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El Papa que enseña el gusto de “comer juntos” sin celular y televisión en la mesa 

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Sobre la Bodas de Caná, expresó: “Imagínense terminar la fiesta tomando té…¡No, no va! !Sin vino no hay fiesta”, Audiencia General 14 de febrero 2014.

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 27/04/18
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Entrevista a Roberto Alborghetti, autor del libro: “En la mesa con Francisco. Los alimentos y las recetas en la vida del Papa (Ed. Larousse pg. 207 2018)” “Una familia que no come junta casi nunca, o que no habla en la mesa, sino que ve la televisión o cada uno su teléfono, es una familia poco familiar”, dijo el Papa en una audiencia general (11. 11. 2015) e insiste con este mensaje cada vez que tiene la oportunidad. De hecho, desde los años setenta, Francisco por un voto a la Virgen María no ve televisión.



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El libro de Roberto Alborghetti traza con detalles el perfil de un inédito Jorge Mario Bergoglio que no rechazaba casi nunca una invitación de las monjas o de los parroquianos en Buenos Aires a comer la Bagna Cauda, receta de sus ancestros italianos, o que dividía las empanadas con los periodistas cuando no eran suficientes para todos y jocosamente emulaba el sentido de ‘la multiplicación de los peces y de los panes’ del Evangelio.

La pastoral del papa Francisco pasa por compartir un plato de comida con el pobre, el preso, el migrante y personas conocidas por el camino. Esto es también “llevar las periferias a la mesa” y “poner a las personas en condición de tener de qué comer” y además aplicar sin pausa “la cultura del encuentro”, explicó Alborghetti.

El “¡Buen almuerzo!” dentro de “esta frase está el mundo de Francisco”. El “saludo dominical” tras el ángelus, se convierte en una tradición, “una especie de ventana al ambiente festivo”, construido en el imaginario de “familias preparando y cocinando”.

“La comida es una manera importante de compartir, de hacer pasar ideas, emociones, sentimientos, discursos”. Todo desde “la visión (del Papa) de una iglesia hecha de relaciones entre personas”, añadió el autor del libro: “En la mesa con Francisco”. 


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En el texto, lleno de anécdotas, se deja presente que la agenda de este pontificado también pasa por la mesa. Casa Santa Marta, la residencia donde vive el Papa en el Vaticano, se ha convertido en “un espacio abierto a la hospitalidad, de contacto con la gente que llega allí todos los días”.

Alborghetti señaló como aspecto fuerte del pontificado el hecho que “Francisco comparta la comida, en el comedor abierto para obispos, sacerdotes, religiosos y otros huéspedes laicos”. Diríamos en una actitud comunitaria de sana socialización para alimentar espíritu y carácter. 

El papa Francisco no tiene un menú especial, nadie le prepara cosas exclusivas, él ‘come lo que pasa el convento’, refiere un dicho popular en Italia. Él se adapta a la sobriedad de esos platos que son simples”, comentó el escritor. 

El pastor se confunde entre las ovejas hasta para comer. “El Papa hace fila (como todos), toma con sus manos la bandeja, se sirve el plato de lo que hay de comer ese día y se sienta en el primer puesto libre que encuentra. No tiene un lugar reservado”, añadió el periodista italiano. 

En el comedor de Santa Marta hay un universo vivo de relaciones, pues Bergoglio aplica la cultura del encuentro que pasa por compartir la comida, así lo ha hecho con líderes y representantes de otras religiones; judíos y hasta musulmanes, incluso amigos y conocidos de Argentina. 

Alborghetti cuenta que el Papa hace, de vez en cuando, visitas sorpresa a sus amigos curiales argentinos que viven en el Vaticano para tomar juntos un mate (infusión), un café o comer algunas masitas. 

Francisco interpreta bien la imagen Evangélica de Jesús que se sentaba en la mesa con publicanos , marginados y pecadores, corriendo el riesgo de que le llamaran ‘borracho y glotón’. “Él pone mucha atención a los sin techo y a las personas pobres, al contrario de lo que se podría pensar, no se circunda de personajes famosos a la hora de comer”. 

Asimismo, Alborghetti narra como Francisco extiende hoy su pastoral a gestos concretos como el que tuvo el domingo 19 de noviembre de 2017 cuando en la primera Jornada Mundial dedicada a los pobres, instituida por él, convirtió la solemne aula Pablo VI del Vaticano en un inmenso comedor popular o social. 

En esa ocasión, cerca de ciento cincuenta mesas fueron engalanadas para recibir a mil quinientos invitados especiales: mendigos, sin techo y refugiados. Francisco almorzó y compartió el menú:  Gnocchetti sardi, bocados de ternera con verduras, tiramisú, agua, naranjada y café. 

El Papa argentino profesa compartir la comida y la mesa, asimismo, presentando ese momento y lugar como sagrado, destinado a la unión de la familia y la comunidad. Concepto cristiano “muy relacionado a sus raíces culturales” de sus parientes de origen Piamontes, la tierra de la abuela Rosa, italiana, explica el autor del Libro: ‘En la mesa con Francisco’. 

De ahí, deriva una “atención por la cultura de la mesa y de cómo se recuperan las sobras de la comida. Algo típico de la cultura italiana aprendido de abuelos, mamá y papá…”. En una audiencia general, el Papa menciona que de niño le enseñaron que botar el pan era un pecado y cuando éste se caía por accidente de la mesa se recogía del suelo, en acto penitente, y se besaba.


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Alborghetti destacó que muchas de las reflexiones presentes en sus discursos, homilías y palabras en Buenos Aires se reflejan igualmente en lo que hace y dice en Roma. Bergoglio “es un pastor, un sacerdote, un hombre de fe, especialmente para mí es coherente en relación a lo que era antes de ser papa y por ende, encontré en su vida esta coherencia, éste ser fiel a sí mismo, fiel a la idea que tiene del Evangelio, el Evangelio de la gente”.

JORGE MARIO BERGOGLIO,POPE FRANCIS,YOUNG

AFP Photo | Ho | Bergoglio Family

El periodista que estudió los archivos de la arquidiócesis de Buenos Aires, contó de un episodio  poco conocido del regreso de Jorge Mario Bergoglio a la región del Piemonte, norte de Italia, siendo ya sacerdote para recoger los pasos de sus ancestros. “Él se arrodilla y recoge un puñado de tierra de la granja donde trabajaron sus abuelos y se lo lleva de recuerdo para Argentina”. 

Por lo tanto, fue un gesto simbólico que hizo en recuerdo de aquellos que tuvieron que dejar la propia tierra por motivos de trabajo. Así “hicieron sus abuelos y su papá en los años 20, así como su abuela Rosa que viajó a Argentina”. 

Y no es una casualidad que Bergoglio use en varias de sus homilias la figura de la tierra que es signo de vida y de fecundidad. En efecto, el Papa considera que “los productos de la tierra tienen un valor “sagrado” porque, simplemente, son fruto del trabajo diario de personas, familias, comunidades y campesinos”  discurso a la FAO, en 2015. 

En esta dirección se encuentra el llamamiento constante del Obispo de Roma para favorecer “la lucha contra el desperdicio de los alimentos y de una economía que tenga una dimensión humana consecuente con la realidad de “las 870 millones de personas que no tienen ‘el pan cotidiano’”, expresó el periodista y escritor. 


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Por ejemplo, detrás de las iniciativas del año de la Misericordia (2015/2016), está el mensaje de abrir espacio en nuestras mesas a quien no tiene nada. “La invitación a compartir y hacer sentar alrededor de una mesa a más personas cada vez”. “Y en los tantos lugares que visita no falta nunca el concepto de la mesa extendida a la que muchas personas están invitadas”. 


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