Homilía hoy en Casa Santa Marta
Custodiar la fe y confirmar en la fe: es el tema al que el Papa dedica la homilía de la misa matutina de hoy. Su reflexión parte del pasaje de los Hechos de los Apóstoles que describe un momento difícil dentro de la comunidad de Antioquía.
“Hemos sabido que algunos de los nuestros, sin mandato de nuestra parte, han sembrado entre ustedes la inquietud y provocado el desconcierto”, escriben a esos cristianos Pedro y los apóstoles, decidiendo, junto al Espíritu Santo, reaccionar para volver a traer la paz.
A Antioquía, con la carta, envían también a Bernabé y a Pablo y a otros hombres de confianza. Y leyendo la carta, los cristianos se alegran – continúa el relato de los Hechos – “por el aliento que les infundía”. Los que se habían presentado para defender a la gente como “ortodoxos de la verdadera doctrina” – dice el Papa – “creyendo ser los verdaderos teólogos del cristianismo” habían desorientado al pueblo: los apóstoles, los obispos de hoy, lo confirman en la fe.
El obispo vigila y vela
“El obispo – afirma Francisco – es el que vigila”, es el centinela, ” que sabe observar para defender al rebaño de los lobos que vienen”. La vida del obispo “está implicada con la vida del rebaño”.
Pero el obispo hace algo más – prosigue el Papa – como el pastor hace vigilia. Una bella palabra “para describir la vocación del obispo”.
Hacer vigilia significa implicarse en la vida del rebaño: Jesus distingue bien al verdadero pastor del empleado, del que trabaja por dinero y le da igual si viene el lobo y se come una: no le interesa. En cambio, el verdadero pastor que vela, que está implicado en la vida del rebaño, defiende no solo a todas las ovejas, sino a cada una de ellas, confirma a cada una y si una se va o se pierde, va a buscarla y la trae otra vez. Está tan comprometido que no deja que se pierda ninguna.
El obispo es cercano a los suyos
El verdadero obispo conoce por tanto el nombre de cada oveja “y esto – afirma Francisco – nos da a entender cómo Jesús concibió al obispo: cercano”. Y el Espíritu Santo dio al pueblo cristiano el olfato, la capacidad de comprender dónde hay un obispo verdadero.
Cuántas veces hemos escuchado: “¡Oh, este obispo! Sí, es bueno, pero no se cuida mucho de nosotros, tiene siempre qué hacer”, o “este obispo se mete en negocios, es un poco negociante y eso no va bien”, o “este obispo se ocupa de cosas que no van con su misión”, o “este obispo va siempre con la maleta en la mano, siempre por ahí, por todas partes”, o “guitarra en mano”, puede pensar alguien … Es que … el pueblo de Dios sabe cuándo el pastor es pastor, cuándo el pastor es cercano, cuándo el pastor sabe velar y da su vida por ellos. La cercanía.
Que no falte la custodia de los pastores
Así debe ser la vida de un obispo y así su muerte, y el Papa cita el ejemplo de Santo Toribio de Mogrovejo, muerto en un pequeño pueblo indígena, rodeado de sus cristianos que le tocaban música con la chirimía para que muriera en paz.
Oremos al Señor para que nos de siempre buenos pastores, que no falte a la Iglesia la custodia de los pastores: no podemos seguir adelante sin ella. Que sean hombres así, trabajadores, de oración, cercanos, cercanos al pueblo de Dios … en una palabra, hombres que sepan velar.