Inteligencia, convicción y sacrificio fueron los principios que abrazaron estas mujeres para alcanzar la paz en sus pueblosEn la Edad Media encontramos ejemplos de mujeres reconocidas por la Iglesia que tomaron posturas determinantes en la esfera pública trabajando por la paz y haciendo un gran aporte a su país.
Santa Catalina trabajó con diplomacia para lograr la paz en Italia
Aunque era hija de artesanos y analfabeta por no haber tenido estudios, Catalina fue una joven italiana que supo comprender las necesidades de su pueblo. A los veinticinco años de edad comenzó una vida pública con inteligencia y prudencia como conciliadora de paz.
Escribió cartas a hombres y mujeres de todas las condiciones y mantuvo correspondencia con las principales autoridades de los territorios de Italia, rogando por la paz entre las repúblicas de Italia y el regreso del Papa a Roma luego de su desplazamiento a Francia.
En aquellos tiempos las repúblicas italianas vivían constantes conflictos y levantamientos, sumado al hecho de que la corte pontificia de Roma hacía tiempo estaba instalada en Aviñón.
El descontento no sólo era por parte de los romanos que se quejaban porque sus obispos habían abandonado su iglesia durante setenta y cuatro años y ahora amenazaban con llevar a cabo un cisma, sino que también entre los florentinos ocurrían divisiones internas y asesinatos recurrentes.
Catalina mantuvo correspondencia con Gregorio XI quien había intentado sin éxito lograr la paz con la república de Florencia, exhortándolo firmemente a contribuir por todos los medios posibles a la paz general de Italia.
Al mismo tiempo, se reunió con los jefes de los magistrados quienes le encomendaron toda la situación para que sea mediadora, con la promesa de que debía ser seguida a Aviñón por sus embajadores para firmar y ratificar las condiciones de reconciliación y confirmar cada resolución que lograse.
De este modo, en junio de 1376 Catalina fue enviada a Aviñón para lograr la paz de la república de Florencia con los Estados Pontificios y el Papa mismo. Cuando el pontífice la escuchó admirado, le encomendó la misión de ir a Florencia aún dividida y obstinada en su desobediencia, donde vivió un tiempo rodeada de peligros e incluso arriesgando la propia vida.
En un principio los florentinos no fueron sinceros en su búsqueda de paz y continuaron sus intrigas secretas para apartar a toda Italia de su obediencia a la Santa Sede. Sin embargo, tras grandes trabajos e inmensas dificultades, Catalina reconcilió a los florentinos con el Papa y luego regresó a Siena.
Esto significó el retorno del pontífice a Roma en 1377, dándose la reconciliación definitiva un año después con su sucesor, el Papa Urbano VI, quien una vez instalado en Roma recibió la exhortación de Catalina a llevar con temple y gozo los problemas. También escribió a los reyes de Francia y Hungría para que dejen el cisma.
Santa Juana de Arco condujo tropas a la batalla salvando a Francia de la dominación inglesa
Juana de Arco llegó convertirse a los diecisiete años en una heroína nacional y gran defensora de la Patria. Era una campesina que se caracterizaba por su bondad y admirable convicción a una causa por la cual entregó su vida. Prefería morir joven a no vivir con esa convicción que la hizo una líder militar valiente e inquebrantable.
Inglaterra había invadido gran parte del territorio francés. El país estaba siendo azotado por un periodo de conflictos debido a la guerra de los Cien Años dejándolo sumido en la pobreza y la anarquía que no lo dejaba avanzar.
Esta situación le hizo comprender a Juana que debía unirse al ejército que comandaba la monarquía francesa para poder luchar por recuperar de inmediato los territorios que habían invadido y que pertenecían a Francia y ahora estaban en poder de los ingleses.
Tras haber sitiado la ciudad de Orleans con un fuerte ejército, el rey Carlos de Francia y sus militares ya creían perdida la guerra. Juana hizo lo imposible para llegar hasta el monarca y pedirle que le conceda el mando sobre las tropas.
En un principio no fue fácil, ya que al ser tan joven y mujer no creían en ella. Sin embargo, finalmente el rey la nombró capitana y se dirigió hacia Orleans con un frente de diez mil hombres.
Animados por la joven, los soldados franceses lucharon como héroes y expulsaron a los asaltantes liberando Orleans. Luego se dirigieron a varias otras ciudades y las liberaron también logrando que finalmente se corone a Carlos VII como el nuevo rey de Francia.
Tras ser capturada por el duque de Borgoña, Juana fue entregada a los ingleses para ser torturada, juzgada y asesinada. Sin embargo, su misión ya estaba cumplida: luego de su muerte los ingleses se vieron obligados a salir de Francia para siempre.
Santa Isabel fue una reina que puso fin a las guerras civiles en Portugal
Isabel era la esposa del rey Dionisio, con quien había tenido dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal y sucesor de su padre, y Constancia, la futura reina de Castilla. En dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su país y se declaró contra su propio padre.
Lo grave era que los partidos políticos hacían todo lo posible para poder enemistar al rey con su hijo. Ante esta difícil situación, Isabel trabajó incansablemente con su bondad, su amabilidad y su extraordinaria capacidad de sacrificio y poder de convicción, hasta que obtuvo que el hijo y el padre hicieran las paces.
Sea a través de las impresionantes cartas que escribía o en el campo de batalla haciéndose presente, Isabel conseguía la paz una y otra vez.
Cuando los ejércitos de su esposo y de su hijo se preparaban para combatir, Isabel vestida de sencilla campesina, atravesaba los campos para dirigirse hasta donde estaban los guerreros y se ponía de rodillas ante su esposo o su hijo haciéndoles jurar el perdón y proclamar la paz.
Incluso en una oportunidad, luego de la muerte de su esposo, estalló la guerra entre su hijo Alfonso de Portugal y su nieto, el rey de Castilla. Anciana y casi sin fuerzas, emprendió un larguísimo viaje pasando por caminos peligrosos para lograr la paz entre los dos contendores.