Secuestrado durante 28 días en 2006 por un grupo terrorista asociado con Al Qaeda, torturado y amenazado de muerte, monseñor Saad Sirop Hanna, obispo iraquí, se negó a abjurar de Cristo
El obispo Saad Sirop Hanna no esperaba vivir una experiencia tan amarga en una tierra que había conocido desde su infancia.
Nacido en 1972, Mons. Sirop realizó primero estudios de ingeniero aeronáutico antes de entrar en el seminario de Bagdad.
Después de su ordenación sacerdotal en la diócesis de San Diego, continuó sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma y obtuvo un doctorado en filosofía en 2008.
Raptado durante la misa un 15 de agosto
Dos años antes, mientras celebraba una misa en Irak el 15 de agosto de 2006, fue secuestrado por militantes de Al Qaeda.
Este acontecimiento fue una conmoción terrible para él, que no creía que pudiera sucederle en su país. Él mismo lo explica:
“Primero me preguntaba si realmente había pasado en Irak. Irak ya no es lo que era. Hay tanta incomprensión, tantas diferencias, tantas agresiones… Me planteé estas preguntas como cristiano y como iraquí. Nací en Bagdad y viví toda mi infancia allí. Me gradué en la universidad y, por entonces, tenía muchos amigos de diferentes religiones…”.
Durante veintiocho días, Mons. Saad Sirop Hanna se encontró en manos de militantes que lo torturaron incansablemente para obligarle a renegar de Cristo.
Pero su fe le ayudó a mantenerse firme. “Extraigo mi fuerza de Dios y a Él le debo mi nueva vida”.
En aquel tiempo, la historia de Mons. Saad Sirop Hanna dio la vuelta al mundo y las reacciones internacionales no tardaron en llegar.
El papa Benedicto XVI envió una carta a los líderes de la Iglesia en Irak instando a todas las partes a trabajar por la liberación del padre Sirop Hanna.
Por fin, fue liberado el 11 de septiembre de 2006 después de 28 días en cautiverio.
“Las tradiciones caldeas y asirias están en peligro”
El obispo hace un llamamiento al mundo entero para que luche contra el islamismo y proteja a los cristianos orientales expuestos a las peores formas de persecución.
En 2017, publicó un libro para dar su testimonio: Abducted in Iraq: A Priest in Baghdad [Secuestrado en Irak: un sacerdote en Bagdad].
“Amo Irak y amo a mi pueblo. Quiero seguir trabajando aquí como sacerdote”, dijo en Bagdad, añadiendo que tiene muchos amigos musulmanes por los que siente un gran afecto.
Dice que no es solo un sacerdote para los cristianos, sino también para los musulmanes. Un hombre de diálogo necesario para acercar las religiones y mantener la paz.
“Espero ayudar a los cristianos a superar los desafíos y las dificultades que se encuentran en todos los países de Oriente Medio, especialmente en Irak, donde su situación a menudo se ignora. Estamos siendo testigos del posible fin de una de las tradiciones cristianas más antiguas del mundo. La tradición apostólica de la Iglesia de Oriente: las tradiciones caldeas y asirias están en peligro, el mundo necesita ver y escuchar la voz de esta Iglesia que sufre”.