Durante el triduo, la oración de los peregrinos se unió a la de la Iglesia en toda la Argentina: “Vale Toda Vida”. Conocé la bellísima oración que le rezaron por esa intención. Decenas de miles de argentinos llegados en vehículos motorizados, bicicleta, a pie, a caballo o en carruajes, celebraron una vez más a Nuestra Señora de Itatí, patrona de Corrientes, reina del Litoral, y dueña del corazón de gran parte de los devotos marianos argentinos. A orillas del Alto Paraná, desde su imponente santuario, la Virgen recibió peregrinos durante varios días, entre el 9 de julio, que formalmente se celebra su Festividad, y el 16, su gran fiesta, en conmemoración de la Coronación Pontificia.
Las celebraciones de este año estuvieron marcadas por el clamor de la Iglesia en todo el país para que en la Argentina las leyes sigan defendiendo la vida desde el momento de la concepción: “A veces les pregunto a algunos de los peregrinos, ¿cuánto hace que sos peregrino de la Virgen?, y me dicen ‘desde que estaba en la panza de mi mamá’”, expresaba el rector del santuario padre David Penzotti antes de pedir rezar “para que todos tengan la oportunidad de nacer” y exclamar junto con los peregrinos que vale toda vida, siguiendo el lema que invita la Iglesia para estos días.
Especialmente emotiva fue el fin de semana, como es habitual, la recepción de los miles de peregrinos que marcharon por treinta horas desde San Luis del Palmar, y el encuentro con las imágenes patronales que acompañan el camino de los peregrinos para saludar a nuestra Madre: San Antonio de Padua, el Santo Cura Brochero, San Luis Rey, entre otros.
La emoción de los grupos se vivió por doquier. Según los organizadores, como es habitual, se advirtió la llegada de más de 200.000 personas durante el triduo.
El diario Época recogió testimonios de ciclistas que recorrieron 300 kilómetros en bicicleta desde Villa Ángela, Chaco, otro de Posadas, Misiones. Una familia cabalgó 11 días caballo, como muchas otras. La pregunta obligada ante cada peregrino con el que se conversa es: ¿viene de promesero o para agradecer?
Las peregrinaciones a Itatí son en muchos casos peregrinaciones familiares: surgen de reuniones familiares, espontáneas, de un tío o un primo que invita, del compartir que el otro necesita algo y de la caridad de acompañarlo a pedir con él, todo con las posibilidades que cada uno tenga, del acompañar a agradecer.
La vigilia previa, Festival de la Fe del Peregrino, fue una gran fiesta de música y amor a la Virgen. Hasta la medianoche, que se abrieron las puertas y los custodios sacaron en andas a la destinataria de todas las miradas, de todas las oraciones, de todos los esfuerzos. No debe haber en el litoral argentino momento más solemne que este, en el que el corazón de los peregrinos se enciende de amor y termina de cobrar sentido todo el esfuerzo.
Durante la mañana se realizó la tradicional procesión náutica, con el encuentro en el Paraná entre la Virgen de Itatí y Nuestra Señora de Caacupé, que cruza desde el Paraguay, al igual que cientos de peregrinos, para saludar a la comunidad hermana. Además, por supuesto, de la procesión de los santos patronos llevados por los peregrinos, misas, actividades, y la procesión de antorchas para el cierre.
Este año, como lo escrito, se rezó especialmente por el cuidado del niño por nacer y el cuidado de toda vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. En ese sentido se orientó la plegaria que rezó en nombre de todos los peregrinos el Arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, oración que aquí compartimos:
“Tiernísima Madre de Dios y de los hombres, que bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, nos miras esta noche a tus pies para renovar nuestra fe, esperanza y amor, y para consagrar nuestra vida y la vida de todo nuestro pueblo, especialmente a los más pobres e indefensos, a tu corazón inmaculado. ¡Con amor filial te decimos: ayúdanos Madre!
“No deseches ahora las súplicas de tus hijos, que humildemente recurrimos a vos. Atiende nuestra súplica por el inocente que no ha nacido y también por sus mamás que sufren en su cuerpo y en su espíritu. Te pedimos que les hagas sentir tu abrazo tierno y amoroso. A vos, Tierna Madre de Itatí te confiamos la causa de la vida. ¡Con amor filial te decimos: ayúdanos Madre!
“Atiende nuestras necesidades, que tú las conoces mejor que nosotros: míranos heridos y agobiados por tanta miseria y pobreza, por la trata de personas, la violencia y las drogas; por la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención; por niños mal alimentados y por tantas nuevas formas de esclavitud y descarte. ¡Con amor filial te decimos: ayúdanos Madre!
“Y sobre todo Madre mía, concédenos un gran amor a tu divino Hijo Jesús, y un corazón puro, humilde y prudente; porque, así como vos tuviste el coraje y la audacia de decir siempre sí a Dios y a la vida, también nosotros y nuestros legisladores, seamos valientes en salvar, cuidar y acompañar las dos vidas, la de la mamá y del bebé que crece en ella. ¡Con amor filial te decimos: ayúdanos Madre!
“Queridísima madrecita de Itatí, danos paciencia en la vida y fortaleza en las tentaciones para que no rechacemos a nadie, que a nadie devolvamos mal por mal, que no descalifiquemos al que piensa distinto, y que siempre en todas partes anunciemos el Evangelio de la vida con firmeza y con amor. ¡Con amor filial te decimos: ayúdanos Madre!
“Esta noche, Tierna Madre de Itatí, frente a tu bella imagen, renovamos nuestra consagración y te encomendamos especialmente a nuestras familias, a nuestros niños y niñas, a nuestros jóvenes, a nuestros abuelos y ancianos, a las mamás que llevan a una hija o un hijo en su vientre y a sus papás, a los trabajadores y empresarios, a nuestros enfermos, a los que nos gobiernan y a todo nuestro pueblo. ¡Con amor filial te decimos: ayúdanos Madre!
“¡Tierna Madre de Itatí, ruega por nosotros!