Hay una rebelión de la generación joven ante la idea de sacrificarlo todo al trabajo. Comienza a priorizarse el tener una vida más equilibradaLa dura realidad de la actual cultura laboral está demostrando que quienes apuestan todas sus fichas a la profesión es muy posible que vivan muchos años en soledad. Y si hay algo que ha quedado claro es que ningún éxito profesional justifica el fracaso familiar.
Cualquiera que tenga intención de desarrollarse en una carrera profesional exitosa no debería nunca encontrar en su familia una limitación, sino todo lo contrario. Al encarar un proyecto familiar, un joven apunta alto en la felicidad humana y genera una posibilidad de felicidad biográfica: que comprende toda su vida y que no termina con su jubilación.
Como contrapartida a la falta de apoyo y los fuertes obstáculos al éxito familiar a costa del profesional, un nuevo fenómeno impulsado por las generaciones jóvenes está buscando alcanzar una mayor calidad de vida al integrar ambos aspectos.
Esta especie de rebelión al hecho de vivir sólo para trabajar ha comenzado a tomar fuerza buscando priorizar el tener una vida más balanceada entre trabajo, deporte, descanso, amigos y vida familiar. Esta actitud de la generación joven ha llegado a las empresas.
¿De qué se trata este giro en la cultura laboral? La fórmula involucra el permitir una mayor calidad de vida para quienes trabajan y una mayor integración entra la vida familiar y laboral tanto para la mujer como para el varón.
Esta cultura personalista más integradora entre familia y trabajo ha impactado en quienes tienen la responsabilidad del factor humano dentro de las empresas, y en la medida en que la promueven, los beneficios experimentados han sido contundentes.
Se está verificando cuantitativamente que las empresas que adoptan esa cultura logran captar más talentos profesionales, especialmente de mujeres; retienen dichos talentos en la empresa; alcanzan un menor nivel de ausentismo en una reducción del 30%, y con la corporación, se da un mayor sentido de pertenencia del personal.
A partir de la mayor identidad con la empresa, se logra una mayor eficacia y eficiencia en los trabajos profesionales y como consecuencia, esas empresas son más rentables. Hoy se prepara incluso una nueva versión de las normas ISO en las que se medirá la calidad de la empresa en función de las culturas familiarmente responsables que adopta.
Prueba de esta nueva cultura institucional es la que facilita la maternidad. Las empresas que han tomando la decisión de que las mujeres con hijos pequeños trabajen desde su casa con el mismo sueldo, lograron resultados altamente positivos.
Esto es lo que los profesionales jóvenes de hoy están buscando y además, coincide con el bien de la empresa. Con esta nueva cultura personalista de integración de familia y trabajo para la mujer y para el varón ganan todos: la empresa, la persona, la familia del personal, la sociedad y el país.