Encontrarás calma y paz el día en que descubras cómo enfocar tus actos sin exigencias exageradas.Todos queremos ser buenos, muy buenos, ser el número 1, llegar a la excelencia en nuestro trabajo profesional, ser la mejor madre del mundo, que digan que no hubo un deportista como yo… La idea de partida –ser un hombre o mujer 10– es positiva porque nos motiva a luchar y mejorar.
Sin embargo, ese deseo de perfección en la vida ordinaria puede convertirse en un defecto, un extremo que nos haga egoístas y destroce nuestra relación con los demás.
¿A quién llamamos perfeccionista?
- Al que no solo llega puntual sino hiperpuntual, y exige a los demás esa puntualidad. No solo eso: mira mal todo el día al que llegó 5 minutos tarde.
- Al que agobia a los demás porque exige que todo esté por encima de los límites exigibles.
- Al que se queja en voz alta de cualquier imperfección que cometen sus compañeros.
- Al que va “cazando” faltas de ortografía para avergonzar a los demás.
- Al que exige que todo el material que se elabora a su alrededor esté impecable, sin contar con el uso, la antigüedad…
- Al que solo le parece que existen las líneas rectas y los ángulos de 90 grados. No soporta un papel torcido.
- Al que le molestan los que explican las cosas sin emplear exactamente las palabras que usa el libro de texto.
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Un perfeccionista acaba amargándose la vida a sí mismo. ¿Por qué? Por una razón tan sencilla como que solo Dios es perfecto. Ser perfeccionista es querer otorgarse una condición que no nos corresponde… y luchar por encima de nuestras posibilidades agota.
¿Por qué motivos hay personas perfeccionistas? Es cierto que hay temperamentos que tienden más que otros a buscar lo perfecto en lo que se está gestionando, y cada carácter también puede haber trabajado para forjarse en las virtudes.
Las personas con virtudes tienden más hacia el 10, pero ¿es eso malo? Al contrario, tienen ya facilidad para hacerlo porque se han ido ejercitando.
Además, si es auténtica virtud, lo harán con rectitud de intención: esto quiere decir que no obran por egoísmo sino por alcanzar la santidad. La misma fe en Dios lleva a la humildad de saberse imperfecto y pedir ayuda.
Estas son algunas de las actitudes con las que evitar exigencias exageradas que ayudan a encontrar calma y paz a quien sufra de perfeccionismo: (Consulta la galería)
Siendo flexible verás la paz y la calma que dan no preocuparse por cosas innecesarias. La solución está como siempre en el amor.