejar el día de su onomástico ha querido que la dulzura de un helado refresque el paladar de personas sin techo que probablemente no sueñan darse el gusto de saborear un helado en plena primavera o en ninguna estación del año.
Por eso, este lunes 23 de abril, la Limosnería Apostólica, el ente que distribuye la caridad del Papa, distribuirá, en el día en que la Iglesia recuerda a San Jorge, 3.000 helados a las personas pobres.
Se trata de una atención fuera de lo común para quienes son cotidianamente acogidos en los comedores, en los dormitorios y en las estructuras de la capital italiana, administradas en su mayoría por la Caritas.
Esta mañana muy temprano, la neblina matutina en Roma anunciaba el calor. Los heladeros romanos se frotaban las manos.
Finalmente, inicia la temporada primaveral, con miles de turistas y peregrinos acalorados que vistan Roma. Pero, entre ellos, también ese privilegio dulce llegará a algunos miles de hombres y mujeres que no tienen en su bolsillo 4,50 euros. Lo que cuesta un helado de dos sabores en Roma.
El helado hace parte de la tradición y de rutas etnogastronomicas de la capital italiana. La arqueología romana demuestra que los emperadores ya eran glotones de ésta gélida golosina y era un privilegio incluso para los ‘patricios’.
Pequeñas cosas de la vida
Todo gracias a la caricia culinaria pensada por el Papa que comunica el cotidiano gusto por las pequeñas cosas de la vida y que endulzan la dignidad humana. El ‘universo en un grano de arena’, valga el parangón; el ‘universo’ en un cuenco de helado de frutas o de crema.
Desde hace siglos, la comida es fuente de hospitalidad, en el día de ‘San Jorge’, el gusto dulce de compartir también hace parte del prisma variado de actos de la ‘cultura del encuentro’ del Pontífice abierta hacía los últimos, iniciada por Jesús que compartía, comía y bebía con sus discípulos, los últimos y los ‘pecadores’.
No es casualidad que el primer acto público de Jesús y su primer milagro fuera en la boda de Caná de Galilea (Jn 2:1-11) cuando multiplicó el vino por petición de la Virgen María, su mamá, mujer atenta al gusto de las “pequeñas cosas” , y en otros episodios, como la multiplicación de los cinco panes y de los dos pescados (Mc 6:30-44).
En Pascua, fiesta de la resurrección, el Papa ha recordado que Jesús se presentó a los discípulos en el camino de Emaús, y acepta comer el ‘pescado’ que ellos le ofrecen para demostrar que no es un fantasma.
Quizás, si estos sin techo que hoy comerán el helado ofrecido por el Papa, por el hecho de ser noticia, demostrarán, una vez más, que no son fantasmas, sino el costado herido de una parte de la sociedad que pide ser sanado iniciando, tal vez con pequeños gestos concretos de misericordia y difundiendo el gusto dulce de compartir.
Otros gestos del Papa con los pobres en Roma: