Vicario general de la diócesis de Bambari, el Padre Firmin Gbagoua fue asesinado el 29 de junio en la República Centroafricana por hombres armados no identificados. Un asesinato que atestigua el recrudecimiento de la violencia en el paísUna nueva tragedia que pone de luto al país. El padre Firmin Gbagoua, vicario general de la diócesis de Bambari, “recibió un disparo en el abdomen y murió a causa de sus heridas”, indicó a la agencia AFP la portavoz de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA), Uwolowulakana Ikavi.
La Ayuda a la Iglesia Necesitada (AED) ha conocido con tristeza el asesinato —por un tiro a quemarropa— este viernes 29 de junio del padre Firmin Gbagoua, vicario general de la diócesis de Bambari en la República Centroafricana. Rezamos por la paz en este país.
Asesinado padre Firmin Gbagoua en #RepúblicaCentroafricana. Oramos por su alma y por la paz en el país https://t.co/CsHVo3b49t pic.twitter.com/jflKs3pLJ9
— Ayuda a la Iglesia Necesitada (@AyudaIglesNeces) July 2, 2018
Al final del día del 29 de junio, “los fulani dispararon contra el vicario general a la altura de la arquidiócesis de Bambari y murió en el hospital” en la noche del viernes al sábado, afirmó un residente anónimo de Bambari. “Era una persona seria y sonriente”, añadió.
Este asesinato se produce en un momento en que los enfrentamientos entre grupos armados en la región de Kaga-Bandoro (al norte del país) se prolongan desde hace varios días. Según la portavoz de MINUSCA, estos combates siguen enfrentando regularmente a miembros de dos grupos armados contra los milicianos llamados “de autodefensa” antibalaka, más al norte, cerca de Mbres, en la región de Kaga-Bandoro.
El 1 de mayo, la iglesia de Fátima en Bangui ya fue atacada por hombres armados en pleno servicio religioso. 24 personas, entre ellas el padre Albert Toungoumalé-Baba, murieron y otras 170 resultaron heridas. A pesar del llamamiento a la calma del cardenal Nzapalainga y del papa Francisco, el nivel de violencia en República Centroafricana nunca había sido tan alto desde 2016. El país, que en su casi totalidad vive bajo el control de grupos armados y milicias, sigue dependiendo de la ayuda internacional para su seguridad.