La neuroarquitectura confirma algunas de las intuiciones del feng-shui ¿Cómo percibe nuestro cerebro los espacios en los que vivimos? ¿Cómo afectan a nuestro estado de ánimo o nuestro rendimiento?¿Hay una relación entre cerebro y espacio?
Aunque la neuroarquitectura es un concepto bastante novedoso, que los arquitectos tomen en cuenta principios de salud a la hora de diseñar inmuebles no lo es.
Y es lógico que sea así, porque más del 90% del tiempo que estamos despiertos al día lo pasamos dentro de edificios, y lamentablemente muchos de ellos no están pensados y construidos para hacernos sentir bien.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de edificios enfermos ; alerta de que aproximadamente un 30% de los inmuebles actuales no ayudan a que el organismo mantenga el equilibrio; y cuando eso pasa, aparece la enfermedad.
Eso explica que en la OMS se impulse la construcción de fincas pensadas para su función: para vivir, para trabajar, para descansar, para enfermos de Alzhéimer, para educar a los niños, para cuidar a personas convalecientes,…
Francisco Mora, doctor en neurociencia y catedrático de Fisiología Humana en la Universidad Complutense de Madrid, plantea unas preguntas muy interesantes:
¿Por qué nos sentimos bien en una iglesia hermosa o en los claustros de un espacioso monasterio?
¿Por qué obtienen mejores resultados los alumnos que aprenden en clases con enormes ventanales y mucha luz?
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Neuroarquitectura
Jonas Salk fue quien puso la primera piedra a la Academia de la Neurociencia para la arquitectura inaugurada en 2003 en San Diego. En ella, expertos en ambas ramas científicas trabajan mano a mano para entender y conocer cómo el entorno modula el cerebro.
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“Todo aquello que nos rodea, nos influye porque es información que llega al organismo. Y esa información hace que el cerebro ponga en marcha mecanismos de producción de hormonas que acaban produciendo sensaciones y emociones”, explica la doctora en biología Elisabet Silvestre, experta en biología del hábitat y que colabora con el Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya (COAC).
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Otra investigación observó mediante resonancia magnética del cerebro a los participantes mientras miraban objetos. Descubrieron que cuando veían cosas puntiagudas, angulosas, rectas, se activaba la amígdala, región cerebral asociada al miedo, ansiedad y peligro.
“El cerebro codifica ese tipo de formas como agresivas e inconscientemente se sitúa en un estado de alerta, de inseguridad. Y pasa no sólo con los muebles, también con los edificios. La arquitectura, por ejemplo, de Calatrava puede provocar esa sensación inconsciente”, señala Francisco Mora.
Las intuiciones del feng-shui -¡de hace 5000 años!- están encontrando hoy una explicación científica gracias a la neuroarquitectura, que busca diseñar entornos donde nos encontramos bien tanto física como mentalmente.
Pincha en la galería para encontrar unas pistas con las que el feng shui y la neuroarquitectura buscan lograr ese bienestar en nuestro entorno:
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