Gala fue siempre el gran amor de su vida. El santuario donde se casaron está fuera de la ruta turística. Mañana se cumplen 60 años de aquella memorable fecha.Loco, estrafalario, surrealista, imprevisible… Salvador Dalí era un personaje que se superaba cada día a sí mismo. Sorprendía, era inteligente e ingenioso.
En agosto de 1929, a los 25 años, conoce en Cadaqués durante el veraneo a la que será el gran amor de su vida, Gala. Ella, en realidad, se llamaba Elena Ivanovna Diakonovna, y por aquel entonces estaba casada por lo civil con el poeta surrealista Paul Éluard.
Éluard, pese a tener ya una hija con Gala, se consentía “escapadas”, infidelidades de las que él mismo se pavoneaba y mantenía una relación que hoy podría considerarse abierta. Gala no podía soportarlo.
Para Gala, la aparición de un Salvador Dalí dispuesto a entregarse totalmente a ella y a luchar por sacar adelante la pareja, fue argumento suficiente para decidirse por él. En pocos meses, Dalí dio muestras de que aquello no era un amor de verano: en invierno ya había sido echado de casa y desheredado por su padre.
Si al principio Éluard se lo toma a chiste, puesto que él era el cabeza del grupo surrealista en París mientras que Dalí era un jovenzuelo que acababa de ser aceptado en el círculo surrealista de Montparnasse, pronto se vio que la pareja era firme.
La correspondencia entre Éluard y Gala por aquellos años no es más que el reflejo de un drama que se va cociendo lentamente: Éluard no da crédito, pero ha jugado demasiado con Gala y la ha hecho sufrir con sus continuos escarceos. Ella ha encontrado por fin una escapatoria a la altura del ofensor. No se marcha con un cualquiera, se marcha con el que será el más famoso de los surrealistas.
En 1932, Dalí y Gala se casan por lo civil. Viven así un cuarto de siglo, a caballo entre Figueres, París y Nueva York. Dalí cada vez es más famoso y su obra más cotizada. Los espectáculos que da en público (incluida la Quinta Avenida de Nueva York) no hacen sino aumentar su fama. Gala será su espuela, su aliciente y su musa.
Pero Dalí tiene hondas raíces católicas, a pesar de una historia familiar que le atenaza: un padre opresor, un hermano muerto que llevaba su nombre, su madre fallecida cuando él contaba 16 años… El padre, el notario Dalí, se casa de nuevo, esta vez con la hermana de su madre. Dalí no lo aprueba.
En Gala, Dalí encuentra el amor que le ha faltado hasta entonces y la compañera perfecta para su expresión artística, para ese cosmopolitismo que partía del Empordà y no tenía límites.
Una boda íntima
En 1958, cuando se acercan los 30 años de vida en común, Dalí considera que es la hora de casarse por la Iglesia. Gala, de nacimiento ortodoxa y por tanto bautizada, accede. Ya saben lo que es la fama y el dinero. Y saben también lo que quieren de verdad. Así que será una boda en la más absoluta intimidad.
La boda se celebrará en el Santuario dels Àngels, en el pueblo de Sant Martí Vell, a 15 km de Girona y cerca de Madremanya. Es un lugar solitario, a una altura de unos 400 metros, con una hermosa vista panorámica de los bosques del Empordà y el Mediterráneo al fondo.
No podía faltar un detalle digno de la originalidad de la pareja. Los novios aparecen en un Cadillac (el que se expone hoy en el Teatro-Museo Dalí de Figueres). Conduce la novia. Dalí tiene 54 años, y Gala, casi diez años mayor que él, 63.
En la boda hay solo 5 testigos, todos ellos autoridades civiles y eclesiáticas.
Por una vez, los medios de comunicación no llevan la delantera y la noticia solo aparece en la prensa cuatro días más tarde.
A pocos kilómetros de Nuestra Señora de los Ángeles se encuentra Púbol. Dalí ha prometido a Gala amor eterno y, como si fuera un caballero medieval, quiere regalar a su dama un castillo.
En 1969, adquirirá el castillo de Púbol, que hoy forma parte del triángulo daliniano junto con Figueres (donde puede visitarse el Teatro-Museo) y Port Lligat (donde se encuentra la casa de Dalí).
“Yo soy de una fidelidad tan grande hacia mi esposa que, aunque quizás nadie me crea, puedo asegurar algo que es completamente verdad: yo nunca he hecho el amor con otra persona que con Gala! ¡Jamás, jamás, jamás! ¡La primera y nunca más!” (Salvador Dalí, 1972)
“Sin el amor, sin Gala, yo no sería Dalí. Esta es una verdad que no cesaré de gritar y de vivir. Ella es mi sangre, mi oxígeno” (Salvador Dalí)
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