Un estudio constata que la nieve es tan limpia como la del Ártico canadiense y no está afectada ampliamente por la contaminación ¿Cuánto ha influido el transporte de carbono negro, también conocido como hollín, ente otras impurezas, en la majestuosa Cordillera de los Andes, la famosa cadena montañosa que atraviesa la zona sur de América Latina?
Esta es una de las preguntas que se plantearon varios investigadores a la hora de a trabajar en el Proyecto Anillo sobre “Carbono Negro en la Criosfera Andina”, un estudio financiado por la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) de Chile.
Este ambicioso trabajo, que reunió la experiencia de varias universidades, fue considerado como “el mayor esfuerzo realizado en el Hemisferio Sur para cuantificar la influencia y el transporte del carbono negro (u hollín) y otras impurezas en la Cordillera de Los Andes y en la Antártica”.
Así lo indicó Raúl Cordero, académico del Departamento de Física de la Universidad de Santiago, al hacer la presentación en la Asamblea General de la Unión Europea de Geofísica (EGU, por sus siglas en Ingles) en Viena, Austria, en los primeros días del mes de abril, reproducen medios como Dínamo.
Pero detrás del estudio también se buscaba investigar el vínculo entre el carbono negro y las reservas de nieve con el objetivo preservarlas de la contaminación debido al alto porcentaje de agua congelada concentrada en los polos cuyo deshilo influye en las aguas subterráneas.
Es en este contexto que las conclusiones del estudio arrojaron resultados llamativos y alentadores: “Afortunadamente la cordillera no está ampliamente afectada por la contaminación”, expresó Cordero.
En ese sentido, el científico asegura que las concentraciones de carbono negro, algo común cuando se utilizan medios de calefacción como la leña u en actividades mineras, fueron menores y comparables a las de Alaska u el Ártico canadiense
“Las concentraciones de carbono negro encontradas en la nieve andina implican reducciones en la reflectividad o albedo de la nieve menores al 2%, y que es por lo tanto poco probable que actualmente estén provocando una señal climática relevante”, expresó.
La mayor sorpresa con respecto a estos datos se dio al constatarse el bajo nivel de contaminación en la zona sur de la cordillera habida cuenta de su cercanía con los centros urbanos.
Es por todo esto que los recientes hallazgos con respecto a la concentración de carbono negro en la cordillera asombran al mundo y al mismo tiempo lo hace suspirar en pos de seguir trabajando para que la contaminación -el calentamiento global-, la mano del hombre, deje de afectar significativamente a nuestra “casa común” (Laudato Sí).
Con información en base a Dínamo