El primer coro de la segunda jerarquía angélica, conformada por las Dominaciones, Potestades y PrincipadosEn el camino a la santidad, al cual cada uno de nosotros está llamado, y que nos lo recuerda el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Gaudete et exultate” (Alegraos y regocijaos), nos confrontamos con nuestros miedos, heridas, limitaciones y debilidades.
La Madre Teresa de Calcuta escribía:
“Sí, tengo muchas debilidades humanas, muchas miserias humanas. […] Pero él [Dios] baja y nos usa, a usted y a mí, para ser su amor y su compasión en el mundo, a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestras miserias y defectos. Él depende de nosotros para amar al mundo y demostrarle lo mucho que lo ama. Si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás”.
Y es que, como nos escribe el Papa Francisco, “hace falta pedirle al Espíritu Santo que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos aspectos de la propia vida. El que lo pide todo también lo da todo, y no quiere entrar en nosotros para mutilar o debilitar sino para plenificar” (Gaudete, n. 175).
Y Dios, en su infinita misericordia y providencia, nos ha destinado compañeros, amigos, hermanos mayores que vienen en nuestra ayuda para liberarnos de esos miedos y fortalecernos de esas debilidades. En este sentido, hemos venido escribiendo sencillas lineas acerca de la ayuda de los tres primero coros que conforman la primera jerarquía: los Serafines, Querubines y Tronos.
Hoy deseo hablarte del Coro de las Dominaciones, el primer coro de la segunda jerarquía angélica, conformada por las Dominaciones, Potestades y Principados.
Sin embargo, y antes de comenzar directamente sobre la segunda jerarquía, es necesario aclarar que si bien hay bastante unanimidad entre los autores en admitir que la primera jerarquía está conformada por los Serafines, Querubines y Tronos; no así en los nombres y secuencia que conforman los coros de la segunda y tercera jerarquía.
Los diversos autores les dan diferentes nombres y la secuencia de los coros no es siempre igual, así por ejemplo puedes encontrar que para algunos autores el primer coro de la segunda jerarquía sea el coro de las Virtudes y para otros es el coro de las Dominaciones.
Las razones para que exista esa diversidad o falta de unanimidad son varias, y entre ellas es que el mismo San Pablo en sus cartas no siempre sigue el mismo orden; otra razón es que Dionisio, aquel que escribió sobre la Jerarquía Celeste, escribió su libro en Griego, y al momento de hacer la traducción al latín y a los idiomas modernos, se buscó la traducción que mas se acercara al latín y no al griego que fue el idioma original y, además, no siempre una palabra que suena parecida al latín en los idiomas modernos significa lo que significa la palabra en latín.
Por ejemplo, el quinto coro de los Ángeles recibe el nombre de “virtutes” en latín, en griego “dynámeis”, y se podría decir que la traducción al castellano debería ser “Virtudes”. Pero la palabra latina “virtutes” significa fuerza y en cambio la palabra “Virtudes” en castellano puede referirse a las virtudes teologales y morales.
Como escribía anteriormente, Dios nos ha dado a unos compañeros y a un coro especial para liberarnos de aquello que nos esclaviza y no nos deja ser libres para amar y caminar por las sendas de la santidad. Estos son los ángeles que pertenecen al Coro de las Dominaciones; los cuales, y siguiendo a Santo Tomás, tienen el poder de gobierno, que ejercen no de manera soberana, sino vienen a ser como administradores. Vienen a ser príncipes y no reyes, el Rey es Dios.
Los ángeles que pertenecen a este Coro reflejan la Majestad y soberanía de Dios. Esta soberanía es la soberanía en el amor, y estos ángeles la reflejan, reflejan la libertad y majestad del Amor, Dios es amor. En este sentido este coro te enseña a tener soberanía sobre tu ser, majestad en tu actuar, una majestad que viene del amor y del ser hijo de Dios. Estos buenos amigos elevan tu alma para que no pierdas el ánimo, a pesar de contradicciones, dificultades, malos entendidos, y sigas por el camino de los mandamientos y de la voluntad de Dios.
Como príncipes, los ángeles de las Dominaciones, dice Dionisio Areopagita, rechazan todo lo que es vano, para estar siempre contemplando la verdad de Dios, y compartiéndola, llevándola a todo lo creado.
Dionisio escribe que este Coro te eleva a una altura sin igual, a que estés libre de todo lo terreno, de toda mala inclinación interior, o de cadenas de vicios que te hagan esclavo. Este Coro busca que seas libre, que tengas el gobierno y la majestad sobre aquello que no te ennoblece, que te esclaviza o te degrada. Son, continua Dionisio, verdaderos príncipes que aspiran y llevan, conducen y dirigen al único Soberano, Dios.
Precisamente el Papa Francisco nos recuerda que “no te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Ga 5,22-23). Cuando sientas la tentación de enredarte en tu debilidad, levanta los ojos al Crucificado y dile: «Señor, yo soy un pobrecillo, pero tú puedes realizar el milagro de hacerme un poco mejor»” (Gaudete et exultate n. 15).
Las Dominaciones vienen a traernos esta libertad para acoger el amor y el llamado a la santidad, sin miedo, sabiendo que “depender de él [de Dios] nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad”. Es este el papel de las Dominaciones, te llevan a ser soberano y liberarte de las pasiones desordenadas…no tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia”(Gaudete, 32 y 34)
Reza a este Coro diciendo:
Dios mio, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del Coro Celestial de las Dominaciones, concédenos la gracia de domar nuestros sentidos y corregir nuestras pasiones