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La OMS confirma el dramático récord de Venezuela con la malaria

MOSQUITO
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Carlos Zapata - Aleteia Venezuela - publicado el 25/04/18
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Al menos medio millón de afectados, una cifra que sigue en ascenso ante la inexistencia de políticas públicas para detenerla. El reporte de la institución confirma las continuas denuncias de Aleteia desde tierras venezolanasLa nación sudamericana registra el mayor incremento de casos de paludismo en todo el planeta, según constata la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ahora teme además la expansión del mal hacia países limítrofes que reciben a los miles de venezolanos que huyen de la crisis.

Trabajos de profundidad e investigación de Aleteia desnudaron en 2017 diversos casos, como el de la bebé Alejandra Polisse, de la etnia yukpa; el de la monja wayúu,  Fanny Machado, y el de varios de los muchachos que fueron arbitrariamente encarcelados en El Dorado, durante las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Más allá del oriente venezolano, donde la enfermedad es endémica, favorecida por las condiciones favorables para el vector, se denunció de forma sistemática la manera como aumentaron los casos en Machiques y en la Sierra de Perijá, del petrolero estado Zulia.

Allí, en la frontera con Colombia, las picadas de zancudos transmisores de la enfermedad, la falta de medicinas y la ausencia total de políticas públicas de control acabaron por diezmar las de por sí pequeñas poblaciones indígenas.

Las cifras avaladas por la OMS confirman los estimados, que ubicaban en al menos medio millón el número de afectados y un número impreciso de víctimas mortales; amén del lucrativo negocio que sigue moviendo millones de dólares en zonas de frontera y países vecinos con la compra-venta ilegal de los medicamentos destinados a los venezolanos.

La bebé Alejandra Polisse nunca figuró en los registros de fallecidos. Aunque se creía que su caso era un “falso positivo” porque el Zulia no es región endémica como Bolívar, la niña murió. Y debido a la pobreza de su familia, fue enterrada en una pequeña cajita, como indicara en esa oportunidad el fraile Nelson Sandoval, quien desde hace más de una década coordina la misión de los capuchinos en la región.

En Amazonas los decesos por este virus son comunes. Conseguir el tratamiento es sencillo, pero casi imposible comprarlo; al menos en el mercado ilegal, donde se transa en granmas (gramos de oro), o en divisas.

El Estado es consciente de la gravedad del problema. Tanto, que pese a sus continuos y cada vez más intensos desencuentros con la Iglesia Cáritas, le autorizó a su institución social Cáritas el ingreso de ayuda, tras una acción solicitada –y permitida- a Unicef por la misma razón.

“Tenía varios días con fiebre. La llevaron al ambulatorio de la misión, donde le hicieron examen de la ‘gota gruesa’. Dio positivo para paludismo, pero ‘los de malariología no tenían el tratamiento y la niña murió”, indicaba la nota de Aleteia sobre la bebé yukpa. Uno de muchos, pero uno que se hizo público. Ahora se confirma que la situación se replica “por cientos de miles”.

“El caso de Venezuela nos preocupa significativamente. Los casos de malaria están creciendo de una manera muy preocupante a causa de la drástica reducción de las campañas antipalúdicas que se llevan a cabo en el país”, afirmó este martes 24 de abril en rueda de prensa el director del programa contra la malaria de la OMS, Pedro Alonso.

El especialista sostuvo además que en la primera campaña de erradicación de la enfermedad en los años 1950-60, “Venezuela destacó por ser el primer país en el mundo que pudo erradicar el paludismo en amplias zonas del país y que fue certificado por ello”.

No obstante, lamenta que “ahora tenemos incrementos masivos que probablemente lleguen a medio millón de casos por año. Es el mayor incremento registrado en el mundo”, insistió.

En la nación existe actualmente censura epidemiológica. La última cifra oficial data de 2016, cuando Venezuela reportó 245.000 casos y una muerte, aunque la OMS estimó que, en realidad, el número de contagios había ascendido al menos a 300.000 y el de decesos a 280. En esa oportunidad, la entonces ministra de la Salud fue cesada poco tiempo después de que se hiciera público el informe que confirmaba la crisis.

Para el año 2017, la Organización Mundial de la Salud estima que al menos se dieron 406 mil casos, cercano al medio millón que reportaron (extraoficialmente) los especialistas en el tema.

Alonso sostuvo además que la OMS y su oficina regional: la Organización Panamericana de Salud (OPS), trabajan intensamente con el Gobierno para “tratar de aliviar las preocupantes condiciones”, según reseñó la agencia de noticias EFE.

Ese organismo, OPS, ofrece a Venezuela medicamentos contra el paludismo, así como tratamientos preventivos par enfrentar al vector: como mosquiteros impregnados de insecticida.

El funcionario teme que aumente el riesgo de contagio no sólo en la población venezolana que reside en su país, sino también en quienes huyen en masa debido a las cada vez más difíciles condiciones de vida.

Exportan malaria a países vecinos

Ya hay “casos de malaria entre la población de refugiados venezolanos” que llegan a Colombia, Brasil y Ecuador, dijo. Teme que haya “nuevas transmisiones en esos países, si no se controla bien a la población refugiada”.

En este aspecto, hizo un llamado a los países vecinos para que aseguren un diagnóstico y  tratamiento adecuado -y gratuito- “para cualquiera que vaya a un centro médico, porque no hay nada más peligroso que pacientes con acceso limitado a causa de su estatus financiero o legal”.

En contraste, dijo que la región “marcha por buen camino”, toda vez que “la enfermedad está controlada en la mayoría de los países, a excepción de Venezuela”. Evocó en este sentido los “nuevos casos en Colombia en las zonas abandonadas por guerrilleros desmovilizados y donde nunca antes se habían hecho controles epidemiológicos”; así como la existencia de “focos puntuales” en Ecuador y Brasil.

Bien recordaba el Papa Francisco: “¡Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, pone su invocación en las manos de la Virgen!”. En Venezuela, ese clamor es diario.

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