La parroquia “Nuestra Señora de la Paz”, lleva más de 10 años mitigando el hambre de los más necesitados en Caracas“Lo que gano no me alcanza para alimentar a mi familia, por eso vengo a comer sopa esta iglesia parroquial. Entre mi mujer y yo dejamos un poquito de comida para llevarles a nuestros hijos, quienes la gran mayoría de las noches se acuestan sin comer. Por ello, expreso mi profundo agradecimiento a Dios y a la bondad del padre Marcos Linares, por permitirnos comer en esta iglesia”.
Así lo dijo Eduardo Ramírez, un venezolano de 56 años de edad, durante conversación con Aleteia, en el comedor “Madre Teresa de Calcuta”, que funciona en la parroquia “Nuestra Señora de la Paz” de Montalbán I, en Caracas. Además de la esposa, el hombre tiene tres hijos menores de 7, 5 y 1 año. Él, como muchos de los comensales procede de “La Vega”, una barriada cercana a esta iglesia donde el hambre –desde hace unos cuantos años- se pasea libremente y con mayor frecuencia entre los vecinos.
Historias de la crisis en Venezuela
Juan José Berríos, tiene 67 años de edad y también vive en “La Vega”. Él valora la comida y el buen trato recibido por los “voluntarios” y “servidores” de esta parroquia. “Siempre vengo a comer debido a las dificultades económicas que me impiden hacerlo en mi casa”, contó durante la visita que Aleteia hizo al sitio. “Además de la comida, me gusta el buen trato que me da la gente de la parroquia”, expresó.
Entretanto, Rosa Linares, con 75 años de edad, expresó que es “una comensal fija”. Su historia evidencia la profunda crisis humanitaria que golpea a Venezuela en estos momentos. Vive en un “ranchito” propio que fue construido con mucho sacrificio en el mismo barrio de los entrevistados anteriores. Rosa tiene una hija que vive con ella “pero está desempleada”, por lo tanto se ve obligada a buscar comida en la parroquia.
A la conversación se unió el albañil David José Herrera, de 34 años. “Actualmente estoy desempleado”, expresó, comentando que lleva “8 años alimentándose gracias a la solidaridad de algunas instituciones que aportan alimentos y a la del padre Marcos”.
Padre Linares: “Se da de comer sin parar”
Tanto el señor Eduardo Ramírez como el resto de sus compañeros, han encontrado en esta iglesia de Caracas, no solo la solidaridad que brota de las manos del padre Marcos Linares y sus “voluntarios” a través de un plato de comida, también el consejo y la orientación. El proyecto comenzó en marzo de 2003, tal vez previendo estos tiempos duros en los que se ha incrementado el número de bocas con hambre en Venezuela.
“Nosotros iniciamos este programa a partir de la campaña: “Ayúdemos a los indigentes” que la Conferencia Episcopal Venezolana promovió en marzo de 2003, y, desde ese año hemos dado comida sin parar, gracias a la colaboración de instituciones y de las comunidades circunvecinas que ayudan a pesar de sus necesidades”, dijo Linares.
De acuerdo a las estimaciones del presbítero, más de cien niños, ancianos, discapacitados y jóvenes desempleados acuden a recibir su almuerzo. “A tempranas horas de la mañana las personas se van agolpando en la casa cural de la parroquia. Son anotados en una lista, y se les entrega un número con el fin de llevar un control. Cerca del mediodía, se les indica que deben hacer una fila para que ingresen a un salón grande que funciona como comedor donde posteriormente se les entrega su alimento”.
Muchos colaboradores
“Los menús que les entregamos a nuestros hermanos son variados”, dijo el sacerdote a quien le gusta ser llamado “el cura indigente”; esto, “porque solicito insistentemente comida para bridárselas a estos hermanos venezolanos muy necesitados”. Esta vez, los asiduos visitantes del comedor “Madre Teresa de Calcuta”, degustaron menestrón de caraotas con vegetales elaborado por Reina Aponte, una de las colaboradoras de la parroquia. También se les sirvió fruta (patilla) y jugo.
La comida fue servida por un grupo de estudiantes del décimo semestre de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas. Además, compartieron un rato de historias con estos ciudadanos. Como ellos, han colaborado otras organizaciones. Tal fue el caso de “Misión Sonrisa” de Chacao, que les brindó el almuerzo el pasado 15 de mayo, cuando llevaron pasta con carne que gustó mucho a los comensales, quienes solicitaron repetir la ración de tan rico manjar.
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