Durante cinco días ―del 6 al 10 de septiembre de 2017― el pontífice leyó cuatro homilías, pronunció nueve discursos, improvisó breves palabras en seis ocasiones y rezó el Ángelus una vez. Aunque sus actos oficiales fueron numerosos en Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena, su estilo descomplicado y el deseo de estar muy cerca de los marginados por la sociedad, le permitieron cumplir una especie de ‘agenda paralela’ que quedó grabada en miles de selfies de los fieles y centenares de videos y fotografías de los medios de comunicación.
Al cumplirse un año de la visita de un Papa a Colombia ―el tercero en 50 años, después de Paulo VI y san Juan Pablo II― Aleteia recuerda ocho instantes memorables en los que Francisco se muestra como es: risueño, natural y tremendamente franco para expresar sus conceptos y los de la Iglesia.
1. “¡No se dejen engañar! No pierdan la alegría”
Tan pronto se bajó del papamóvil que lo llevó desde el Aeropuerto Eldorado hasta la Nunciatura Apostólica, el Papa fue recibido con alborozo, música y danzas por muchachos del Idiprón, una entidad estatal que ayuda a la rehabilitación de niños y jóvenes que vivían en las calles de Bogotá. Su improvisado mensaje del 6 de septiembre fue tierno y estimulante: “¡Sigan adelante, así! No se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa, ¡sigan así!”
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2. Ponerse en los zapatos de otros, mensaje a los jóvenes
El jueves 7, en la emblemática Plaza de Bolívar, Francisco habló ante más de 22.000 muchachos que desde la víspera habían desafiado el frío bogotano. En la ventana del Palacio Cardenalicio habló de fútbol y hasta mencionó a cachacos, costeños, paisas, vallunos y llaneros, denominaciones coloquiales que identifican a los oriundos de algunas regiones. En varias ocasiones, el papa habló de la necesidad de perdonar y sanar el corazón y les pidió “…ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender”.
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3. “Vigilen las raíces espirituales de sus sacerdotes”
Uno de los discursos más largos de Francisco fue durante su encuentro con los obispos. A ellos les dijo que no quería dejarles “una lista de tareas”, pero sí les pidió conservar la serenidad ya que “en la noche, el Maligno continúa sembrando cizaña”. En su intervención en el Palacio Cardenalicio, el Papa fue severo al solicitarles a más de 80 prelados que cuidaran la formación de sus sacerdotes: “¿Viven de verdad según Jesús, o se han improvisado otras seguridades como la estabilidad económica, la ambigüedad moral, la doble vida o la ilusión miope de una carrera?
4. “Decir sí a la reconciliación concreta”
En Villavicencio, al oriente de Colombia, Francisco fue sorprendido por un fantástico concierto de voces, arpas, violines y cuatros ejecutados por niños, jóvenes, adultos mayores y personas en condición de discapacidad. Durante la eucaristía, celebrada el 8 de septiembre en un campo abierto al que ingresaron unas 800.000 personas, los colombianos presenciaron un acontecimiento inédito en su país: la beatificación de dos mártires. Al incluir en el libro de los santos al obispo de Arauca Jesús Emilio Jaramillo Monsalve ―asesinado por la guerrilla en 1989― y al padre Pedro María Ramírez Ramos ―el Mártir de Armero, macheteado en 1948― el Papa dijo que ellos “son la expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor”. Luego señaló: “nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación concreta”.
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5. “¡No tengan miedo a pedir y ofrecer perdón!”
El momento más conmovedor ocurrió en Villavicencio durante el Gran Encuentro por la Reconciliación. Allí oró ante el Cristo Negro de Bojayá ―mutilado durante un feroz ataque de la guerrilla a un templo de una población del departamento del Chocó― y escuchó a víctimas de la violencia. A todos les dijo que quería abrazarlos y llorar con ellos. Sin embargo, el testimonio qué casi le hace derramar lágrimas fue el de Pastora Mira, una mujer a la que le asesinaron a su padre, al esposo, una hija y un hijo. Ella le contó al papa que tuvo la oportunidad de encontrarse y perdonar personalmente a un paramilitar que asesinó a su hijo. En su discurso ante víctimas de la guerrilla, los paramilitares y agentes del Estado, el santo padre dijo: “No tengan miedo a pedir y ofrecer perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades”.
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6. “El diablo entra por el bolsillo”
En Medellín, ante un auditorio integrado por sacerdotes, religiosos, monjas, seminaristas y sus familias, el sucesor de san Pedro reiteró una frase que ha dicho en varios momentos de su pontificado: “El diablo entra por el bolsillo, siempre”. Más adelante anotó que “nosotros tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y las mujeres que están en la Iglesia empieza así, poquito a poquito, luego ―nos lo dice Jesús mismo― se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la propia vida”. Aunque reconoció la crisis cultural que vive el mundo, señaló que “Dios sigue llamando a la vocación sacerdotal”.
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7. “La verdad reclama gestos de caridad”
En su último día en Colombia ―el domingo 10 de septiembre― estuvo en Cartagena. Allí conoció la Fundación Talitha Qum, un proyecto que busca revindicar a las niñas y adolescentes en riesgo de prostitución, y visitó a Lorenza Pérez, una modesta afrocolombiana que por unos pocos pesos les ofrece alimentos a niños pobres. Además de haber sufrido un golpe en la cara luego de un frenazo del papamóvil, Francisco rezó el Ángelus en el atrio de la iglesia de san Pedro Claver, justamente donde reposan las reliquias del ‘esclavo de los negros para siempre’. Al elogiar a este jesuita que dedicó su vida a proteger a los esclavos africanos traídos forzosamente a América, dijo que “Pedro Claver sabía que el lenguaje de la caridad, de la misericordia era comprendido por todos.
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8. “No nos quedemos en dar el primer paso”
En su homilía final ―a orillas del mar Caribe― se refirió a la sacralidad de la vida humana, en particular, de los pobres, ancianos, niños, enfermos, los no nacidos y los abandonados. También habló de pecados que “hieren la convivencia y la comunidad”, entre ellos, la devastación de la naturaleza, la explotación laboral, el blanqueo de dinero y el narcotráfico. Al recordar el lema de su visita, “Dar el primer paso”, afirmó que si Colombia quiere una paz estable y duradera tiene que buscar la equidad, la justicia y el respeto a la naturaleza humana. “Dar el primer paso es, sobre todo, salir al encuentro de los demás con Cristo, el Señor”, reiteró Francisco antes de tomar el avión de regreso a Roma.
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