Entre abril y julio la inflación siguió su implacable curso, el éxodo de los venezolanos se incrementó y las ayudas humanitarias se activaron en las fronteras
Hemos revisado el más reciente monitoreo, distribuido hace apenas horas, del Programa Samán de Cáritas-Venezuela, que registra la situación nutricional en niños menores de 5 años. Los resultados que arroja son altamente preocupantes.
A continuación con condensado resumen con el avance al que accedió Aleteia.
Durante esos cuatro meses, el gobierno venezolano aplicó 3 aumentos de salario, el Estado emitió al menos 3 bonos de subsidio directos por un monto superior al doble del salario mínimo oficial. A pesar de que una familia que recibiera esos beneficios podría haber llegado a acumular hasta 6 salarios mínimos por encima de su renta habitual la situación no mejora.
Se estima que una familia requiere de 98 salarios mínimos solo para cubrir sus gastos básicos de alimentación. Baste considerar que, para el período en cuestión, la variación de la canasta básica de alimentos muestra una inflación alimentaria de 80.2% en tan solo un mes.
Este semestre enero-Junio, de acuerdo al informe, se ha reportado una acumulación de 772 protestas por falta de acceso a los alimentos, 1.391 protestas por fallas en el suministro de servicios básicos y 583 protestas por la situación de precariedad en el acceso a la salud y a las medicinas.
La emigración ha tocado récords históricos, es “sostenida y creciente”, tal y como la registran ACNUR Américas, la Organización Internacional de Migraciones (OIM) y Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). Los mecanismos de asistencia han sido activados, especialmente en Colombia y Brasil.
Continúan las fallas en la prestación de servicios, básicamente agua y electricidad y tienden a empeorar. La crisis del transporte público está haciendo picos en todo el país por las dificultades de acceso al combustible y por la paralización de unidades de transporte a causa de la carencia de repuestos.
Las fallas en servicios públicos y la alta migración ha tenido efectos en la prestación de atención humanitaria tanto de Cáritas como de otras agencias en Venezuela.
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La desnutrición aguda global en menores de 5 años fue medida en 7 zonas del país – Distrito Capital y sus áreas más vulnerables y los estados Miranda, Vargas, Zulia, Carabobo, Sucre y Lara- . Para Julio de 2018 se constató que 65% de los niños evaluados tenían ya algún grado de desnutrición o estaban en riesgo de tenerla. Según la severidad, los datos indicaron:
- 13.5% de los niños tiene desnutrición moderada y severa, lo que indica la desnutrición aguda global
- 17.8% la tiene leve
- 34% están en riesgo de desnutrición pues ya han comenzado a deteriorarse
- 34.9% no tienen déficit nutricional
- La desnutrición aguda reciente se registra un poco más elevada en niños -13.4%- que en niñas -11.2%-.
- Aumentó el número de hogares que reportan consumir frutas, granos y huevos, lo cual contrasta con la cifra de menos del 50% de los hogares que, a julio del 2018, consumía carnes, lácteos, huevos, pescados y vegetales, es decir, estamos ante una alimentación muy deficiente en proteínas y en hierro, del alto valor biológico.
Una conclusión dramática: en Venezuela, país petrolero, el 85 % de los hogares está tomando una alimentación inadecuada. Sólo el 15% de los hogares consume un patrón alimentario de diversidad adecuada.
No es difícil estimar que, considerando la celeridad con que la hiperinflación avanza, la situación haya empeorado considerablemente entre julio y estos días.
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