Un incidente tocó su corazón y le hizo preguntarse cuál era su verdadero propósito en la vida. La respuesta que encontró en su interior fue “dar”Con menos de 20 años, Narayanan Krishnan trabajaba como chef en uno de los hoteles de lujo de la cadena Taj en la India. Su desempeño culinario era tan alto que una cadena suiza lo contrató para dirigir sus restaurantes.
Pero en pleno proceso de mudanza, Krishnan vio en Madurai (su ciudad natal) como un hombre en la calle comía de sus propios desechos. Aquel hecho lo trastocó y enseguida le compró un plato de comida que aquel hombre devoró en segundos. Esta experiencia cambiaría su vida para siempre, porque en ese momento se dio cuenta que alimentar a los más necesitados era lo que realmente quería hacer por el resto de su vida.
Renunció al trabajo que le ofrecían en Suiza y con sus ahorros rentó un lugar para instalar una cocina y él mismo se encargaba de preparar la comida y distribuirla en su comunidad (también vivía allí con sus escasos empleados). Poco a poco la voz se fue corriendo y se sumaron voluntarios.
Trató de conseguir un grupo de estilistas que ofrecieran gratuitamente servicio de barbería y peluquería para también contribuir con la higiene personal de quienes buscaban su ayuda y darles un poco de dignidad; al no encontrar a nadie, el mismo chef aprendió a hacer un par de cortes en un curso de seis meses y él mismo los hacía luego de ofrecerles un buen baño.
“Para mí todos somos iguales. Todo ser humano merece recibir ayuda. Personalmente creo que somos responsables de dar algo a cambio a la sociedad”, dijo en una ocasión, asegurando que no veía raza, religión o género a la hora de dar un plato de comida a pesar que el sistema de castas de su país dijera lo contrario.
Un paso más
En 2003 logró crear su propia organización sin fines de lucro para poder obtener más ayuda (sus ahorros ya se le habían acabado e incluso había tenido que recurrir a sus padres, quienes en un principio estaban en contra, pero al ver lo que hacía su hijo, lo apoyaron). La llamó Akshaya Trust. Akshaya es una palabra en sánscrito que significa algo así como “imperecedero” y la eligió porque, para él, la compasión humana es algo que nunca debe decaer o perecer: “El espíritu de ayudar a otros debe prevalecer siempre”.
Su objetivo seguía siendo poder alimentar de forma integral a la mayor cantidad de ancianos, enfermos mentales y personas sin hogar. ¿A qué se refiere con alimentar de forma integral? No tiene nada que ver con los tipos de alimentos, sino que para Narayanan Krishnan “la comida les da nutrición física pero el amor y afecto con la que se las das los alimenta mentalmente”.
Un héroe
Su historia llegó a ser tan inspiradora que en el 2010 la cadena de noticias CNN le dio el premio Heroes (otorgado a personas que son consideradas “héroes anónimos” por sus propias comunidades). El premio en metal más la exposición que recibió lo ayudó a construir un albergue, un sueño que él tenía para no dar sólo comida sino también un techo para dormir y hasta asistencia médica básica.
Sin embargo, sí hay que acotar que en 2014 una joven que salió del albergue denunció que había sido abusada (no por el chef pero sí por otro huésped del albergue). La policía realizó una investigación por este caso y también por otras denuncias de maltrato que surgieron después. El chef ha estado dispuesto a que lo investiguen y, de haber algo que no esté funcionando bien y él no se haya dado cuenta, arreglarlo.
Aunque ya no lleva el estilo de vida cómodo de hace 15 años, Narayanan asegura que es muy feliz porque encontró su pasión y disfruta de su “trabajo”. Y es que, para él, dándole de comer a otros logró también alimentar su corazón.